miércoles, 24 de octubre de 2012

Las ratas son solidarias


MADRID  |  5 DE JULIO DE 2007
La generosidad (como la maldad) es un rasgo intrínseco de la naturaleza humana; y es un rasgo extraño. Si la evolución de los seres humanos, como la de cualquier otra especie, se explica por el principio darwiniano de «supervivencia del más apto», ¿qué podría mover a un individuo a favorecer a sus congéneres? Hasta ahora se han propuesto dos explicaciones. Por un lado, los individuos ayudan a aquellos con los que están emparentados porque de ese modo protegen la herencia genética que comparten. Esto explicaría porque los padres ayudan a sus hijos o, incluso, a sus sobrinos. Una segunda explicación consiste en atribuir ese comportamiento a razones afectivas o culturales; lo que casi es decir que esa conducta es exclusiva del ser humano como especie superior dotada de inteligencia y sensibilidad.
Pero si sólo estas explicaciones son correctas, ¿por qué hay ratas que ayudan a otras con las que no están emparentadas? Michael Taborsky, un biólogo de la Universidad de Berna, ha realizado varios experimentos que confirman que especies «inferiores» pueden tener comportamientos auténticamente generosos. Es decir, actos que favorecen a individuos con los que no tienen parentesco, y que no les revierten ningún beneficio. Por ejemplo, se sitúa a una rata en un recinto en el que hay una palanca que, al accionarla, proporciona alimento a otra rata; pero no a sí misma. Algunas ratas presionan deliberadamente esa palanca, a pesar de no tener relación familiar con las ratas beneficiadas.
Pero lo más interesante del estudio del Taborski es la constatación de que la probabilidad de que una rata ayude a otra está correlacionada con la generosidad previamente recibida. Si un animal ha sido ayudado con una cantidad adicional de comida, la probabilidad de que ayude a otro es un 20% más elevada que si no ha sido ayudado. Este comportamiento, se denomina reciprocidad generalizada; y en contra de lo que se ha venido suponiendo, no es exclusivo de los seres humanos. Michael Taborsky cree que el reconocimiento potencia la solidaridad entre las ratas en un 50%. Señala que los individuos que reconocen a otros son más propensos a ayudar, incluso si no tienen ningún parentesco. Sin embargo, este reconocimiento sólo existiría bajo circunstancias especiales: «Los animales habrían de encontrarse con frecuencia, y tendrían que recordar lo que hicieron». De ahí que Taborsky crea que existe un segundo mecanismo que también favorecería la reciprocidad generalizada: el individuo simplemente repetiría su última acción. «Un mecanismo más sencillo y, por tanto, más decisivo desde la perspectiva de la evolución», opina.
En realidad, sólo se están dando los primeros pasos de una investigación que se presume larga. «Lo que ahora tenemos que averiguar es qué tipo de mecanismos psicológicos y neurológicos son responsables de este comportamiento», señala Taborsky, quien piensa continuar sus experimentos con peces de la familia de los cíclidos. Y es que, para el biólogo afincado en Suiza la reciprocidad generalizada es un comportamiento que podría descubrirse en muchas especies.

Fuente: El Mundo


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