Por: Jose Maria
Barrionuevo
Maestro de Primer Ciclo de Primaria
ESPAÑA • 1 DE AGOSTO DE 2010
Qué pasaría si a la salida del colegio un niño o una
niña maltrataran, con mucho arte (que para eso son muy inteligentes) a un perro
o a un gato hasta llegar a rematarlo un cuarto de hora después? Es de suponer
que la gente se agolparía, ya que se trata de una ejecución pública, para ver
la faena, aplaudiría, le tiraría monedas para que se comprara chucherías, e
incluso el AMPA le daría una subvención para material escolar. Este chaval o
chavala saldrían a hombros por las calles del barrio y hasta se
escucharía la copla “Que viva España”. Es de suponer que se abriría una
nueva página en los “Guinness” y sería un modelo para las demás culturas que
están atrasadas.
En algún momento, y va para más de quince años,
escribí que la Fiesta de los Toros es un juego asimétrico en el que los toros
no tienen burladeros como sí los tienen los toreros; a los toros no se les
permite que aprendan a jugar, mientras que a los toreros se les enseña para
maltratar; a los toreros no se les maltrata, mientras que a los toros, después
de obligarlos a unas carreras desenfrenadas y agotarlos, se les desangra con
las picas de los picadores, y con las banderillas, y se les sigue azuzando para
que con la actividad se desangren más todavía, para que lleguen al momento del
estoque, a la suerte de matar, con tan poca fuerza que ya no puedan tirar ni de
la divisa. No se trata sólo de que la fiesta de los toros sea una
ejecución pública, para disfrute del respetable, que de este modo se declara
poco respetable, sino que es un mal ejemplo en la educación de las
futuras generaciones que aprenden a disfrutar con el mal ajeno.
No es de extrañar que se me venga a la cabeza el
paradigma de la antigua enseñanza, que en muchos sitios sigue siendo alabada,
en la que le deseábamos al otro el mal que no queríamos para nosotros, y todo
debido a que todas las clases eran evaluaciones de lo aprendido y el único
respeto que sentíamos era el miedo que se nos metía por el cuerpo por el temor
a que nos preguntaran. En aquellos tiempos, de dolor, claro, era muy común el
reírse de las desgracias ajenas, pues esto constituía una válvula de escape de
todos nuestros pesares. También era común que los niños apedrearan a los perros
y a los gatos. Era una de las pocas diversiones que había. El asistir a una
corrida de toros podía funcionar como catarsis y el personal podía sentirse
aliviado. Nos podemos ir educando todos, aunque sea poquito a poco. Lo
malo es que este espectáculo, donde se hace espectáculo del mal ajeno, como en
muchos programas de TV, se les permite también a los niños, incluso en contra
del reglamento.
Hoy día consuela ver, a pesar de tanta truculencia y
sangre y maldad televisiva, cómo los niños y niñas van teniendo más respeto por
los animalitos y los árboles, ya no se ríen tanto del que se cae, sino que
acuden a ayudar... Sabemos que en la Fiesta de los Toros, los toros no
tienen nada que festejar. No obstante, nos consuela que los toros ya puedan ir
contando por lo menos con dos burladeros: el de Canarias y el de
Cataluña.
Fuente:
Alhaurin.com
Muchas gracias a José María .
ResponderEliminarEs un consuelo ver que, gracias a Dios, hay personas lúcidas y decentes en nuestro país que se atreven a decir la Verdad sobre esta aberración.
Y consuela más aún saber que esa persona es, como Emilio, un profesional que interviene en la educación de nuestros hijos.
Muchas gracias José María.