martes, 23 de octubre de 2012

Por qué el Toro sí sufre



Por: MVZ José Enrique Zaldívar Laguía
ESPAÑA  • 13 DE ABRIL DE 2007
Los amigos de Equanimal me han pedido un resumen de mi contestación al estudio del Dr Illera, según el cual el toro no sufre durante la lidia o mejor dicho, en términos coloquiales, “que no lo pasa tan mal” como algunos pensamos.
El estudio del Dr Illera se basa en la medición de unos determinados parámetros hormonales, a saber: ACTH, cortisol y betaendorfinas. Las determinaciones de estas hormonas las ha hecho en cuatro grupos de toros:
-Toros transportados en camión (1)
-Toros que salen a la plaza y son devueltos a los corrales sin lidiar (2)
-Toros picados que son devueltos a los corrales (3)
-Toros picados y banderilleados que son devueltos a los corrales (4)
Sobre la ACTH y el cortisol podemos decir, simplificando mucho, que son medidores del estrés, siendo la primera precursora del segundo. Las betaendorfinas, simplificando también, quizás demasiado, son hormonas que el organismo produce como respuesta al dolor.
Pues bien, dado que los análisis indican que el grupo de toros (1) y (2), descargan más ACTH y por tanto más cortisol, que los toros de los grupos (3) y (4), el Dr Illera concluye que los primeros (1) y (2) sufren más (medido como estrés) que los toros de los grupos (3) y (4). Lo lógico es que fuera al revés, es decir que un toro que sufre una intensa agresión física y emocional como es la lidia, debería sufrir más que aquél toro al que no se somete a un castigo físico. Debéis saber que estas respuestas hormonales se realizan a través del sistema nervioso (estímulo-respuesta hormonal), pero se sabe y está científicamente demostrado que:
"Para que ocurran ciertas respuestas endocrinas, cómo la que media la liberación de cortisol a través de la ACTH, es necesario que estén INTACTOS el estímulo neuronal y la transducción de la señal al sistema nervioso central". Y añade: "por ejemplo, no existe respuesta de ACTH a operaciones en pacientes paraplégicos con transección de la médula espinal a nivel de la vértebra torácica."
La respuesta a estímulos nocioceptivos requiere VÍAS NEURONALES INTACTAS. En otro estudio, se puede leer: "el dolor actúa como un estímulo del sistema neuroendocrino. Los estímulos nocioceptivos no activan la respuesta HORMONAL (la que ha medido el Dr. Illera) a menos que estén INTACTAS las vías neuronales. La respuesta puede AMORTIGUARSE O EVITARSE por lesiones neuronales (demostrado con bloqueos anestésicos) o de la médula espinal".
Pues bien de una página protaurina he extraído los daños que según ellos provocan la puya en el toro:
“Cuando la puya no es colocada en su sitio (morrillo), se producen fracturas de apófisis espinosas vertebrales, fracturas de cartílagos, fracturas altas de las costillas, con hemorragias muy cerca de la columna vertebral cuya sangre se puede infiltrar entre las vértebras alcanzando el canal raquídeo y comprometiendo la médula espinal, provocando parálisis parciales en los miembros anteriores y músculos de la respiración."
Evidentemente si sumamos las banderillas a la puya, no nos equivocamos al decir que los daños neurológicos son aún mayores. Según esto, queda claro que se le provocan al toro serias lesiones neurológicas que impiden que la respuesta hormonal en lo que a ACTH y cortisol se refieren sean las que deberían ser, y es por eso que los toros de los grupos (3) y (4) tienen menos ACTH y cortisol que los de los grupos (1) y (2) que no tienen daño neurológico alguno. “LO QUE DEBERÍA SER NO PUEDE SER O LO QUE ES LO MISMO, LO QUE DEBERÍA PASAR, NO PASA”.
En cuanto a las betaendorfinas, el Dr Illera piensa qué, dado que el toro lidiado produce diez veces más que el ser humano, es capaz, y así lo afirma, de neutralizar el dolor que no niega que en un principio se le provoca. Desconozco en base a que comparación con el ser humano hace este comentario, pero si puedo afirmar que durante el parto la mujer descarga una gran cantidad de betaendorfinas, lo que no impide que este acontecimiento le produzca un enorme dolor. ¿Impiden las betaendorfinas el dolor en este caso?: no, y en la lidia, tampoco. Es más me atrevo a decir que a más betaendorfinas, más dolor. La fisiología demuestra que la respuesta está en función de la intensidad del estímulo.
Resulta lógico pensar, y así lo demuestran los estudios del Dr Illera que los toros de los grupos (1) y (2) descargan muchas menos betaendorfinas que los toros de los grupos (3) y (4). Es normal, ya que a los dos primeros no se les ha provocado dolor. Por tanto debemos concluir que en el estudio se habla de dos tipos de sufrimiento, el “psíquico” (estrés=ACTH-cortisol) y el físico (dolor=betaendorfinas)
