lunes, 31 de diciembre de 2012

El vertido de agua radiactiva afectará a toda la cadena trófica



MADRID    5 DE ABRIL DE 2011
Salvo las bacterias, que son altamente radioresistentes, y los insectos, seguramente toda la cadena trófica se verá afectada por el agua radiactiva vertida al mar en el entorno de la central nuclear de Fukushima. No se puede asegurar al cien por cien «porque no conocemos exactamente lo que se ha vertido», explica Eduardo Rodríguez-Farré, radiobiólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Desde la operadora de la planta nuclear japonesa (Tepco) se asegura que se trata de agua radiactiva de bajo nivel. Para Rodríguez-Farré «lo más probable es que lo que contenga esa agua sean los restos de todo lo que se arrastró desde el reactor al intentar enfriarlo o desde las piscinas de combustible gastado». En todo caso, tanto en un sitio como en otro –explica- hay unas cantidades enormes de isótopos radiactivos de muchos elementos. «Y todo ello tiene, sobre todo al principio, una actividad muy alta».
Entre esos contaminantes puede haber yodo 131, cesio 137, plutonio y cobalto 60, muchos de ellos altamente radiactivos. «Bien es cierto que en cuestión de meses algunos van a ir desapareciendo –matiza el investigador del CSIC- pero otros van a durar muchísimo tiempo porque tienen vidas medias o largas. De vida media es, por ejemplo, el cesio 137, que tiene 30 años de vida media, lo que quiere decir que en ese tiempo solo habrá desaparecido la mitad. Pero otros radioisótopos permanecen a largo plazo como es el plutonio, que tiene una vida media de 24.000 años, y otros productos similares, aunque están en más pequeñas cantidades».
Se desconoce el impacto biológico
Al igual que ocurre en las piscinas de refrigeración, algunos de estos isótopos van a desaparecer, como el yodo 131, que lo hará previsiblemente en más de un más mes, pero otros como el cesio 137 o el estroncio 90 van a durar mucho. «Esto en poco tiempo entra en las cadenas tróficas», insiste el investigador, uno de los mayores expertos internacionales en radiaciones nucleares. «Se incorporan a las algas, al micropláncton, de ahí pasan a los peces y a los vertebrados (moluscos, etc), y como el pez grande se come al chico, se produce lo que se llama la biomagnificación y se va acumulando en los peces que están más arriba en la escala trófica (atún, pez espada, tiburón) y esto acaba llegando a las personas con el agravante de que muchos de estas especies son migratorias».
No obstante, Rodríguez-Farré advierte de que lo que se ha estudiado más ha sido «cómo pasan los radionúclidos de un sistema a otro ecológicamente, la transferencia hasta que aparece en la leche, por ejemplo». En el caso de los ecosistemas marinos estos ciclos son muy largos y complicados, además de que en función de las características químicas de cada isótopo va a variar cómo se transfiere de un sistema ecológico a otro, «y tampoco sabemos si esa agua es ácida o alcalina», matiza. Por eso, no se atreve a precisar cuál puede ser el impacto biológico, aunque reconoce que también «es posible que haya alteraciones de los equilibrios en la fauna».
Como criterio general, explica el investigador, se considera que cuanto más activos son los organismos también son más radioresistentes. Así, la resistencia de los invertebrados es enormemente superior a la que pueda tener un mamífero. «Hay organismos que resisten centenares de cibers, incluso hay una bacteria que habita en el agua de los reactores atómicos, pues son organismos capaces de vivir bajo un campo radiactivo inmenso. Esto se debe a que la vida ha evolucionado en el planeta bajo un fondo radiactivo, pero la radiactividad va disminuyendo a medida que pasa el tiempo. Entonces desde que se formó el planeta hasta ahora ha disminuido enormemente, solo el hombre ha incrementado la radiactividad en el planeta, con toda la tecnología nuclear, las bombas, etc...».
Fuente. Diario ABC



Algunos materiales radiactivos de Fukushima durarán miles de años



MADRID    31 DE MARZO DE 2011
Se han cumplido 20 días desde que comenzó el accidente de la central nuclear japonesa de Fukushima. Desde que el tsunami dejó sin suministro eléctrico a la planta y se produjo la primera explosión de hidrógeno, los elementos radiactivos que se han liberado a la naturaleza se cuentan por decenas. Pero no todos suponen el mismo riesgo para la salud ni perduran en la naturaleza el mismo tiempo. Sin duda, el plutonio recién detectado en la planta atómica es uno de los que tiene una actividad mayor y supone un riesgo muy elevado para la salud.
Las partículas que salen con mayor facilidad acompañando al vapor de agua que se deja salir de los reactores para evitar que aumente la presión en el interior y se produzcan explosiones son las más ligeras y que tienen una mayor volatilidad. Se trata de elementos como el yodo o el cesio, de los que ya se ha oído hablar, pero también de algunos otros de volatilidad intermedia como el rutenio o el estroncio. El periodo de semidesintegración -el tiempo que tardan en perder la mayor parte su radiactividad- de cada uno de ellos oscila desde días hasta varios años.
Materiales ligeros y volátiles
El yodo-131, por ejemplo, uno de los elementos que más ha liberado la central de Fukushima, tiene un periodo de semidesintegración de 8 días. Pero los riesgos que supone para la salud son muy elevados. De hecho, es el material responsable de que la población cercana a la central haya tenido que bloquearse la glándula tiroides con pastillas de yoduro de potasio para evitar el riesgo de padecer cáncer de tiroides.
El cesio-134 tarda dos años en perder la mayor parte de su actividad. Y el cesio-137, otro de los elementos que ha salido en grandes cantidades de los reactores de Fukushima, no reduce su radiactividad hasta 30 años después de producirse. El mayor riesgo que supone el cesio para la salud o el medio ambiente está en quese absorbe muy fácilmente a través de la comida o el agua, o también si se inhala en forma de polvo. El cesio, de hecho, supuso uno de los mayores peligros tras el accidente de Chernobil debido a que se ingirió de forma masiva en los productos alimenticios.
En cuanto a los elementos de volatilidad media, el rutenio tiene dos isótopos comunes, el 103 y el 106, con una semidesintegración de 39 días y de un año, respectivamente. El estroncio-90 perdura en la naturaleza durante cerca de 30 años. Los elementos más pesados y menos volátiles son más peligrosos, pero también es más complicado que se liberen debido a su elevada masa atómica. Sin embargo, ya se ha detectado plutonio en Fukushima.
Materiales pesados y poco volátiles
El plutonio, concretamente el plutonio-239, tiene un periodo de semidesintegración de 24.100 años. El plutonio no está de forma natural en el medio ambiente. Pero se podría hacer una comparación muy sencilla para hacerse una idea del enorme periodo que supone su vida media: si se hubiese liberado plutonio en algún lugar de la Tierra cuando se extinguieron los neandertales, hace 24.000 años, aún seguiría siendo muy radiactivo. En cambio, el plutonio-238, también encontrado en la planta japonesa tiene una vida de 40 años. Emite radiación de tipo alfa, que puede ser detenida por la ropa o por un simple papel. El mayor riesgo es que entre en contacto con el cuerpo, ya que puede provocar cáncer o alteraciones celulares. El plutonio es un metal muy pesado y con una volatilidad casi nula. Esto dificulta mucho su transporte por el viento. Cuando se libera en tierra, lo más probable es que se pegue al suelo y permanezca allí hasta que sea limpiado. Sin embargo, si se libera en el mar el plutonio podría diluirse y dispersarse por el océano. en este caso las consecuencias serían imprevisibles.
Por último, otro de los elementos pesados que puede liberarse en un accidente nuclear es el uranio. El isótopo 234, uno de los tres que se puede encontrar de forma natural, tiene un periodo de semidesintegración de 247.000 años. Pero sus formas 238 y 235, las que se utilizan como combustible en la mayoría de los reactores del mundo, tienen una duración de 4.500 millones de años y de 710 millones de años, respectivamente.
Fuente: El Mundo

