Por: Yezica Montero Juárez
QUERETARO • 13 DE DICIEMBRE DE 2012
Cuando se pone en discusión la posibilidad de que se
nombre como patrimonio cultural a las corridas de toros en Querétaro,
naturalmente surge un debate social, en el cual la mayoría no estamos
invitados. El diputado local Marco Antonio León Hernández
mostró la iniciativa en el Congreso, para el nombramiento y reconocimiento de
la fiesta brava como un patrimonio cultural.
En sentido estricto, todos los actos que realiza el
ser humano forman parte de su cultura. El punto y la discusión medular, que
concierne a todos los humanos, sería la reflexión sobre que tan racional es
tener un espectáculo en el que el sufrimiento, la tortura, la alevosía de la
racionalidad y herramientas humanas, se usan en contra de la bestia, de la
brutalidad inculcada natural y artificialmente hacía los animales.
No hablo al tanteo, alguna vez de niña fui a este
espectáculo donde sólo recibí sufrimiento; jamás tuve la oportunidad de
encontrar algún conocimiento o aportación para la formación de mi ser. He tenido la oportunidad de acompañar a los
activistas que buscan el bienestar de todos los seres vivos; entre ellos he
asistido a las manifestaciones en contra de la fiesta brava. Es una experiencia
inquietante ya que el debate se da cara a cara, entre los que consideran que es
cultura o diversión y los que sólo vemos tortura y sangre.
He platicado con personas que escudan su afición con
argumentos tan burdos como “¿Y tú que no comes carne?”, otros que sólo
demuestran la incapacidad de entablar empatía con la naturaleza como “son
bestias que nacieron para eso” o el más absurdo entre los absurdos, como el de
un señor que gritaba eufórico a las afueras de la Plaza de Toros “vayan a
manifestarse en contra del aborto, mueren miles de niños y ustedes aquí”.
Por otro lado, los poderosos, los que tienen
intereses monetarios y dudo mucho que lo tomen como una identidad cultural.
Aquellos que fomentan ésta expresión –artística–, los cuales argumentan en
sentido económico, que se quedarán miles de personas sin empleo, que disminuirá
el turismo; incluso pagando por “investigaciones”, que demuestran una gran
preocupación por la extinción del toro de lidia, ya que si no hay corridas, los
pobres toritos fallecerán por que fueron criados para ser torturados en un
ruedo y no para vivir libremente en los campos ¿Tú te la crees?
Otro punto que me intriga es ¿quiénes realmente
están empapados por el sentido artístico y cultural (si es que lo hay) de las
corridas? ¿Quiénes sólo asisten por roce social? Me preocupa, por que debido a
estas personas es que sigue siendo existiendo este lucro de sangre.
Es grato saber que la mayoría de los queretanos no
se interesan por asistir a las corridas, pero también puede ser un factor
contraproducente, ya que al omitir su postura, se crea una falsa neutralidad y
los empresarios o políticos taurinos se agarran de ella para decidir que somos
un Estado que está orgulloso de sus raíces taurinas, y la verdad no es así.
Querétaro tiene tantas expresiones culturales,
artísticas, literatura, historia, monumentos, lenguas, zonas arqueológicas,
centros de diversión, jóvenes que se apropian de los espacios para compartir su
arte, exposiciones, niños que bailan en las calles, comida, bebidas, festivales
de huapango, ferias, pintura, escultura, festivales cine, fiestas patronales,
música de viento, de banda, conciertos de piano, tocadas de rap, electrónica,
la fiesta del Gallo, la cabalgata navideña…
Apelo a la capacidad de reflexión de las personas
que gustan de las corridas de toros, somos más que un lucro de sangre.
Fuente: Libertad
dePalabra
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