lunes, 26 de noviembre de 2012

Inicia en Doha la Cumbre Mundial del Clima con oscuros pronósticos



QATAR  •  26 DE NOVIEMBRE DE 2012
A pesar de las metas previstas en el protocolo de Kyoto, las emisiones de monóxido de carbono lejos de reducirse siguen aumentando y alcanzando nuevos récord. La cumbre de cambio climático de la ONU que comienza hoy en Qatar tiene por objetivo buscar salidas para esta situación. Pero los pronósticos son oscuros. Los 7 mil representantes de 193 países se reunirán con un trasfondo nada alentador: en lugar de los 2 grados Celsius que se establecieron como límite del calentamiento global para el siglo XXI, el mundo se dirige hacia los 4 grados .
En realidad, se necesitan muchos cambios energéticos para dar vuelta el panorama. En la cumbre climática de Cancún, en 2010, según recomendaciones de los científicos se establecieron los dos grados Celsius como una línea roja que no debía cruzarse. Y todos los estados debían trabajar para no superar ese calentamiento límite soportable.
El ministro alemán de Medio Ambiente, Peter Altmaier, considera que el ritmo en que los países trabajan por la protección del clima es insuficiente para lograr el objetivo de los dos grados. “Está claro que estamos viviendo un boom imparable de las emisiones de monóxido de carbono”. El ministro espera un “cambio de tendencia local”, pero no suena demasiado convencido.
Los hechos hablan por sí solos: el huracán “Sandy” ha devastado Nueva York y el hielo de Groenlandia se derrite en tiempo récord. El Paso del Noreste libre de hielo podría revolucionar el tráfico marítimo mundial, pero también muestra la dimensión del calentamiento.
¿Qué puede conseguirse en Doha? El protocolo de Kyoto, el único acuerdo de protección climática con obligaciones vinculantes para reducir las emisiones, vence a fin de año. Ahora debe lograrse un segundo periodo de vigencia desde 2013 y un acuerdo climático para todo el mundo a partir de 2020. Sin embargo, existen problemas para lograrlo.
El primero es que probablemente Kyoto II tendrá en su contra a Canadá –quiere seguir explotando arenas de alquitrán, muy dañinas para el clima– y es probable que ni Japón ni Rusia lo apoyen. Quienes sí apuestan por la extensión de Kyoto son la Unión Europea, Australia, Suiza, Lichtenstein, Mónaco, Islandia, Noruega, Croacia, Kazajstán, Ucrania y Bielorrusia. Pero ellos suponen sólo el 15 por ciento de las emisiones contaminantes del mundo.
El segundo problema es que bajo el primer protocolo de Kyoto los países industrializados firmantes se obligaron a reducir las emisiones de monóxido de carbono y obtuvieron un contingente determinado de permisos de emisiones contaminantes. Los países de Europa del Este, y sobre todo Rusia, no agotaron los suyos y quieren vendérselos a los países firmantes. Y ello dañaría masivamente en la práctica la efectividad del protocolo de Kyoto. Por eso, Alemania y la Comisión Europea se oponen.
El tercer obstáculo es que en la conferencia climática de Sudáfrica, de 2011, se fijó el objetivo de que a partir de 2020 se lograra por primera vez un acuerdo climático vinculante para todos los 193 estados de la ONU; pero no hubo avances, al igual que ocurre con el Fondo Verde para el Clima, que a partir de 2020 debe poner a disposición 100.000 millones de dólares al año para los países más afectados por el cambio climático.
Las posiciones de China y Estados Unidos, responsables de la mitad de las emisiones de monóxido de carbono en el mundo, serán determinantes para que al finalizar la cumbre, el 7 de diciembre, se haya logrado algún avance o sólo se termine complicando más el panorama ambiental del planeta.
 Fuente: El Clarín

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