Costuras que revientan



Por: Julià Castelló
CATALUNYA   29 DE MARZO DE 2011
Todavía no ha acabado este horrible mes de marzo y el final de muchas cosas está en el aire, pero ya se puede decir que mientras aquí estalla la primavera al mismo tiempo revientan algunas de las costuras que algunos quieren creer y nos quieren hacer creer que están muy cosidas.
El movimiento antinuclear tiene más de 60 años de vida, pero necesitamos que un tsunami invada Fukushima para echarnos las manos a la cabeza y airear los peligros de la radiactividad global una vez más. Siempre habrá excusas. En Harrisburg no hubo muertos. En Chernóbil, sí, a miles y todavía mueren y los cánceres que generará. Pero claro, estas centrales soviéticas no eran muy de fiar. Los japoneses, en el terreno tecnológico, son perfectamente fiables, hacen los edificios anti terremotos más eficientes del planeta y en el terreno cívico están dando ejemplo a todo el mundo. Quizás esta fuerza colectiva les servirá para evitar nuevos Fukushima.
Pero el Fukushima de ahora se ha construido a escasos kilómetros de una de las placas tectónicas más activas del mundo. Y Fukushima no escapa tampoco a la lógica capitalista del máximo beneficio. Así se demostró tiempo atrás, queriendo esconder problemas importantes de funcionamiento. Igual que en Ascó, que enseñaba los grandes beneficios de la central a los escolares cuando sus directivos sabían perfectamente que las partículas radiactivas que se les habían escapado los podían contaminar.
Ahora, deprisa y corriendo, en Europa y en el mundo entero se despiertan para decir que todo se tiene que revisar, que mejor que paremos los planes de crecimiento nuclear, que nos tenemos que asegurar de que todo está como es debido. Mientras tanto, en Finlandia, agujerean un escondrijo para poder estar muy seguros de que los residuos nucleares podrán dormir su sueño radiactivo durante !cien mil años!. Por mucha memoria que tengamos los humanos sólo podemos ir atrás con cincuenta mil años de existencia. Y somos tan arrogantes que pensamos prever y controlar un futuro de cien mil años.
Un poco de sensatez nos tendría que parar para pensar un momento. En el terreno de la energía tenemos que encontrar otros caminos. Mientras continuemos agujereando tierras y mares rascando las últimas bolsas de gas y petróleo, mientras nos emperremos en asegurar la contestada eficiencia económica de las nucleares -¿cuando costará Fukusima?, ¿quién pagó por los muertos de Chernóbil?- y no dediquemos todos los esfuerzos al ahorro y al uso y búsqueda de energías limpias y renovables nos encontraremos con que nos explotan las costuras cuando menos lo esperamos.
Fuente: El Debat.cat

Manipulación Nuclear



Por: Javier Alonso
Médico
ESPAÑA    29 DE MARZO DE 2011
"Quiero pedir perdón a nuestras familias por el sufrimiento que les estamos haciendo pasar"
Son las palabras de uno de los responsables de los cincuenta de Fukushima, un grupo de más de 200 personas que tratan desesperadamente de evitar una catástrofe nuclear regando los reactores con mangueras. Como aquellos kamikazes que estrellaban sus aviones cargados de explosivos contra los navíos americanos tratando de evitar su llegada a las costas de Japón, sacrifican su salud y ponen es riesgo su vida -ya se han producido varios fallecimientos en ese grupo- intentando contener el escape radiactivo que se ocasionaría si el combustible de alguno de los reactores se fundiera completamente o si las piscinas donde se almacena el ya utilizado se quedaran sin agua.
Un escape radiactivo que tendría mucha menor magnitud que el ocurrido, tras la explosión y proyección a la atmósfera de toneladas de material radiactivo, hace 25 años en Chernobyl. En Fukushima el tsunami provocó daños que inutilizaron los sistemas de refrigeración, pero los reactores ya estaban en situación de parada de emergencia desde que se produjo el terremoto, las medidas de contención de las vasijas eran más sólidas -aunque puede que ya estén fracasando- y se dispone de más medios técnicos para atajar el accidente. Un escenario opuesto al que se vivió en la central soviética, en la que una combinación fatal de errores de diseño, gestión e intereses políticos originó la contaminación radiactiva de millones de personas y de la mayor parte de Europa.
La terrible desinformación que rodea a lo ocurrido en la central europea impide realizar una estimación veraz de su impacto en la salud. De esta circunstancia sacan provecho los grupos con intereses ideológicos o económicos en la energía atómica para manipular los resultados de los estudios y acercar las conclusiones a sus tesis. Es tal el grado de imprecisión que, en este momento, solo parece existir consenso en que la explosión se produjo, que la radiactividad se dispersó por toda Europa y que la onda expansiva y la exposición aguda a la radiactividad produjeron 30 fallecimientos. El resto de los efectos se ocultan, se exageran o se disfrazan. No se trata de discrepancias leves. 
En función de los intereses de la organización que suscribe el informe se pueden añadir o detraer entre uno y cuatro ceros al número de personas afectadas o fallecidas por tal o cual enfermedad. Un ejemplo de esta adulteración se aprecia en los datos sobre la incidencia de cáncer de tiroideo en la juventud que vivía en las zonas contaminadas. Las organizaciones pronucleares afirman que el número de fallecimientos por la neoplasia es pequeño, que dado el tumor es de fácil diagnóstico y que tras el tratamiento su supervivencia es mayor del 90%. Obvian referirse a los miles de casos que se están produciendo.
La fisión del uranio y el plutonio necesaria para que se libere la energía que se utiliza para generar electricidad en las centrales nucleares, origina varios residuos radiactivos que son los responsables últimos de los daños en la salud. Esta radiación ocasiona cambios y muerte celulares que, si tienen la entidad suficiente, acarrearán la falta de producción de elementos sanguíneos, lesiones digestivas o graves problemas neurológicos. Si la exposición ha sido muy intensa, el resultado será la muerte de la persona. Esta es la causa del fallecimiento precoz de los llamados liquidadores de Chernobyl que acumularon grandes cantidades de radiactividad tratando de contener el escape.
Por otra parte, si en lugar de destruirse la célula se produce una mutación no letal del ADN -la molécula que contiene nuestra información genética, nuestro genoma- los mecanismos de reparación tratarán de restablecer su integridad. Un objetivo que, si no se consigue, ocasionará el desarrollo de neoplasias como la leucemia o el cáncer de pulmón, de mama u óseo, o la aparición de mutaciones que eventualmente podrán transmitirse en forma de enfermedades hereditarias. Este tipo de efecto, a diferencia del que destruye la célula, ni necesita una dosis umbral ni es inmediato, pudiendo aparecer con exposiciones muy pequeñas y tardar decenas de años en manifestarse.
Aquí radica una de las principales discrepancias científicas del debate nuclear: la dificultad que existe para establecer una relación entre las dosis bajas radiación y la aparición de tumores. El riesgo de padecer un cáncer después de una exposición baja existe, pero al ser pequeño los estudios epidemiológicos no pueden cuantificarlo hasta que no transcurran decenas de años y se produzcan miles de casos. 
Esta dificultad allana el camino a los lobbies pronucleares permitiéndoles seguir afirmando que la energía atómica por su precio, seguridad y limpieza es la solución al problema del cambio climático. La página web del Forum de la Industria Atómica Japonesa, donde se informa cuatro veces al día del desastre nuclear de la central de Fukushima-Daiichi, sigue manteniendo la cabecera que tenía antes del accidente: "La energía nuclear, que no emite CO2, contribuye a la prevención del Calentamiento Global", un aforismo que sonaría a broma si no estuviéramos hablando de una tragedia.
Aunque la radiactividad incontrolada no altere de forma llamativa las estadísticas de morbi-mortalidad, el problema existe y es lo suficientemente importante para suscitar preocupación. Una inquietud que no se disipa con las simplistas tablas que muestran lo barata que resulta la electricidad que proviene de la fisión nuclear comparada con la de otras fuentes de energía.
Después de las catástrofes de Chernobyl y Fukushima las empresas responsables del deletéreo negocio nuclear deben arriar la bandera de la seguridad y están obligadas a aclarar si su energía resulta tan rentable una vez pagados los costes económicos que supondrán los dos accidentes. Asimismo deberían explicar en qué epígrafe de sus saneadas cuentas de resultados reflejarán las muertes y enfermedades que se producirán en los próximos 100 años como consecuencia de los escapes, y cómo se valorará el impacto de la contaminación de los ecosistemas con los isótopos radiactivos.
No tengo opinión acerca de si es el momento de que la industria de la energía pida disculpas por el sufrimiento que nos está haciendo pasar, pero tengo claro que las no demostradas ventajas de la energía nuclear son incapaces de compensar los riesgos a los que nos someten.
Fuente: DEIA.com

