VANCOUVER • 22 DE FEBRERO DE 2012
"Por supuesto que los delfines tienen conciencia de sí mismos.
Incluso se reconocían en televisión", contó hace algunos días a La
Tercera Rick O'Barry, el hombre que en los 60 entrenó a los delfines nariz de
botella que protagonizaron la popular serie Flipper y que hoy
está dedicado a denunciar la matanza indiscriminada de estos mamíferos marinos
con su documental The cove. Sólo un comentario anecdótico, dirá
usted. Quizás no. Porque la ciencia parece estar acercándose cada vez más a
reconocer estos cetáceos como "personas no humanas".
En efecto, fue en la cumbre anual de la Sociedad Americana para el Avance
de la Ciencia (AAAS), la más importante de su tipo y que se realiza en
Vancouver (Canadá), donde la comunidad científica escuchó los estudios que
describen las complejidades en el comportamiento de los delfines. Complejidades
que hacen referencia a una gran inteligencia, a la conciencia sobre el dolor
físico y emocional, y la capacidad de elegir sus acciones. Ya en enero de 2010,
investigadores reunidos en Helsinki, Finlandia, habían dado el primer paso,
cuando solicitaron que se los declarara como "personas no humanas",
petición que ahora concitó consenso.
Vamos por parte. Las investigaciones sobre el comportamiento de los
delfines datan de hace varios años, como una de 2006, que descubrió que estos
mamíferos usan nombres propios: expertos de la U. de Saint Andrews (Escocia)
trabajaron con delfines nariz de botella, grabaron sus silbidos, los
sintetizaron en un PC y determinaron que usaban distintos tonos para
distinguirse unos de otros. Pero una de las más importantes se dio a conocer
hace dos años. Lori Marino, académica de neurociencia y conducta biológica de
la U. de Emory (EE.UU.) y una de las expositoras en la AAAS, utilizó imágenes
de resonancia magnética para comprobar que los delfines tienen un cerebro más
grande que los chimpancés y más pequeño que el humano, pero altamente sofisticado.
"La neocorteza de los delfines, la parte más nueva del cerebro y
responsable del pensamiento de orden superior, es más grande y sofisticada que
la de los chimpancés. Esto nos dice que los delfines son pensadores complejos,
muy inteligentes", dijo a La Tercera en esa oportunidad. No es todo. Su
corteza cerebral, responsable de la resolución de problemas y una variedad de
otras características asociadas a la inteligencia humana, es muy compleja.
Según explicó Marino en la cumbre de la AAAS, en el cerebro de los delfines se
han encontrado neuronas que en el hombre se han vinculado a las emociones, la
cognición social y la capacidad de percibir lo que otros piensan. "Los
delfines poseen características como la autoconciencia, que antes se
consideraba exclusiva de los humanos", dice. Este último rasgo fue
descubierto gracias a espejos. Investigadores del Acuario de Nueva York
aplicaron marcas de colores en los cuerpos de dos ejemplares y luego los
expusieron a espejos. Junto con reconocerse a sí mismos, los delfines
inspeccionaron su cuerpo ante el espejo, aprendiendo rápidamente a usar esta
herramienta.
Esta investigación fue realizada por la académica de la U. de Nueva York
(EE.UU.) y también expositora en la AAAS Diane Reiss, quien, en otro estudio,
demostró que los delfines tienen la habilidad de aprender un idioma
rudimentario basado en símbolos y son capaces de transmitir conocimientos a sus
pares: un delfín que fue entrenado a desplazarse sobre su cola y luego puesto
en libertad enseñó el truco a otros en estado salvaje. Algo que, según los
expertos, fue sólo por diversión, porque moverse sobre la cola no cumple
ninguna función. Hay más: un estudio de la U. de Nueva Gales del Sur
(Australia) reveló que estos mamíferos enseñan a sus crías a utilizar esponjas
naturales para proteger su rostro mientras buscan peces con espinas. "Gran
parte de su aprendizaje es similar a lo que vemos en niños pequeños", dijo
Reiss en la cumbre.
Ahora, con su declaración en la AAAS, los expertos esperan convencer a
las autoridades internacionales de que establezcan un marco legal que proteja a
los cetáceos del cautiverio y caza.
Fuente: La
Tercera
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