Por:
Adrian Foncillas
ESPÁÑA | 20 DE MARZO DE 2013
Japón sigue sin domar al monstruo de Fukushima dos
años después del desastre. Un apagón eléctrico inutilizó los sistemas de
refrigeración de cuatro reactores de la infausta central nuclear durante la
noche del lunes al martes. TEPCO, la compañía que gestiona la planta de Fukushima,
consiguió a última hora de ayer restablecer el funcionamiento en dos de ellos y
espera hacerlo en los restantes próximamente.
La noticia fue acompañada de mensajes
tranquilizadores. Según Tokio, se están utilizando "sistemas alternativos
para refrigerar las piscinas y no hay razón para la inquietud". La
compañía aseguró que las mediciones en las proximidades "no han registrado
cambios importantes en los niveles de radiactividad" y descartó una crisis
inminente. Masayuki Ono, su responsable ejecutivo, aclaró que la piscina en el
reactor 4 registra una temperatura de unos 30 grados, muy lejos de los 65
grados considerados peligrosos.
Ese reactor es el que plantea más riesgos porque
contiene más material: 1.330 barras de combustible usado y 200 sin usar. La
temperatura aumenta una media de 0,3 a 0,4 grados por hora sin suministro
eléctrico, lo que daría un margen de cuatro días.
Pero el último capítulo evidencia viejos problemas.
Por un lado, la fragilidad de la central. Desde que se registrara el accidente,
funciona con una maquinaria temporal, cuando muchos expertos piden que se
sustituya por un sistema más estable y permanente. Y por otro, la credibilidad
de TEPCO, con un historial de mentiras y escándalos tapados durante décadas. La
prensa local criticó con fuerza a la compañía por haber esperado tantas horas
antes de hacer público el último incidente.
Historia
Negra
Fukushima forma parte de la historia negra nuclear
desde que un tsunami barriera la central el 11 de marzo del 2011 y destrozara
sus sistemas de refrigeración. Las altas cantidades de radioactividad liberadas
en los siguientes días supusieron la mayor crisis desde el desastre atómico de
Chernóbil. Unos análisis realizados esta semana revelaron que un pez capturado
en las aguas cercanas a la central multiplicaba por 7.400 los niveles máximos
de cesio con carga radiactiva permitidos para el consumo humano. Estaba en la
red colocada para evitar que los animales más contaminados lleguen a alta mar.
Fuente:
El
Periódico Extremadura
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