Protestas masivas contra la energía nuclear en Alemania



ALEMANIA    27 DE MARZO DE 2011
Más de 210.000 personas salieron a las calles de Alemania para protestar contra el uso de la energía atómica. Las multitudinarias manifestaciones se realizaron en Berlín, Hamburgo, Múnich y Colonia. Sólo en Berlín más de 100.000 personas se unieron a los actos de protesta, según la policía local, lo que supone dos veces más de lo que planeaban los organizadores. Los manifestantes exigían renunciar al uso de la energía nuclear, un tema que se ha puesto muy de actualidad en diferentes países del mundo tras la avería en la central nuclear nipona Fukushima-1, provocada por un terremoto de 9 grados y un posterior tsunami.
Después de la tragedia en Japón, que ha conmovido a la comunidad internacional y ha provocado una ola de protestas contra el uso de la energía nuclear en el mundo, la canciller de Alemania, Angela Merkel, ha decretado una moratoria de tres meses a la ley que autoriza la prolongación de la vida útil de 17 reactores de Alemania, que fue aprobada hace tan sólo unos 4 meses. Además Merkel ordenó detener el funcionamiento de siete centrales nucleares construidas en los años 70. Según algunos analistas e incluso algunos políticos alemanes como, por ejemplo, el ministro de Economía, Reiner Brüderle, este cambio drástico de dirección política no es sino una maniobra realizada por la presión a causa de la cercanía de las elecciones regionales en el Estado federado de Baden-Württemberg, que se celebrarán este domingo.
La bandera del "Atomkraft? Nein, Danke" ("¿Energía atómica? No, gracias"), señal de identidad del ecopacifismo alemán, recuperó así el protagonismo de las grandes movilizaciones de los años 80 y 90, revitalizadas ahora bajo el impacto de la catástrofe de la planta japonesa de Fukushima. La marcha berlinesa iba encabezada por los líderes de los Verdes en el Bundestag (Parlamento federal), Renate Künast y Jürgen Trittin, así como el jefe de la oposición parlamentaria socialdemócrata, Frank-Walter Steinmeier.
Para la oposición roji-verde, la decisión de Merkel de ordenar, tras el accidente en Japón, la desconexión de siete de los 17 reactores alemanes es una reacción de emergencia ante las elecciones que mañana se celebran en los estados de Baden-Württemberg y Renania-Palatinado (sur y oeste del país, respectivamente). Los líderes de esas formaciones, secundados por las decenas de miles de manifestantes concentrados, exigieron una acción más contundente y sin marcha atrás, sustentados en la alarma radiactiva desatada en Japón.
"Fukushima dio la alerta: ¡Cierre inmediato de todas las centrales!", era la consigna de la convocatoria simultánea en todo el país, durante la cual se guardó un minuto de silencio por las víctimas del sismo japonés. Se trataba de la tercera semana consecutiva en que se convocaban marchas antinucleares, tras el terremoto de Japón y los sucesivos accidentes en las plantas nucleares niponas, y la que concentró un mayor número de asistentes.
Merkel, quien pocos días después de la catástrofe en Japón ordenó la desconexión de siete reactores y dio marcha atrás a su decisión de prolongar la vida de las centrales, adoptada unos meses atrás, rechazó, en un mitin en Renania-Palatinado, que tal proceder obedezca a intereses electoralistas. "Con o sin campaña electoral: ningún ser sensato ignoraría lo ocurrido en Japón", afirmó Merkel, para ratificar su propósito de someter a revisión la seguridad de todas las plantas alemanas e invitar a que ello se extienda a todo el ámbito de la UE.
Las palabras de Merkel se producen después de que uno de sus ministros, el de Economía, Rainer Brüderle, tratara de tranquilizar los ánimos de la gran industria y dijera, ante un ámbito reducido, que la moratoria obedece a cuestiones electorales. Las palabras del ministro, posteriormente desmentidas, han puesto en tela de juicio la credibilidad de Merkel, quien en plena alarma dejó en suspenso, por tres meses, la prolongación de la vida de las centrales recientemente aprobada por su gobierno y defendida, hasta ahora, como imprescindible por razones de suministro energético.


