ESPAÑA • 3 DE
JULIO DE 2010
A pesar de la terrible brutalidad que encierran, los
actos de crueldad contra los animales no ocupan las primeras páginas de ningún
periódico ni parecen escandalizar demasiado a la población. Sin embargo, tienen
un significado último que debería interesarnos como sociedad. Aquellos que
abusan de los animales, según indican los expertos, son hasta cinco veces más
propensos a cometer crímenes violentos contra las personas.
Un adolescente
británico que mete al hámster de su hermano en el microondas, un grupo de
chicos que crucifica a un gato en la Comunidad Valenciana y otro que asesina
brutalmente a un burro en Extremadura, tres mexicanos que torturan a un perro y
cuelgan los vídeos en la Red... Animales desollados, quemados, empalados, mutilados,
apaleados…
Es frecuente leer o escuchar frases como 'son cosas de niños' cuando
se tratan estos sucesos. Es cierto que, a veces, dentro de un juego,
especialmente en grupo, algunos menores cometen actos lamentables pero,
advierten los psiquiatras y los criminólogos, otras “es una señal de alarma”
que la gente no escucha, "no una válvula de escape inofensiva en un
individuo sano", en palabras de Allen Brantley, supervisor y Agente
Especial del FBI, uno de los grandes especialistas del mundo en la materia.
"Jugar a matar animales que no nos inspiran compasión, como los mejillones,
es bastante normal. Pero algunos niños lo hacen de forma reiterativa, incluso
disfrutando, y eso es un problema", explica a ELMUNDO.es Francisco
Montañés, jefe de Psiquiatría de la Fundación Hospital de Alcorcón.
Conducta
asocial
En países como EEUU, el interés por este tipo de
actos es creciente. No sólo por la mayor sensibilización hacia los animales
sino por las evidencias cada vez más numerosas de la relación entre los actos
de crueldad con los animales y otros crímenes que van desde el consumo de
drogas hasta los asesinatos en serie. En la década de los 80, Alan Felthous,
experto en Psiquiatría Forense, llevó a cabo varias investigaciones que
mostraban de forma consistente cómo detrás de las agresiones a personas había,
en muchas ocasiones, una historia de abuso a animales. Sus trabajos, realizados
con hombres especialmente violentos internados en las cárceles de EEUU, así lo
confirmaron. Después de eso, otros han analizado la cuestión.
En 2002, la revista 'Journal of the American Academy of Psychiatry and the Law' hacía
público un estudio en el cual se asociaban los actos repetidos de crueldad con
los animales en la infancia con el desarrollo de un trastorno de personalidad
antisocial, la presencia de rasgos antisociales y el abuso de sustancias.
"Aproximadamente, la mitad de los individuos asociales incurre en
conductas sádicas y si lo hacen antes de los 10 años el pronóstico es
peor", señala Montañés. Que el menor pase de un acto aislado de violencia
contra un animal a cometer otros crímenes "es una escalada", añade
este experto. "Si repites el acto y va aumentado el tamaño del animal; si
se disfruta… Las posibilidades son mayores". Frank Ascione, del
departamento de Psicología de la Universidad de Utah (EEUU) y reconocido
experto, escribía en el Boletín de de Justicia Juvenil en 2001: "El abuso
de animales y la violencia interpersonal comparten características: ambos tipos
de víctimas son criaturas vivas, tienen capacidad para experimentar dolor y podrían
morir a consecuencia de las lesiones infligidas".
Una
oportunidad para intervenir
La sensibilización en España ante esta problemática
es baja. "Estamos a la cola", afirma Núria Querol i Viñas, médico de
familia del Hospital Universitario Mútua de Terrassa, criminóloga y experta en
estos temas. "El maltrato a los animales es espeluznante y pocas veces se
hace nada", añade. Sin embargo, subraya Querol, que además es miembro de
la Asociación Americana de Criminología, "cuando se detectan casos de
menores que maltratan a animales, hay que tener cuidado porque puede haber un
trastorno de conducta. No se puede pasar por alto, es una oportunidad para
intervenir". En este punto coincide con ella el doctor Montañés, que
incide en la necesidad de "acudir al psiquiatra en casos de crueldad con
los animales porque al principio estas personas pueden tener fácil remedio.
La
falta de control de los impulsos, la empatía, el manejo de la ira... son cosas
que se pueden tratar si se cogen a tiempo", añade Querol. Uno de los
objetivos de esta experta es instaurar en España, como ya existen en otros
países, programas de intervención para trabajar con estas personas ya que
"es muy importante cambiar los valores y no se hace de forma
sistemática", concluye.
Fuente:
El
Mundo
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