Por: Juan López de
Uralde
Ecologista
ESPAÑA • 29 DE JULIO
DE 2010
Hay muchas lecciones que
extraer de la decisión del Parlament, y todas positivas. La primera y más
importante es que una comunidad decide cortar por la sano con las corridas de
toros. Aplaudo la decisión porque a estas alturas del siglo XXI no hay nada que
pueda justificar el sufrimiento animal con el mero objetivo de divertir y
entretener a las masas. Las sociedades van evolucionando. Hay un aumento
progresivo de la conciencia ciudadana en lo referente a los derechos del resto
de los seres vivos con los que compartimos el mundo. Cada vez somos más
conscientes de que no estamos solos como especie, y por eso somos más sensibles
al sufrimiento innecesario de los otros seres vivos.
En algunos países tienen
la terrible costumbre de masacrar a ballenas y delfines en una ceremonia de
mayoría de edad de los jóvenes. También sus defensores justifican este baño de
sangre animal con la excusa de la costumbre y la tradición. Ese argumento puede
servir lo mismo para los toros que para justificar la ablación o incluso la
esclavitud. Cataluña no será la única comunidad en la que iniciativas de este
tipo tengan cabida. De hecho, la primera en prohibir los toros fue Canarias a
propuesta, precisamente, del Partido Popular, que hoy parece tan ofendido. El
contexto político catalán, inmerso en pleno debate de la sentencia del Constitucional
sobre el Estatut, ha llevado a algunos malintencionados a ver perversos
objetivos políticos en la decisión. Hacen mal en llevar a ese terreno un debate
fundamentalmente ético sobre el trato que damos a los seres vivos. A la
Asamblea de Madrid ha llegado una Iniciativa Legislativa Popular antitaurina,
avalada por 50.000 firmas. Pero el Partido Popular se niega a debatirla.
¡Menudo ejemplo de comportamiento democrático!
El debate que se produjo en el
Parlamento catalán fue profundo, largo y documentado. El Parlament ha votado
con toda la información. Y en todo caso es una decisión democrática que debe
respetarse. La votación se ha producido con libertad de voto en algunos
partidos. Si no la hubiera habido, seguramente el resultado final habría sido otro,
lo cual nos lleva a valorar la necesidad de que los parlamentarios voten
siempre en conciencia y no siguiendo las ordenes de sus partidos.
En
definitiva, una decisión sabia e inapelable, con un ganador claro: el
movimiento de defensa de los derechos de los animales. Y un mensaje: el
sufrimiento animal para la diversión tiene los días contados.
Gracias,
Cataluña.
Fuente: El
Diario Montañés
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