TEPCO: un historial de fallos y negligencias



Por: Mélissa Quillier
CHILE.   23 DE MARZO DE 2011
Los japoneses son tan propensos a catástrofes nucleares que crearon una palabra especial para este tipo de sucesos: Genpatsu-Shinsai. Este término designa los accidentes nucleares graves dado a un terremoto. Si usted cree que el empleo de este vocablo ha sido sólo en estos últimos días, se equivoca: en años recientes muchas veces los nipones han balbuceado la palabra y no hace mucho tiempo.
La planta nuclear de Fukushima quedó dañada tras un sismo de magnitud 8.9 en la escala de Richter que sacudió el noreste de Japón en la madrugada del 11 de marzo. La AIEA (Agencia Internacional sobre la Energía Atómica) mantiene información al minuto de la situación de Japón. A través de esta web nos enteramos que el 12 de marzo el reactor número 1 de la planta de Fukushima se fundió parcialmente. Pero para bajar la presión, la empresa administradora de la central, Tokyo Electric Power Company (TEPCO), tuvo que lanzar hidrógeno en el aire, lo que provocó la explosión del reactor. Según la empresa nipona la cinta de confinamiento del reactor estaba intacta. Luego vino la crisis de los otros 3 reactores de la central.
La autoridad de seguridad nuclear francesa (ASN) clasificó el accidente en el nivel 6 sobre 7 en la escala internacional de eventos nucleares y radiológicos (INES). El presidente de la ANS André-Claude Lacoste indica: “El fenómeno se amplificó de manera totalmente diferente en comparación con el día pasado. Es cierto que ya estamos al nivel 6”. Este nivel todavía no supera el del accidente de Chernóbil que sucedió el 26 de abril de 1986 en Ucrania (ex-URSS) y que alcanzó el nivel 7 sobre esta escala INES. En Ucrania no hubo un terremoto, y se culpó la responsabilidad del drama a la administración soviética. No obstante, no se puede culpar al planeta de lo que sucedió en Japón, sino que hay responsabilidades mayores en los dueños de la central y quienes debían fiscalizarlos.
Los fallos de una empresa
La catástrofe nuclear de Fukushima no es solamente un Genpatsu-Shinsai sino también un desastre que atañe a las negligencias de la empresa privada administrativa de la planta nuclear. TEPCO, sucesora de la estatal Tokyo Electric Light Company, después de su privatización en 1950, es el cuarto productor mundial de electricidad y el administrador de varias centrales nucleares japonesas una de ellas, la de Fukushima.
El 12 de marzo, la firma se negó aceptar la ayuda que le propusieron EEUU y la AIEA para gestionar la catástrofe, según indica el periódico francés Le Monde. Y no sólo no quiso recibir ayuda, sino que ha demostrado absoluta falta de transparencia en los últimos días. El primer ministro japonés, Naoto Kan, criticó abiertamente la empresa y llegó a convocar a sus gerentes en Tokio para decirles que “¡Mientras las explosiones se están grabando por todas las televisiones, han  necesitado más de una hora en informar el gobierno!”. También cundió el rumor según el cual TEPCO, tras la primera explosión, despidió a sus empleados y colocó, al lugar de ellos, empleados de otras filiales, revela Le Monde. La reacción de Kan fue inmediata: “Ustedes están solos frente al problema. Marcharse de la central es imposible. Están listos para todo. Si se retiran ahora, será el fin de TEPCO”.
Pero el gobierno japonés también reconoció las carencias de sus funcionamientos: Akira Amari, el ministro de economía e industria, dijo que el estado japonés había previsto “acelerar las investigaciones para averiguar si los reactores podían resistir a varios escenarios de terremotos”. El accidente demuestra que no sólo los gobiernos autoritarios, al estilo URSS, faltan a la transparencia y esconden información, sino que es una práctica enseñada en los manuales de contención de crisis de las grandes corporacionesLa pregunta es ¿Quién realmente controla las actividades de TEPCO si esta responde a las variaciones del mercado?
Parece que el gobierno como las agencias de control japoneses son ineficaces. Por lo tanto, la empresa tokiota había elaborado objetivos y cartas, pero no fueron logrados. Según sus declaraciones, los esfuerzos de la empresa se enfocan en la seguridad de las comunidades locales y su confianza. Según el párrafo introductorio de la carta del grupo, “La misión de TEPCO es fomentar el dialogo y responder sinceramente a las expectativas, así como ganar la confianza de más gente posible en lo que atañe a [sus] actividades de negocios, o sea con los clientes, los miembros de la comunidad”. La misión no fue lograda, mucho menos en lo que atañe a sus objetivos. El primero de ellos es el  “Respeto a la vida humana y a la dignidad” o sea “dar la mayor prioridad a la seguridad con respecto a las actividades de negocios”, según reza su portal web. Incluso, en su planes para el 2020, TEPCO había previsto el reforzamiento de su política en contra de los riesgos. Pensaba establecer un plan para anticipar los problemas dados a terremotos, y desarrollar contramedidas en caso de “un accidente fatal”, entre otras cosas. Quería también desarrollar sus tecnologías de mantenimiento de las plantas y producir diagnósticos más eficaces. Claro que un imprevisto de la naturaleza se les adelantó demasiado.

Se propaga por el mundo radiación de Fukushima



VIENA    23 DE MARZO DE 2011
Los cielos de Europa están recibiendo pequeñas cantidades de partículas radiactivas procedentes de Fukushima. Ayer Alemania y Suiza detectaron en su atmósfera escasas cantidades de yodo radiactivo, lo mismo que ya había ocurrido en Francia, Finlandia e Islandia. Pero la cantidad es pequeña, señalan los expertos, y no resulta perjudicial para la salud. Por otra parte, la ministra de Agricultura y Consumo alemana, Ilse Aigner, aseguró ayer que el Ejecutivo va a extremar los controles sanitarios sobre los productos alimenticios procedentes de Japón para detectar posibles contaminaciones por radiactividad. Y es que en algunos estados cercanos a Japón ya se han detectado verduras con contaminación cultivadas en áreas no afectadas por el accidente. Los que ya han prohibido la importación de productos procedentes del estado nipón parece que son China y Corea del Sur. Pero junto a ambos estados, otras naciones del entorno han vetado la entrada de alimentos de las prefecturas en las que se ha hallado radiación.
Partículas radiactivas supuestamente provenientes de Japón han sido detectadas sobre Islandia, según las mediciones recogidos por las estaciones de radioisótopos de la comisión preparatoria de la Organización para la Prohibición Total de Pruebas Nucleares (CTBTO). La central de meteorología de Austria (ZAMG), que ha difundido hoy los datos más recientes, asegura que el pasado domingo se detectaron pequeñas cantidades de yodo-131 sobre Islandia, que supuestamente tienen su origen en la central nuclear de Fukushima, dañada el pasado día 11 por el terremoto y posterior tsunami. Sin embargo, los expertos austríacos destacan que las cantidades registradas de yodo radiactivo en la estación de Reikiavik no constituyen ningún tipo de peligro para la salud humana.
La ZAMG asegura asimismo que en la zona del desastre las corrientes de aire están transportando radiactividad hacia el Océano Pacífico, mientras que las lluvias han parado. Según los cálculos de la central austríaca, se espera para los próximos días más viento en dirección oeste, lo que llevaría a las partículas radiactivas nuevamente hacia el interior de Japón. La CTBTO, dependiente de la ONU y que tiene su sede en Viena, trasmite los datos de sus mediciones a los 182 estados miembros, que luego las hacen públicas si así lo desean, tal y como lo hace la ZAMG desde la semana pasada. La organización todavía no se encuentra en pleno funcionamiento, ya que una serie de países con programas nucleares por ahora no ha ratificado el tratado, lanzado en 1996. El objetivo es establecer una red de 337 estaciones de mediciones de diferente tipo, incluidas 80 que pueden registrar radioisótopos. Por ahora, la red cuenta con 264 estaciones, repartidas por todo el planeta
La Agencia de Protección Medioambiental escocesa (SEPA, por sus siglas en inglés) informó hoy haber hallado niveles bajos de yodo radioactivo en el aire de Gran Bretaña, procedentes de la planta nuclear Fukushima de Japón.  Según consigna la agencia de noticias Ansa y reproduce Télam, la SEPA indicó que una muestra de aire en Glasgow, en el suroeste de Escocia, incluye partículas radioactivas de la central nuclear japonesa. James Gemmill, científico a cargo de la unidad de sustancias radioactivas del organismo, afirmó que "la concentración del yodo es extremadamente baja" y por ende "no es de preocupación para la salud pública". Según Gemmill, el Reino Unido elevó el nivel de monitoreo del aire para detectar niveles de radioactividad procedentes de Japón.


