* Imágenes tomadas de Facebook
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VALENCIA | 15 DE AGOSTO DE 2013.
Su mayor don es también
su castigo. Su alta velocidad los diferencia de otras razas caninas, son
perfectos compañeros de caza, y esa circunstancia hace que tanto galgos como
podencos sean unos de los animales que más sufren a causa de la crueldad
humana.
Maltratados, abandonados y ahorcados lentamente cuando dejan de
resultar útiles para la actividad cinegética. La imagen dantesca que ofrecía el
lugar del que fueron rescatados 54 perros, el pasado domingo en el pueblo
valenciano Font d’en Carrós, refleja de forma elocuente su trágica situación.
Una imagen por desgracia demasiado frecuente en una España todavía demasiado
negra, con ribetes de sordidez y de miseria.
"Hemos visto cosas
espantosas, pero aquella visión superaba todo lo imaginable y se nos saltaron
las lágrimas", dice Daniel Carbonell, uno de los cinco miembros de la
asociación Galgos112 que acudieron al lugar de los hechos para ayudar a las
fuerzas del orden. "En sólo 15 metros cuadrados, bajo un techo de uralita
se hacinaban 54 perros, todos podencos menos dos hembras de galgo ya mayores.
Estaban sujetos con cadenas muy cortas que les impedían mover la cabeza o
sentarse. Casi todos mostraban síntomas de sarna, heridas a veces infectadas
con gusanos, úlceras y un pánico tremendo".
Los perros decomisados
están siendo tratados por los veterinarios de la asociación a la espera de ser
adoptados por alguien que les dé una vida mejor. Mientras tanto, los miembros
de Galgos112 van a denunciar por maltrato animal a su propietario que se ha ido
de rositas con una simple sanción administrativa. "Queremos que este
horrible suceso sirva como ejemplo, porque por desgracia zulos como éste hay
muchos en España ya que no existe un control eficaz sobre los animales de
caza", señala Carbonell.
Galgos112, que tomó su nombre del teléfono de
emergencias, funciona desde abril de 2008. En este tiempo han conseguido
tramitar 2.000 adopciones la mayoría en España, aunque también en países de
Europa, incluso Estados Unidos y México. Además de rescatar y recuperar a los
galgos y podencos, la asociación realiza una labor de concienciación en
escuelas y colegios para que en un futuro se acabe con la lacra del maltrato
animal.
Perfectos para convivir en familia
"Estamos
absolutamente desbordados porque somos un colectivo pequeño, formado por cien
voluntarios, no disponemos de un refugio y sólo podemos albergar a 150
perros", explica Nuria Murla, uno de los miembros de Galgos112. "Tantos
los galgos como los podencos son de natural algo tímidos y asustadizos, pero
magníficos para convivir con una familia", asegura Murla. "Son muy
tranquilos y buenos compañeros. No para tenerlos como guardianes en una caseta
en el jardín, sino para que estén en casa con los niños".
Aunque galgos y
podencos son muy semejantes, primos hermanos genéticamente hablando, los
primeros han eclipsado a los segundos y desde Galgos 112 se pretende aprovechar
el rescate de Font d’en Carrós para concienciar a los ciudadanos sobre la
existencia de esta raza que forma parte del acervo tradicional: Galgos o
podencos. Churras o merinas.
Ahorcamientos sádicos
Debido a la falta de
control sobre su crianza es imposible saber el número exacto que existe en
España, aunque se estima que ronda los 50.000. En los últimos años los medios
de comunicación han alertado sobre el trágico final de cientos, quizá miles de
ellos, que son ahorcados por sus amos cuando ya no resultan útiles para cazar.
Lo
que no todo el mundo sabe es que no se trata sólo de linchar al animal sino de
torturarlo para que se ahogue lentamente, y lo que resulta más aberrante, el
tiempo de tortura depende de las liebres que haya cazado. "A los buenos
cazadores se les hace sufrir menos tiempo", indica Murla. "Pero todos
sufren a lo largo de la vida porque se les priva de alimento para que cacen
mejor y cuando empiezan a perder facultades se les desecha".
El
entrenamiento agotador con vehículos de motor es otro de los suplicios que
galgos y podencos debían soportar hasta hace pocos años. Tras prohibir esa
práctica salvaje, la Junta de Andalucía intentó recuperarla y sólo gracias a la
presión internacional se dio marcha atrás. "Lo más irónico es que
Andalucía tiene una magnífica ley de protección animal equiparable a la de
Cataluña o a la que funciona en Holanda", señala Murla. "El problema
es que en esa comunidad no se aplica como es debido, aunque también tengo la
satisfacción de decir que en Andalucía también han adoptado muchos galgos como
animales de compañía".
Fuente: El
Mundo
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