viernes, 26 de octubre de 2012

Un perro encadenado es una mascota infeliz




Por: Malvina Bush
MIAMI  •  17 DE NOVIEMBRE DE 2007
Es lamentable que algunas mascotas que no han sido entrenadas desde pequeñas a obedecer, que no saben quizá cómo comportarse dentro de la casa, tengan que vivir la mayor parte del tiempo --o quizá todo el tiempo-- encadenadas en el patio. Y mucho más cruel si esa cadena es corta. No obstante, si a pesar de esa crueldad la mascota recibe algún cariño, algunas palmaditas, algunas palabras estimulantes de sus dueños (¡y no crea que no entienden!), y si cuando llegan a casa, la sacan a caminar por el barrio, entonces ya es suficiente para no considerarse como crueldad animal. La mascota sabe que es querida, que recibe atención de sus dueños y puede soportar mejor el aislamiento y el encadenamiento porque sabe y vive para la recompensa que recibe luego.
Pero hay otras mascotas más desgraciadas, que viven encadenadas sin esperanza de nada, que sus dueños la ignoran como si fuera un objeto y no un animal sensible, que siente. ''No hay peor castigo para un animal que mantenerlo permanentemente encadenado, o con poco contacto afectuoso de sus dueños... Ese es un animal infeliz'', dice Tammy S. Grimes, fundadora de Dogs Deserve Better (www.dogsdeservebetter.org), una organización no lucrativa dedicada a informar sobre la crueldad y los peligros que representa un animal cruelmente encadenado.
''Imagine que usted está encadenado a una pared, una cerca, u otra cosa, día tras día, con un año tras otro. Que vive esperando que alguien venga para jugar. O que lo acaricie aunque sea un instante... una palmadita... una frase de afecto. Y nadie lo hace. Ansía correr, estirar las patas, pero todo lo que puede hacer es dar pasos de un lado a otro, en el pequeño espacio limitado por la cadena. A veces la misma cadena se enreda en algo y sus movimientos quedan aún más limitados, esperando que sus dueños le presten atención y lo desenreden. Sufre los días de mucho frío y aguanta el calor fuerte del verano. Ladra para saludar y llamar la atención, pero con el tiempo ya deja de hacerlo. Este cuadro es muy real y muchos lo hemos presenciado usualmente en el patio de algún vecino'', dice Tammy. 
Encadenar a una mascota no sólo es inhumano y una forma de crueldad, sino que además tiene el potencial de presentar problemas para los niños del barrio, sobre todo cuando se trata de un perro que vive encadenado y que no ha sido entrenado para socializar. Un animal así puede volverse muy territorial con su espacio y cualquier niño pequeño, que no esté siendo atendido por un adulto y que inocentemente entre en ese espacio puede ser atacado antes de que intervengan los adultos. Pregúntese: ¿es culpa del perro, de un animal que existe sin respeto ni amor, sin ejercicio o contacto humano, aislado socialmente? ¿O es en gran parte negligencia y abuso de su dueño? 
Decida usted. 
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