domingo, 30 de diciembre de 2012

Mañana se acaba el protocolo de Kioto y el futuro medioambiental queda en la incertidumbre



Por: ANSA
CHILE    30 DE DICIEMBRE DE 2012
El 31 de diciembre termina el Protocolo de Kioto y comienza a funcionar una extensión de ese tratado, que no implica compromisos globales y evidencia el fracaso de negociaciones para frenar el calentamiento global.
"En Doha, hoy les preguntamos a los políticos: ¿En qué planeta viven? Evidentemente, no en el planeta donde la gente se muere debido a tormentas, inundaciones y sequías. Ni en el planeta donde las energías renovables están creciendo a ritmo acelerado mientras aumentan las restricciones al uso de combustibles contaminantes como el carbón. Sabíamos que las conversaciones sobre el clima en Doha iban a ser modestas, pero no llegaron ni a alcanzar las expectativas más bajas", dijo el director de Greenpeace, Kumi Naidoo, al terminar la conferencia de Qatar. Esa conferencia sobre cambio climático, la número 18, era la última oportunidad para evitar la muerte del Protocolo de Kioto, que había servido como compromiso global para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
En Doha, Qatar, y para seguir la línea de las conferencias previas, se firmó un acuerdo hasta 2020 sin la presencia de importantes contaminadores. Estados Unidos, Canadá, Japón y Rusia están afuera. De hecho, el acuerdo de extensión de Kioto sólo implica al 18% de las emisiones con respecto a 1990. Sin embargo, la secretaria ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, Cristiana Figueres, consideró que los resultados de Doha muestran "una vez más que las negociaciones internacionales avanzan en la dirección correcta".
"La historia nos juzgará por si hemos reducido los gases de efecto invernadero lo suficiente para evitar el peor cambio climático", expresó Figueres en una columna publicada el 18 de diciembre, como evaluación del desarrollo de Doha.
Fuente: La Tercera

Nuclenor ratifica cierre de la Central de Garoña



MADRID   29 DE DICIEMBRE DE 2012
El Consejo de Administración de Nuclenor ratificó este viernes la decisión del cese de la central nuclear de Santa María de Garoña después de que la pasada semana realizara la última parada no programada de su reactor. La empresa -propiedad a partes iguales de Endesa e Iberdrola¬- justifica la clausura de la planta en la redacción final de la ley de medidas fiscales para la sostenibilidad energética que, según sus cálculos, le supondría un pago de 153 millones de euros si siguiera abierta hasta el próximo mes de julio, como estaba previsto en un principio. Según la empresa, que asegura contar con unos fondos propios de 147 millones de euros y un resultado a 30 de septiembre de 9,6 millones, la "magnitud" del impuesto «nos situaría en patrimonio neto negativo y sin poder evitar la disolución de la sociedad».
En todo caso, el Consejo de Nuclenor ha presentado una consulta vinculante a la Dirección General deTributos del Ministerio de Hacienda para que confirme «la aplicación retroactiva del nuevo impuesto» que es el motivo esgrimido por las eléctricas para cerrar Garoña. En el caso de que el Gobierno ratifique los términos sobre la retroactividad de la Ley Nuclenor procedería «al cierre definitivo» como «único modo de salvaguardar los derechos de los trabajadores y la capacidad económica para realizar los trabajos de desmantelamiento».
Grupo ecologista celebra en las calles
30/12/12 — Ekologistak Martxan ha celebrado este domingo en Bilbao una 'flashmob' para celebrar el cierre de la central nuclear de Santa María de Garoña, lo que han considerado una "muy buena noticia para la sociedad y para el medio ambiente". Vestidos con monos aislantes y mascarillas, como si fueran trabajadores de la central, los participantes han protagonizado un 'striptease'. Se han ido desprendiendo de estas prendas mientras sonaba la música para acabar con su ropa de calle y brindar por el cierre de la planta nuclear. A su juicio, la central no era "necesaria ni barata", ya que "su poca producción eléctrica estaba cubierta con creces por energías renovables, y pagábamos por su electricidad el precio más caro, lo que suponía enormes beneficios para Iberdrola y Endesa".
Tras subrayar que Garoña cierra por su "oposición constante durante 40 años", la asociación ha criticado además que Iberdrola y Endesa tratan con el cierre de Garoña de "chantajear al Gobierno para que retire los nuevos impuestos de residuos radiactivos al resto de las centrales nucleares". "Ahora su apuesta es no tocar los beneficios del resto del parque nuclear. Reclamamos también un calendario de cierre de los siete reactores nucleares que continúan en operación", han exigido, para añadir que es necesario desarrollar además "un plan de revitalización de la zona de influencia de Garoña".

Fuentes: ABC y El Correo

Ocho soldados de la marina estadunidense demandan a TEPCO, por mentir sobre las radiaciones en Fukushima



CALIFORNIA    28 DE DICIEMBRE DE 2012
Ocho soldados de la Marina de Estados Unidos demandaron a la empresa japonesa TEPCO, a la que acusan de haber mentido sobre los peligros ligados a las radiaciones emanadas de la central nuclear de Fukushima tras el terrible accidente de marzo de 2011. Los militares reclaman centenares de millones de dólares a la compañía, a la que responsabilizan de haber engañado a sus capitanes sobre los niveles de radiación existentes en los alrededores de la central en momentos en que su portaaviones, el USS Ronald Reagan, participaba en operaciones de asistencia tras el terremoto y tsunami del 11 de marzo de 2011.
TEPCO y el gobierno japonés "aseguraron siempre que no había peligro de contaminación por las radiaciones para el USS Ronald Reagan y su tripulación", subraya el texto de la demanda, presentada ante una corte federal de California. Las autoridades japonesas insistieron en que no existía "peligro inmediato", al tiempo que "mentían descaradamente en relación a la fusión del reactor" de la central de Fukushima, agregaron los abogados de los demandantes. La denuncia acusa a TEPCO de negligencia e imprudencia y exige que la empresa sea reconocida responsable de la exposición a las radiaciones del portaaviones y su tripulación, así como de haber concebido una central que no era segura.

