MÉXICO | 16 DE MARZO DE 2013
Las mariposas monarca que
llegan a México cada mes de noviembre para hibernar son tantas que no hay forma
de contarlas. Millones, decenas de millones o cientos de millones. La única
manera que tienen los expertos de medir la población es calcular la superficie
que ocupan en los bosques del Estado de México y de Michoacán. Esta temporada
esa superficie ha disminuido un 59%: 1,9 hectáreas frente a las 2,89 del
ciclo de hibernación 2011-2012, lo que supone el nivel más bajo en 20 años,
desde que hay datos.
El uso de pesticidas y la
reducción del suelo agrícola en EE UU son algunos de los factores que amenazan
a las características mariposas naranjas y negras. Las monarca (Danaus
plexippus) protagonizan todos los años una de las migraciones animales más
impresionantes. Viajan más de 4.000 kilómetros al sur y atraviesan tres países:
Canadá, de donde proceden, Estados Unidos, que supone la mayor parte del
recorrido, y México. En los casi cinco meses que pasan en los bosques de pino y
oyamel mexicanos, las mariposas protagonizan un espectáculo que atrae a muchos
turistas. En el mes de marzo inician su regreso a la zona de los Grandes Lagos,
pero ninguna de las que parte de México llegará hasta allí, sino que durante el
viaje se sucederán hasta cuatro generaciones, como en una carrera de relevos.
Es durante ese viaje de
vuelta al norte cuando surgen los problemas que están afectando a su población.
“El cambio del uso del suelo de agrícola a industrial en EE UU y la
utilización de agroquímicos ha llevado a que se reduzca la presencia de plantas
de algodoncillo (Asclepias), el único alimento de estos insectos”, explica
Gloria Tavera, directora de la Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca. “Si
estas plantas siguen desapareciendo, las mariposas no podrán reproducirse
adecuadamente y serán menos las que regresen a México el año próximo”,
explica Tavera.
La reducción de la
superficie ocupada en México ha ido en descenso en los últimos años. Hace una
década, en el ciclo 2002-2003, las mariposas que llegaron desde Canadá ocuparon
7,54 hectáreas. La directora de la Reserva de la Biosfera, que fue declarada
Patrimonio de la Humanidad en 2008, asegura que si se cuida la presencia de
algodoncillo las mariposas volverán a reproducirse de la manera habitual.
"La especie no se va a extinguir, pero hay que tomar medidas",
afirma.
El director de WWF
México, Omar Vidal, también está preocupado por los datos de este último año. “Si
la población que llega es menor, las mariposas se vuelven más vulnerables. Por
ejemplo, si las monarca se concentran en un área muy pequeña y esta sufre una
gran helada, habrá menos supervivientes que si ocupan más superficie en los
bosques” explica Vidal. Cuando duermen, las monarca se amontonan por miles
en los árboles sin dejar que se vea ni un centímetro de la corteza. “Se
aplastan unas con otras para darse calor”, explica el guía del santuario de
Sierra Chincua, en el Estado de Michoacán. Solo cuando los rayos del sol
empiezan a apuntar a los árboles, las mariposas se despiertan y se echan a
volar. Entonces comienza el espectáculo de color naranja que en una mañana
cualquiera atrae a visitantes estadounidenses, franceses y españoles.
Los tres países por los
que pasan estos insectos están comprometidos en su conservación y las
autoridades mexicanas han asegurado que llevarán el tema al próximo encuentro a
tres bandas de la Comisión de Cooperación Ambiental. Justamente, el logotipo de
esta comisión es una mariposa monarca. "Estados Unidos tiene que
cumplir su parte como lo ha estado haciendo México. Hay que limitar el uso
de los herbicidas en los campos de soja y maíz si afectan al algodoncillo.
También hay que replantar esta especie para que las mariposas puedan
alimentarse durante su camino”, defiende Gloria Tavera. Ya hay iniciativas
ciudadanas que se ocupan de ello como la del profesor de la Universidad de
Kansas, Chip Taylor.
El proyecto que lidera, Monarch
Watch, coordina a voluntarios que replantan algodoncillo en sus jardines o en
zonas que están en la ruta que siguen estos insectos. A estas alturas del año
la mayor parte de las mariposas han salido ya hacia el norte y en breve
comenzarán a llegar a Texas, donde se produce el primer relevo generacional.
Sus tataranietas regresarán el próximo otoño a los mismos árboles mexicanos a
los que viajaron sus antepasados, siempre los mismos, completando así un ciclo
migratorio sobre el que los expertos aún tienen muchas incógnitas.
Fuente: El País
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