martes, 21 de mayo de 2013

Guiso de Perro



Por: Julia Navarro
ESPAÑA |  18 DE MAYO DE 2013
Hace unos meses, los periódicos nos sorprendieron con la noticia de una empresa que se dedicaba a matar perros y a convertirlos en piensos y en harinas, amén de utilizar su carne para otros menesteres. No sé a ustedes, pero a mí la noticia me indignó. Precisamente, acababa de llegar de un viaje por China donde tuve un encontronazo con el guía que nos acompañaba. Estábamos en las afueras de Pekín e hicimos una parada en un lugar donde tenían colgadas varias pieles que, ¡ingenua de mí!, me parecieron de lobo. Pregunté al guía si había lobos por la zona y me respondió sonriente que no, que las pieles eran de perro. Y me contó que en China las familias salen los domingos al campo a hacerse un guiso de perro, de la misma manera que en España hacemos picnics con tortilla de patata y pimientos fritos.
Le dije que me parecía una salvajada, pero él se encogió de hombros, respondiendo: “Ustedes también comen cosas muy raras”. Mi hijo Álex, tan enojado como yo, encendió el móvil y buscó una foto de Argos. “Este es nuestro perro y es uno más de la familia. En realidad, es el más mimado de la casa”, le dijo al guía. Este volvió a sonreír y respondió: “Muy bien, pero aquí, a las mascotas como esta nos las comemos y luego vendemos la piel”. Mi hijo y yo nos miramos horrorizados. 
El pobre guía tuvo que aguantar que le sermoneara a cuenta de lo que califiqué de “una costumbre bárbara”. Y, la verdad, nunca me he sentido más contenta de ser vegetariana. Más tarde, Álex me dijo: “Yo creo que es verdad. Desde que hemos llegado, no hemos visto a nadie paseando perros, ni siquiera en los pueblos nos hemos tropezado con chuchos callejeros”. Me sentí reconfortada por vivir en un país, el nuestro, donde no nos comemos a los perros.
Tras aterrizar en Madrid, tropecé con la noticia de esa fábrica y pensé que era una estúpida por haber tenido cierto sentimiento de superioridad. Al menos, en China es una costumbre milenaria: se comen a los perros como nosotros a los corderos. Pero lo nuestro es peor. En esa fábrica, los encargados sometían a malos tratos a los perros, apenas les daban de comer y luego los hacían picadillo y los ponían en la cadena de distribución. Y no solo hay desalmados que hacen harina de perro. 
Luego están los cientos de personas que abandonan a sus mascotas con las más diversas excusas. O los que maltratan a los animales porque se creen superiores. Hace tiempo que yo abandoné mi afición por las corridas de toros. Y eso que en esta fiesta el animal, al menos, tiene las mismas oportunidades que el torero, no como en la fiesta de los “correbous” o en los encierros, en los que se les tortura sin ningún miramiento.
En fin, en todas partes cuecen habas. Y yo, que me sentí tan ufana en China porque en España no comemos perros, debería haberme parado a pensar que los españoles no somos precisamente un ejemplo en el trato que damos a los animales. No me cansaré de repetir que el grado de civilización de un país también se mide por cómo trata a los animales.
P. D.: Nos acercamos al verano y querría hacer un llamamiento a quienes estén pensando en deshacerse de sus mascotas. Me resulta insoportable ver a esos perros abandonados en la carretera, con los ojos cargados de estupor y sufrimiento. Por favor, no lo hagan: siempre existe una alternativa.
Fuente: Mujer Hoy

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