El Cisne Negro nuclear



Por: Marcel Coderch
Ingeniero y Escritor
MADRID    14 DE ABRIL DE 2011
Hasta bien entrado el siglo XVII, en Europa se utilizaba la expresión "cisne negro" cuando alguien quería referirse a una imposibilidad lógica o física, basándose en la creencia generalizada de que todos los cisnes eran blancos. En 1697, sin embargo, un explorador holandés descubrió que en Australia había cisnes negros y esta expresión, recientemente popularizada por el filósofo y financiero de origen libanés Nassim Nicholas Taleb, pasó a utilizarse para calificar cualquier idea o acontecimiento que durante mucho tiempo había sido tenido poco menos que por imposible pero que de repente un día se materializa. La teoría del cisne negro de Taleb se aplica pues a acontecimientos inesperados, que quedan fuera de las expectativas normales, ya sea en el ámbito científico, histórico, financiero o tecnológico, y que tienen un enorme impacto porque trastocan ideas básicas del tan admirado como discutible sentido común.
La tesis del libro de Taleb (El cisne negro: el impacto de lo altamente improbable, Paidós, 2008) es que las consecuencias de estos acontecimientos muy poco probables son enormes; que por lo general están infravaloradas; y que, en realidad, no son tan improbables como pensamos, ya que al tratarse de acontecimientos poco comunes no disponemos de suficientes observaciones para estimar su probabilidad con cierta precisión. También nos explica Taleb que los humanos hemos desarrollado mecanismos psicológicos de defensa frente a la incertidumbre que sesgan nuestro raciocinio, haciendo que evitemos imaginar y prever aquello que no deseamos que ocurra. Todo ello nos aleja de la racionalidad a la hora de entender, prever y actuar en relación a estos fenómenos. 
Sería difícil encontrar un ejemplo actual más apropiado de lo que es un cisne negro que el del desastre nuclear de Fukushima.
De siempre hemos sabido que la tecnología nuclear es intrínsecamente peligrosa porque supone la generación de enormes cantidades de elementos radiactivos que la naturaleza se había encargado de ir desintegrando a lo largo de centenares de millones de años.
Cuando surgió la especie humana ya solo quedaban en el planeta unos pocos elementos radiactivos de larga vida, como el uranio 235, que siguen calentando el subsuelo y cuyas radiaciones llegan a la superficie en forma de una pequeña radiactividad ambiental inevitable. Con el desarrollo de la energía nuclear, sin embargo, lo que hacemos es concentrar en un reactor este remanente de radiactividad de forma que, además de energía, generamos todo tipo de elementos altamente radiactivos que ya no existían en la naturaleza y que se mantendrán radiotóxicos durante decenas de miles de años.
Si todo va bien, son lo que denominamos "residuos nucleares", a los que todavía no hemos encontrado acomodo; y si las cosas se tuercen, como ocurrió en Chernóbil y ahora en Fukushima, los desperdigamos por la atmósfera, el mar, la tierra y las aguas subterráneas, incrementando de esta forma y hasta niveles muy peligrosos la radiactividad ambiental.
Fue precisamente uno de los padres de la energía nuclear, el físico italiano Enrico Fermi, quien primero expresó sus dudas al dejar dicho que "al producir energía con la fisión nuclear estamos creando radiactividad a una escala sin precedentes y de la que no tenemos experiencia alguna, por lo que veremos si la sociedad aceptará una tecnología que produce tanta radiactividad". 
Durante mucho tiempo, los partidarios de esta tecnología han intentado convencernos de que debemos aceptarla en virtud de lo que Alvin Weinberg, otro de sus padres, llamó "el pacto fáustico nuclear": la promesa de un futuro con energía barata y abundante a cambio de un riesgo radiactivo asumible. Y para que aceptáramos el pacto, nos aseguraron que construirían las centrales nucleares de forma que no sufriríamos las peores consecuencias de su radiactividad. Incluso se atrevieron a cuantificar esta seguridad, afirmando que la probabilidad de un accidente grave, con fusión del núcleo y liberación radiactiva al exterior, como en Fukushima, sería de un accidente cada 100.000 años-reactor; o lo que es lo mismo, uno cada 200 años para un parque mundial de reactores similar al actual, o cada 100 años si lo dobláramos.
Cuando los accidentes fueron sucediéndose con una frecuencia muy superior, las explicaciones eran cada vez más sofisticadas pero la conclusión siempre era la misma: hemos aprendido la lección y no volverá a suceder. Un claro ejemplo de lo que Taleb llama la falacia narrativa, una interpretación retrospectiva del cisne negro vivido que supuestamente reduce incertidumbres futuras. De hecho, hasta hace bien poco nos aseguraban que "otro Chernóbil es imposible" porque, decían, aquello fue consecuencia de una tecnología anticuada y de un sistema político y económico fallido. Y sin embargo está ocurriendo, a cámara lenta, en Japón, hasta hace poco la segunda economía mundial, y con tecnología norteamericana. Aquello que no podía ocurrir ha ocurrido, violando una vez más el pacto fáustico nuclear.
Pero es que, además, tampoco se ha cumplido la segunda parte de este pacto: la energía nuclear ni es abundante ni es barata, y menos va a serlo después de Fukushima. Hoy se concentra en cinco o seis países que representan más del 75% de una producción nuclear mundial que cubre menos del 3% de la energía final que consume la humanidad, y no parece que la situación vaya a cambiar mucho en las próximas décadas. Y en el aspecto económico, las recientes construcciones de Olkiluoto en Finlandia y de Flamanville en Francia no hacen sino repetir la experiencia del primer ciclo de construcciones nucleares: la incapacidad de la industria nuclear de cumplir con sus plazos y presupuestos. Por si fuera poco, las nuevas exigencias que se derivarán de lo ocurrido en Japón incrementarán de nuevo los costes, y muy probablemente pongan en cuestión el alargamiento de la vida de muchas centrales actuales; una prolongación por otra parte imprescindible si se quiere evitar el declive precipitado e irreversible de la energía nuclear.
La Unión Europea ha anunciado que va a recomendar la realización de pruebas de resistencia en todas las centrales europeas para determinar cuáles de ellas podrían resistir una agresión como la sufrida por los reactores de Fukushima, y clausurar las que no satisfagan los nuevos requisitos de seguridad. Está por ver cuáles serán estos nuevos requisitos, pero la propuesta francesa de excluir de estas pruebas las amenazas derivadas de actos terroristas y ataques aéreos a lo 11-S no parece razonable, ya que de lo que se trata es de que las centrales puedan sobrevivir a cualquier incidente que las prive de suministro eléctrico externo, puesto que esa ha sido la circunstancia que ha desencadenado el grave accidente de Fukushima
Claro está que el llamado station blackout no forma parte de los sucesos contemplados en el diseño base de ninguna de las centrales actualmente en funcionamiento, y que prepararlas para tal eventualidad puede suponer inversiones muy importantes, algo que al parecer los franceses quieren evitar por la cuenta que les trae.
Las promesas de energía nuclear abundante, barata y segura quedan hoy más lejanas que nunca, al tiempo que vamos conociendo la realidad de las consecuencias personales, económicas y medioambientales de un accidente grave en un país industrializado, todo lo cual invalida ambas contrapartidas del pacto fáustico que nos propuso Alvin Weinberg. De hecho, los hay que nunca creyeron las promesas de la industria nuclear y, entre ellos, en lugar prominente, están quienes precisamente son especialistas en valorar riesgos: las compañías de seguros. Siempre se han negado a cubrir la responsabilidad civil de una central nuclear, con lo que nos hemos visto obligados a promulgar leyes que eximen a las eléctricas de esta responsabilidad, más allá de cantidades que, como podremos comprobar en Japón, son simbólicas. 
A las compañías de seguros no les gustan las nucleares y es fácil comprobarlo leyendo cualquier póliza que tengan a mano. Verán que la letra pequeña dice: "Excluidos los riesgos por accidentes nucleares". Las consecuencias de los cisnes negros nucleares las tendremos pues que pagar de nuestros bolsillos o, lo que es peor, con nuestra salud, y por ello ha llegado el momento de hacerle caso al comisario europeo de la Energía, Günther Ottinger, y plantearnos cómo Europa podría cubrir sus necesidades energéticas futuras sin contar con la energía nuclear. No ya solo porque así lo prefiramos muchos, sino porque probablemente no tengamos más remedio.
Marcel Coderch, es autor con Núria Almirón de El espejismo nuclear. Los libros del lince, 2008.
Fuente: El País 

