Por: Yolanda Plaza Ruiz
ESPAÑA • 21 DE FEBRERO DE 2010
Estupefacta me he quedado al leer
esta noticia: “Cabe señalar que la
Diputación de Badajoz aporta cada año 404.000 euros al Patronato de
Tauromaquia”, así lo ha expresado el Vicepresidente de la Diputación de
Badajoz tal y como lo refleja un periódico de la zona. Por supuesto, esto es
sólo una gota del manantial (al parecer inagotable) que recibe el mundo de la
tauromaquia de los presupuestos provinciales, autonómicos y estatales en este
país. Mi estado de aturdimiento no es sólo por el gasto que supone seguir
intentando mantener con buen aspecto a la momia taurina, sino a la pasividad
con que el resto de los ciudadanos, no aficionados a esta fiesta macabra,
toleran imperturbables que el dinero recaudado con sus impuestos tenga un fin
tan siniestro.
Realmente ¿en España nos
encontramos tan boyantes economicamente para que continúe el chorreo de
transfusiones de dinero y sangre (sangre del toro, evidentemente) a un
colectivo desfasado, tan agonizante y moribundo?. Estos datos me hacen pensar
que la educación, la sanidad, la ayuda a los más desfavorecidos, a enfermos
crónicos y un largo etcétera, va “viento en popa” en Badajoz y el resto de los
diferentes rincones del país.
Acabo de pincharme (menos mal
que no he recibido las estocadas del pobre toro) y salgo de mi estado de shock.
Recupero la consciencia (el toro no la recupera, es la víctima mortal) y sigo
sufriendo una realidad patente y dolorosa: “El número de parados registrados en
las oficinas de los servicios públicos de empleo se situó al finalizar
diciembre al borde de cuatro millones de desempleados”.
Si a usted estimado lector, le
preguntasen: ¿quiere que parte de sus impuestos se dedique a subvencionar las
corridas de toros?, ¿prefiere seguir manteniendo estos espectáculos
denigrantes? o ¿se mostraría favorable a que este dinero se dedicara a ayudar a
los parados a encontrar trabajo, libros gratuitos para la enseñanza de los más
jóvenes, asistencia a ancianos desamparados, etc. etc. etc.?.
Aun tengo sangre en las venas y
no consiento que el dinero de mis impuestos se dedique a seguir transfundiendo
vida a una momia, un cadaver digno de figurar únicamente en algún museo, un
museo del espanto, por supuesto.
Fuente: Extremadura
Progresista
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