En lo referente a la ACTH-cortisol, se sabe que en situaciones de normalidad, los organismos tienen una serie de mecanismos para mantener esta hormona en unos valores adecuados para la vida. ¿Cuándo se ven aumentados en sangre?: cuando hay una tensión física, emocional, dolor, traumatismos, inflamaciones, falta de oxígeno, hipoglucemia aguda, exposición al calor, hemorragias...
En lo referente a las betaendorfinas, se liberan a la sangre cuando hay un estrés, después de operaciones importantes, infecciones, traumatismos, hemorragias, choques circulatorios, ejercicio físico, shock neurogénico, hipotensión, hipertensión, bradicardia, taquicardia, insuficiencia respiratoria, y por supuesto dolor.
Después de leer esto es lógico pensar que el toro lidiado descargará gran cantidad de betaendorfinas, como así ocurre, pero no sólo como respuesta al dolor, sino además como consecuencia del sufrimiento cardiorrespiratorio que ese animal está padeciendo y que su organismo intenta solucionar. El problema aparece cuando pensamos que si la respuesta hormonal en cuanto a la ACTH y el cortisol no es la esperada porque hay un daño neurológico que lo impide, ¿por qué no ocurre lo mismo con las betaendorfinas?
Pues la respuesta científica a este hecho es:
Está perfectamente estudiado que la descarga de betaendorfinas también se produce por mediadores celulares, a través del sistema inmune, localmente en la zona donde se produce el dolor, es decir a nivel de los tejidos dañados. Lo hace liberando lo que se denomina POE. El POE más abundante liberado por los linfocitos es la betaendorfina. Su liberación a partir de células inmunes se produce principalmente por la acción del CRF y de la interleucina 1-beta, interleucina 6 y factor de necrosis tumoral alfa. ESTA REGULACIÓN SERÍA LA RESPONSABLE de la respuesta que aparece cuando se produce la agresión en una ZONA DENERVADA O BLOQUEADA POR LESIONES NEUROLÓGICAS importantes, ya que no existe o está disminuido el estímulo neurológico aferente (vuelven aquí a aparecer como sumamente importantes las lesiones provocadas por la puya y las banderillas). La integridad del sistema nervioso es indispensable.
Aquí radica el error en las conclusiones que ha hecho públicas el doctor Illera. Es decir que cuando hay un daño neurológico el organismo produce las betaendorfinas por otros mecanismos, cosa que no puede hacer con la ACTH y el cortisol.
Hasta aquí el resumen de la parte científica de mi contestación al estudio del Dr Illera. Entiendo que será todavía un poco complicado de entender para los que no estáis familiarizados con términos científicos pero si prestáis atención no creo que encontréis demasiadas dificultades. Entiendo que para muchos de los que estáis en contra de las corridas, entre los que evidentemente me encuentro, sobran todas estas consideraciones. Según mi punto de vista es objetivamente claro que el toro sufre. Basta con ver al toro en la plaza. Pero cuando un veterinario argumenta lo que se ha publicado y que además ha tenido un amplio eco en los medios de comunicación hay que rebatirlo con argumentos similares a los que él ha utilizado. Me causa aún más preocupación que un colectivo como el Consejo General de Colegios Veterinarios de España (máximo órgano de representación de mi profesión) haya incluido en un comunicado remitido a la Unión Europea, el estudio del Dr Illera al que han calificado como solvente. Me preocupa como antitaurino, pero mucho más como veterinario.
Entiendo que mis argumentos han tenido y tendrán un escaso eco, pero desde mi posición de clínico de pequeños animales, tampoco puedo hacer mucho más. He echado en falta la opinión de muchos otros compañeros de profesión que me consta que también son detractores de la fiesta, aunque no debemos ocultar que son muchos los que están a favor de ella. He hablado con muchos aficionados a los toros desde que publiqué en Internet mis conclusiones y lo curioso es que la gran mayoría reconocen que el toro sufre. Entre estas personas se encuentran algunos médicos de reconocido prestigio y no dan crédito a lo que en el estudio del Dr Illera se dice. No sólo por lo que argumenta, sino porque como aficionados y seguidores de las corridas en directo ven sumamente complicado la fiabilidad de un estudio hormonal que se ha realizado en las condiciones en que se ha hecho este. Evidentemente es ésta una impresión muy superficial ya que no tenemos datos suficientes para dar por sentada esta afirmación. Habrá que esperar la publicación de la tesis doctoral de la que forma parte este estudio para conocer con mayor amplitud lo que el la revista 6 toros 6 se ha publicado.
Si queréis acceder a la lectura completa de la respuesta al Dr Illera la podéis ver aquí

Fuente: Equanimal.org

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