Un informe alertaba sobre el peligro de los osos polares en los zoológicos.



ARGENTINA    27 DE DICIEMBRE DE 2012
Luego de la muerte de Winner, el último oso polar del zoológico porteño como consecuencia de las altas temperaturas, salió a luz un informe de Auditoría General de la Ciudad publicado en el 2008. Allí advierte sobre el peligro que corrían los osos polares del zoológico porteño: "En el caso del oso polar, el recinto no posee las condiciones de temperatura adecuadas para su vida. Estanque y hábitat carecen de climatización, una falencia que otros zoos –Londres, Barcelona– han solucionado con equipos acondicionadores e incluso con nieve artificial. El Zoo, en el caso, ha incumplido con su propia propuesta plasmada en el PBCP, donde aseveraba que equipararía el recinto con aparatos de climatización. Si bien existieron proyectos para ello, hasta la fecha de cierre de las tareas de campo no se habían concretado”.
"Nuestros informes tienen dos caminos. Primero se le informa al Ejecutivo, al jefe de Gabinete y al responsable del área. En ese momento también se lo elevamos al ministro de Hacienda, Néstor Grindetti. Todos los legisladores fueron informados, nadie puede decir que no lo sabía", confesó la auditora Paula Oliveto Lago. "Si bien las condiciones de habitabilidad de la colección se ven fuertemente limitadas por la disponibilidad espacial, algunos animales se alojan en espacios exiguos –lobos marinos, orangután, ocelote, gato montés–, en recintos pasibles de mejoras y que, sumado a una baja tasa de nacimientos, refleja que las condiciones de tenencia de algunos individuos no son las más aceptables", sostiene otro segmento del documento.
Por último la notificación concluye alertando sobre la falta de análisis de la alimentación impartida a los animales del Zoo. “No existen datos confiables –fibra bruta, proteínas, palatabilidad, cantidad de materia fecal, etc.– que asistan a determinar una adecuada nutrición. Esta se basa en un equilibrio entre aportes y requerimientos, en estudios para determinar las necesidades o exigencias calóricas de las especies. Controles que el Zoo no efectúa, como tampoco relación entre calcio y fósforo; proteínas digeribles; vitaminas, minerales, microelementos, etc.", ratifica.
Fuente: Radio LV7

