Por: Anna Bolena Meléndez
CIUDAD DE MÉXICO | 15 DE AGOSTO DE 2013
Ayer se lograron salvar
seis perritos de la tienda MasKota en Santa Fe que estaban a punto de morir. Ya
reciben asistencia médica y se les buscará un hogar. Hoy pedimos por que se mejoren
y puedan olvidar ese terrible inicio de vida que esta cadena de comerciantes de
vidas animales les dio.
Bastante se ha dicho sobre la crueldad detrás de todos
estos establecimientos con sección de venta de animales, desde las tiendas
departamentales más grandes del país hasta los mercados como Pericoapa, pero me
gustaría añadir algo: a la sociedad le hace falta respetar la vida. No veo
hacia dónde va la humanidad sin ese sentimiento necesario para poder
calificarse de humano: valorar la vida.
El problema es que nuestro bendito ego
no nos permite darnos cuenta de que somos un mamífero más; que ni un perro ni
un toro ni un elefante merecen ser tratados a nuestro mugroso antojo solamente
porque tenemos —según nosotros— inteligencia superior y raciocinio. Criamos
animales para matarlos, para comerlos, para torturarlos y hasta para
divertirnos con ellos. Nos escudamos en argumentos pobres como que los animales
son animales y no piensan, no sienten. En todo esto me incluyo como parte de la
humanidad, mas no comparto, ni poquito, estas prácticas ni pensamientos.
Llaman
arte a la muerte sádica de un pobre animal que no pidió jugar ese juego. Lo
mutilan, lo humillan y el humano sanguinario sale en brazos como un gran héroe.
La gente apuesta a su mejor gallo en una partida de enferma agonía. Otros
graban cuando torturan criaturas que no les han hecho nada. Si un perro muerde
a un niño lo mandan sacrificar; si un hombre viola a una mujer, lo sueltan
después de una fianza.
Nuestra humanidad no
tiene parámetros lógicos, no tenemos nada, pues no respetamos la vida ajena. Fumigamos
un camino de hormigas porque podemos, porque somos grandotes y fuertes, porque
nos estorban. Nunca nos detenemos a pensar en la vida de esos bichitos que no
intentan hacernos daño. No buscamos la forma de que no interfieran con nuestras
vidas, sino que de una vez optamos por el camino rápido: matar.
En las calles,
los choferes aceleran para centrar al perro que desprevenido cruza la calle, a
otros les parece muy divertido amarrarlos al chasis de su carro y obligarlos a
correr hasta que desfallezcan y mueran bajo esas condiciones.
¿Humanos?
¿En
serio podemos llamar humanos a esta raza de bestias en la que nos hemos
convertido?
Alguien dijo en Twitter que el reflejo de nuestra humanidad está
justamente en esas vitrinas con animales moribundos. Así somos nosotros, una
sociedad con el alma moribunda, con la compasión marchita; con el respeto a la
vida, podrido.
¿Y qué vamos a hacer?
Si los que intentamos sacar la cara por
ellos somos llamados ilusos, imbéciles por no ayudar a encontrar la cura contra
el cáncer.
¿¡Qué hacemos poniendo el pecho por animales apestosos que no
cuentan en la sociedad!?
Por mi parte no dejaré de
luchar, porque si ayer logramos salvar a seis pequeños de las garras de estos descorazonados
comerciantes de la vida, quiere decir que existe una esperanza porque este
mundo, que debería ser de animales y humanos, se componga.
La cuenta para depositar a Fondo Bella y ayudar en
su labor de rescatistas perrunos, cambió por medidas de seguridad. Les dejo los
nuevos datos:fondobella@gmail.com, Banamex 5256 7880 1497 2491;
CLABE 002680900711312372. A nombre de Brenda Romero. www.twitter.com/AlasdeOrquidea www.taconesycorbatas.com www.alasdeorquidea.com
www.facebook.com/AlasdeOrquidea www.youtube.com/AlasdeOrquidea
Fuente: Excelsior
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