Por:
Josep-Maria Terricabras
Filósofo
BARCELONA • 10
DE MARZO DE 2010
La semana pasada, una
comisión del Parlament de Catalunya escuchó y debatió las opiniones de personas
y grupos que defendían la continuidad de las corridas de toros o que pedían su
prohibición. Los argumentos no fueron muy distintos, sino bastante repetidos
por cada parte. En el fondo, solo se debate si lo que se ha hecho hasta ahora
es moralmente correcto o no. Porque esta es la cuestión.
Algún medio ha dicho que
no era oportuno tocar el tema, que hay cosas más importantes que esta. No sé
por qué un Parlamento no puede hacer cosas diversas al mismo tiempo. No sé
quién tiene autoridad para decir, desde fuera, si el debate es oportuno o no,
cuando lo han pedido miles y miles de ciudadanos. Me temo que los que no
quieren que se produzca el debate –quizá por miedo a perderlo– lo disimulan
diciendo que el debate no es oportuno.
¿Acaso quieren decir que
sería más oportuno adoptar medidas para resolver la crisis económica y el paro,
o legislar sobre la inmigración? Porque resulta que todo eso no lo puede hacer
el Parlament de Catalunya. ¿No es muy inoportuno que no lo pueda hacer? ¿Por
qué no nos quejamos de eso?
Tuve el honor de
intervenir en la comisión del Parlament que trata el tema de los toros. Para
mí, al menos, fue una comparecencia agradable e instructiva. Señalé
precisamente que lo que no es oportuno es defender las corridas de toros sin
hacer un juicio ético o, mejor, queriendo disimular el juicio ético que se
hace.
Porque resulta que,
cuando se defienden las corridas por tradición, arte o gusto, y no se dice nada
más, simplemente se está aceptando que la tradición, el arte o el gusto ya son
un juicio ético, es decir, que la tradición, el arte o el gusto son buenos.
Pero, ¿lo son siempre? ¿Los hechos son siempre buenos? ¿Deben confundirse los
hechos con un juicio ético?
Estaría bien responder
directamente la pregunta ética clave: ¿es moralmente correcto infligir dolor
y sufrimiento a un ser vivo solo por mi gusto, por mi placer, porque siempre lo
he hecho?
Esa es la pregunta, la
pregunta necesaria y clara.
Quizá no será oportuna
para aquellos que no se la quieren hacer, pero es la que hay que hacer.
Fuente: El Periódico.com
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