El fin de la quimera de la energía segura y (casi) gratis



Por: Pere Rusiñol
MADRID    20 DE MARZO DE 2011
En 1954, Lewis Strauss, financiero estadounidense entusiasta del uso nuclear para fines civiles, pronunció un discurso ante la Asociación Nacional de Escritores Científicos que quedaría como hito de la fe en el potencial de la energía nuclear para mejorar el mundo: auguró que llegaría a ser "demasiado barata para facturarla". 
Limpia, infinita, segura y, además, gratis: la gran utopía al alcance de la mano. Casi 57 años después, y pese a Chernóbil y a decenas de sustos y a quiebras económicas -entre ellas, la de Fecsa, aquí-, el eco de esta promesa aún se escuchaba con la música del "renacer nuclear". 
El pasado 8 de marzo, FAES, la fundación presidida por José María Aznar, presentó su informe Propuestas para una estrategia energética nacional, en el que participaron casi 30 expertos de máximo nivel, que no sólo abogaba por construir más nucleares y extender hasta los 60 años la vida de las actuales, sino que exhibía una fe que lo emparentaba con Strauss: la energía nuclear, insistía, es "sostenible, limpia, segura y económica". Sin matices. El entusiasmo no dejaba resquicio para el debate: "La gestión de los residuos radiactivos está asegurada y garantizada". Y todavía más: "La seguridad de las centrales nucleares está fuera de duda". 
Sólo tres días después, un terremoto arrasó Japón. Y no debe de haber ya nadie en todo el mundo que no haya oído hablar de Fukushima. "Fukushima supone un antes y un después equivalente al de Chernóbil, acabe como acabe. Ya no se puede decir que es un accidente en una dictadura decadente, sino que se trata de la democracia más pronuclear, junto con Francia", sostiene un alto cargo del Gobierno español experto en nucleares.
Debate abierto
La sensación de que el peligro de "apocalipsis" en Japón supone un antes y un después está muy extendida, aunque ello no zanjará ni mucho menos el debate nuclear. Los pronucleares seguirán defendiendo la necesidad de esta energía para recuperar la senda del crecimiento económico, insistirán en que, pese a todo, es bastante segura y subrayarán que no genera CO2 y que es barata. Los antinucleares responderán que el avance de las renovables la hace ya innecesaria, que la seguridad nunca será total, que sí genera CO2 si se analiza el ciclo nuclear completo y que sólo es barata si la gran inversión requerida está amortizada. El debate seguirá, pero ya sin la fe de Strauss: ese sueño resultó ser una quimera. 
"Seguimos convencidos de que no se puede prescindir de la energía nuclear para afrontar las crecientes demandas energéticas. Pero siempre estamos abiertos a replantear cosas y a aprender de lo sucedido", explica María Teresa Domínguez, presidenta del Foro Nuclear, que agrupa a la industria española del sector. "Hay que estudiar con mucho detalle lo que ha pasado y ver qué puede mejorarse", admite, comedida. 
Las posiciones más entusiastas, las que abrazaron la quimera de Strauss, no han sido patrimonio ideológico de nadie -se encuentran en la derecha y en la izquierda-, pero sí son una característica común de todos los think-tanks partidarios del libre mercado en estado puro. Pero paradójicamente fue el mercado el que primero señaló que el sueño de la energía nuclear baratísima y sin peligro era en realidad una quimera. Nunca se creyó las promesas: ni las aseguradoras quieren darle cobertura ni los inversores jugarse su dinero, salvo si el Estado corre con los gastos. 
La única fórmula que se encontró para incorporar a las aseguradoras al circuito fue eximirlas por ley de la responsabilidad civil y endosársela al Estado. Y así ha sucedido en todos los países que han abrazado esta energía, incluido España, desde que la Ley Price-Anderson abriera camino en EEUU, en 1957.
Alto riesgo
Aun así, ninguna empresa se atreve en solitario, como recalca el mismo Diccionario Mapfre de Seguros, que tiene entrada propia para "riesgo atómico": "Dada su gravedad, no es normalmente aceptado por aseguradoras individuales, sino que su cobertura suele corresponder a un pool o consorcio de aseguradores". 
Cuando a partir de 2007 empezaron a elevarse las cuantías mínimas a cubrir, ni siquiera sirvieron ya los pools. Y eso que la cifra asegurada es ínfima en relación con la responsabilidad civil que debería afrontar el Estado: el Congreso acaba de elevar en España el seguro obligatorio a 1.200 millones, cuando el Gobierno ucranio ha cifrado en 55.000 millones sólo los costes sanitarios de Chernóbil. 
"Se supone que las nucleares refuerzan la economía, pero lo que vemos es que la pueden llevar a la quiebra y las aseguradoras lo saben", opina Carlos Bravo, de Greenpeace. Tampoco hay inversores que se atrevan a lanzarse a construir centrales nucleares en un entorno de libre competencia. Ni siquiera ante la promesa de ayuda estatal: el último reactor construido en EEUU data de 1979, pese a que George W. Bush y Barack Obama han ofrecido préstamos preferentes que llegarían hasta el 80% del total de la inversión y que podrían llegar hasta 25.000 millones de euros en total. 
Pero el mercado no se fía de las bondades nucleares -ya en 1984, la revista Forbes calificó la energía nuclear del "mayor fiasco en la historia económica norteamericana"- ni siquiera para aportar ese 20% sin cobertura. Tampoco en España, donde la moratoria nuclear terminó de facto con la liberalización de 1997, se ha presentado un sólo proyecto privado de nueva construcción. Y esto que nadie era capaz aún de colocar en el mapa a Fukushima, que según todos los expertos exigirá gastos adicionales en seguridad. 
En la práctica, las centrales se construyen sólo cuando es el Estado el motor y garante del proceso, ya sea en China o en Francia, cuya energía procede en un 75% de las nucleares. "La inversión requerida es tan grande y a tan largo plazo, con tantas incertidumbres, que el riesgo es enorme", explica Santos Ruesga, catedrático de Economía de la UAM y experto en nucleares. Desde que empezó el negocio, a mediados de la década de 1950, el coste y el periodo de construcción de una central casi siempre han sido el doble o el triple del previsto en el plan de negocio. 
Un exhaustivo informe oficial de EEUU calculó que el coste de las 75 centrales estudiadas había superado los 145.000 millones de dólares cuando estaba previsto un desembolso de 45.000.

sábado, 29 de diciembre de 2012

Aprueban leyes que penalizan con cárcel maltrato animal en el DF



MÈXICO    29 DE DICIEMBRE DE 2012
El Pleno de la Asamblea Legislativa aprobó reformas al Código Penal para que la crueldad o el maltrato animal se castiguen con hasta 6 años de prisión y multas de más de 26 mil pesos. Las reformas al Código Penal del Distrito Federal establecen que se castigará con entre seis meses y dos años de prisión y una multa de hasta 6 mil 476 pesos a quienes lesionen a animales con crueldad o maltrato.
El catálogo de maltratos, según los legisladores, va desde patear o pegar, hasta balear, quemar, ahogar, colgar, envenenar y mutilar. Por ello, Antonio Padierna Luna, presidente de la Comisión de Administración y Procuración de Justicia, destacó que si el maltrato pone en riesgo la vida del animal, las penas y las multas se incrementarán.
“En caso de que se haga uso de métodos que provoquen un grave sufrimiento al animal previo a su muerte, las penas se aumentarán en una mitad. Se entenderá por métodos que causen un grave sufrimiento todos aquellos que lleven a una muerte no inmediata y prolonguen la agonía del animal, por actos de maltrato o crueldad se estará a lo dispuesto en la Ley de Protección Animal”, detalló.
Las reformas aprobadas al Código Penal también establecen que si un animal muere por maltrato o crueldad el delito se castigará con entre dos y cuatro años de cárcel y hasta cuatrocientos días de multa, es decir, 25 mil 900 pesos y se agravará si la muerte del animal causó sufrimiento, para quedar hasta en seis años de cárcel.
El diputado Jesús Sesma, del Partido Verde, explicó que hasta el momento Guerrero es el único estado que no cuenta con una Ley para proteger a los animales y que en el resto de las entidades, el maltrato animal sólo se sanciona con penas administrativas, lo que no ha inhibido el maltrato animal. Las reformas al Código Penal entrarán en vigor al día siguiente de su publicación en la Gaceta Oficial del Distrito Federal. 
Fuente: W Radio

Denuncian crueldad animal en Feria oaxaqueña



TUXTEPEC, OAXACA    29 DE DICIEMBRE DE 2012
La presidenta de la asociación Naricitas Húmedas, Griselda Martínez de los Santos se pronunció en contra de los abusos que se cometen contra las mascotas en la feria que se ubica en el muro bulevar Francisco Fernández Arteaga. “Los hamsters se encuentran en bolsas de plástico, en donde les es difícil respirar y moverse y son animales que requieren estar en constante movimiento, además están cerca de las luces blancas y eso les lastima la visión”, dijo.
“De la misma manera están los conejos y pollitos pintados de colores, con pinturas tóxicas, además dañándoles el pelaje; pero es también responsabilidad de los padres enseñarles a los hijos a no consumir este tipo de productos”, dijo. “Esta es una nueva modalidad de crueldad, antes te ganabas alcancías o juguetes, hoy utilizan como juguetes a los animalitos vivos y les dan una mala calidad de vida; basta ver a las tortugas que tiene en muy malas condiciones también, sin chequeos veterinarios”, dijo.
“Otros que están muy maltratados son los ponys que ponen a cargar aparatos pesados simulando un carrusel, hay que trabajar para pedir que pare esta crueldad; a las autoridades municipales hay que exigirles que se pongan las pilas”, dijo. “Existen varias cosas que podemos hacer por los animales y una es no permitir las vejaciones, pero se puede contribuir el próximo 31, con dejar de utilizar los fuegos artificiales, cohetes y explosivos, porque estos generan afectaciones de salud en perros y gatos principalmente, por eso es recomendación que se celebre sin ellos”, finalizó.
Fuente: Noticias.net

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