Por: Ernesto Murillo Estrada *
LA PAZ, BOLIVIA • 2 DE FEBRERO DE 2010
Miguelito,
un niño torero de 12 años fue brutalmente corneado en una corrida taurina en
Colombia el pasado fin de semana, mientras que en Copenhague, Dinamarca, la
nueva sensación del fútbol es Alexander Jacobsen, más conocido como el pequeño
Ronaldinho. Tiene 14 años y varios empresarios han puesto los ojos en él.
Michelito
Lagravere es un pequeño de origen mexicano y había sido invitado a una corrida
en la plaza de toros de Cañaveralejo en Cali, donde su espectáculo era uno de los
más esperados. Seguramente, el público no era infantil, sino personas
mayores ansiosos de vivir emociones. Es que el morbo que llevamos dentro nos
orienta hacia caminos errados. No contento con las experiencias ingratas de la
semana, el hombre de hoy ha encontrado en el deporte y en particular en los
estadios y ruedos, el ambiente propicio para descargar sus instintos atávicos y
deleitarse con las amarguras ajenas.
Esta tendencia obsesiva, hacia lo
desagradable, lo cruel y lo prohibido es una enfermedad que provoca en el
hombre una atracción hacia los acontecimientos desagradables. “Cómo es que
se puedan alegrar por la patada que le dio ese jugador al otro y sin balón,
porque se alegra el público”, protestaba una señora en el estadio, mientras
su marido, que en algún momento ensayó una sonrisa intentó corregir la postura
ante el reclamo. El proverbio romano “panem et circum”, pan y circo para
saciar el ansia de la multitud amorfa que brama por ver sangre, es el peor
ejemplo para compararlo con el deporte, cuya filosofía parte de otros
principios más nobles y apunta a la construcción del ser humano íntegro. El
mandar esclavos al ruedo para que expiren en la arena, no dista mucho de la
angurria de empresarios y malos progenitores que permiten que sus hijos salten
al ruedo o a las canchas, cuando no disponen aún de los medios físicos para
defenderse.
Que el padre de familia permita que su hijo empiece a ganarse la
vida a los 14 años porque le pega bien el balón o el otro permita que su ser
querido entre al ruedo, para solaz de la multitud, muestra una mente enfermiza
de quienes ven el dinero por encima de los otros valores. De estos ejemplos
también los hemos tenido en el fútbol nacional, y hasta no faltó quienes lo
mostraron como hazaña. Ningún médico ni dirigente se opusieron en aquel momento
y hasta parecía que estaban de acuerdo con el circo.
* Comunicador Social y Filósofo
Publicado en: Radio FM Bolivia
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