Por: Julio Ortega Fraille
ESPAÑA • 14 DE DICIEMBRE DE 2012
La noticia dice que el torero “El Juli” muestra su
lado más altruista con niños discapacitados en una acción para recaudar fondos.
¡Ufff…! un “encomiable” y sospechoso yin para quien su yang es torturar y matar
a toros en la arena de una plaza.
Este hombre, para la foto de esta campaña de
marketing, ¡perdón!, para la foto de esta, ¡ejem!, iniciativa solidaria, no
posa como suele hacerlo con el rostro desfigurado de sadismo y desencajado de
orgullo, embadurnado con sangre ajena y enseñando la oreja y el rabo amputados
al cadáver caído a sus pies, sino que lo hace muy pulcro y sonriente, cual
inmaculado querubín, con críos afectados por deficiencia mental, porque sabe lo
sencillo que resulta conmover utilizando a niños, y no digamos ya si esos niños
están enfermos. Y también saben él y su apoderado que esa estrategia puede dar
momentáneamente resultado en una época en la que la tauromaquia no cuela como
arte digno y necesario, sino que se concibe mayoritariamente como una muestra
de violencia inútil y cara que ha de ser erradicada de forma inmediata. Nos
cuentan en la reseña que los críos vivieron “instantes muy entrañables
atreviéndose incluso a torear con los trastos de El Juli”.
Si expertos en medicina, pedagogía, de los servicios
sociales y de las fuerzas de seguridad demuestran en sus informes que en niños
que no están aquejados por ningún tipo de trastorno mental la crueldad con
animales determina su conducta y sus relaciones interpersonales, ¿que no será
con chavales especialmente vulnerables cuya capacidad para discernir qué es
beneficioso y qué es nocivo se encuentra mermada? Pero El Juli se pasa esos
estudios por la montera.
Quien respeta la vida, a quien le importa la
infancia, quien cree que la educación es un factor fundamental para el
desarrollo del respeto a las libertades de cada cual y a nuestro entorno, no se
dedica a reventarle las entrañas a animales con plena capacidad para sentir
miedo y dolor. Y el que no lo hace no respeta a esos animales ni tampoco a unos
niños que convierte en testigos de tal aberración para seguir asegurándose
clientela, cuando no en cómplices involucrándoles en ese crimen legal como si
de un juego se tratase.
No Juli, no engañas a nadie. Igual que otros compran
indulgencias con obras de caridad tú quieres lavar tu imagen apareciendo como
un hombre altruista y solidario, pero la realidad es que al igual que
consideras a los toros simples herramientas con las que fabricar tu gloria y tu
patrimonio, a los niños los entiendes como meros instrumentos para edificar la
tramoya mediática de una empatía que se vierte en hemorragias de cinismo.
¿Calendario solidario de la Fundación El Juli?. Qué quieres que te diga, yo
sólo veo en él las fechas en rojo con la sangre de tus víctimas, sólo veo los
carteles de feria de un matarife llamado El Juli.
Fuente: Diario
Siglo XXI
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