Por: José Luis Sánchez
ESPAÑA • 18 DE AGOSTO DE
2010
En 1821, un tal Richard Martin,
propuso por primera vez, en el parlamento británico, una ley para prohibir los
malos tratos a los animales, concretamente a los caballos. Dicha propuesta
provocó risas y burlas entre los asistentes. Hubo un parlamentario que gritó:
“también se podrían prohibir los malos tratos a los perros, incluso a los
gatos”, lo cual ya desembocó en un estallido de carcajadas en toda la cámara.
Curiosamente la ley se aprobó, pero no para proteger a los caballos, sino a sus
dueños, ya que estos animales eran considerados como bienes.
El pasado 28 de
Julio, el Parlament votó la propuesta presentada por la Plataforma PROU,
avalada por 180.000 firmas, para prohibir las corridas de toros en Catalunya.
Finalmente, como ya se habrán enterado, la propuesta salió adelante, y las
corridas de toros pasarán a mejor vida a partir del 1 de enero de 2012. Si
tenemos en cuenta que estamos hablando de un “espectáculo” de fuerte tradición,
es muy probable que esta misma propuesta, presentada en 1821, hubiera dado con
el bueno de Martin en un centro psiquiátrico. Desde luego el avance social es
importante, y más aún teniendo en cuenta que los oprimidos no pueden alzar la
voz, ni convocar manifestación alguna, ni gritar ¡basta ya!
Pero hay algo que considero tan
importante como el propio resultado de la votación. Hemos asistido durante
demasiados años al silencio sepulcral de los políticos y de los medios de
comunicación sobre este tema. Se hablaba sobre toros, sí, pero no de esta
forma. Ahora las alarmas han saltado y todo el mundo las puede escuchar. Meses
antes de la votación definitiva se abrió un periodo de debate en la propia
cámara catalana. Muchas personas involucradas en la cuestión expresaron sus
opiniones y defendieron sus posturas. Expresiones como “sufrimiento de los
toros”, “derechos de los animales” o “espectáculo éticamente inaceptable” fueron
escuchadas por todos los asistentes en boca de filósofos y científicos.
Ahora
se habla de esto en las cámaras de representantes, en los medios de
comunicación y en todo el mundo. Los políticos no han tenido más remedio que
opinar, que tomar una postura ante esta situación, y eso es importante. El
líder del partido de la oposición ha dicho, por ejemplo, que prohibir las
corridas de toros es como prohibir las carreras de motos. Bueno, así a bote
pronto se me ocurren unas cuarenta diferencias entre las corridas de toros y el
motociclismo, quizás la más relevante sea que en uno de estos eventos se le
obliga a un ser vivo a participar, y después es torturado hasta la muerte ante
el aplauso de los asistentes. Algunos pueden pensar que el señor Rajoy no
estuvo muy afortunado con esa comparación, que quizás no quiso decir eso, pero
yo creo que sí, que dijo exactamente lo que quería decir, y eso es bueno que se
sepa.
Otro ejemplo, la vicepresidenta del gobierno y otras personalidades han
dicho cosas como: “El gobierno no es partidario de prohibir, sino de elegir en
libertad”, “prohibir las corridas de toros es atentar contra la libertad
individual” o “a nadie se le obliga a ir a los toros”. Es bueno que sepamos que
estas personas confunden los toros con la ópera. Ahora podremos explicarles que
si queremos que se prohíban las corridas de toros no es porque no nos gusten,
que no nos gustan, sino porque al animal le están haciendo lo que le están
haciendo, y eso ocurre indistintamente vayamos a verlas o no.
Ahí es donde
quiero llegar, que más quisiera yo que el señor Rajoy y la vicepresidenta del
gobierno pensasen de otra forma, pero ahora por lo menos sabemos lo que
piensan, ahora podemos debatir sobre el asunto, podemos decidir con más
conocimiento de causa el votarles o no, y quien sabe si algún día podremos
hacer que reflexionen y entren en razón. Lo que está claro es que lo mejor que
se puede hacer para que algo se quede como está es no hablar de ello, si las
cosas no se remueven no cambian.
Estamos sin duda ante un paso importante en el
avance social por el respeto hacia los animales. Un avance que seguirá
imparable, porque está amparado por la ética, la ciencia y la razón. En la
medida en que vayamos conociendo lo que somos realmente los animales iremos
cambiando nuestra forma de pensar y de actuar. Las cosas están cambiando, y
parece que ya no hay risas ni burlas entre los parlamentarios.
Fuente: Diario Siglo
XXI
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