Cartel de PETA: "Aquí está el resto de tu abrigo" |
Por:
Martha Gutiérrez *
ARGENTINA | 1 DE MARZO DE 2013
En estas últimas tres décadas, la crueldad que
encierra la industria de la peletería ya no es un tema escondido. El movimiento
conservacionista mundial y las entidades de defensa de los animales han
trabajado mucho para poner de relieve la falta de empatía que soportan los
animales por parte del comercio de pieles, comenzando por los cazadores y los
criaderos. La industria de las pieles ha ejercido y ejerce una presión inmensa
sobre las especies silvestres, siendo responsable de colocar a muchas de ellas
al borde de la extinción, como ocurrió con el leopardo y otras especies de
felinos de piel manchada. Ya sea extraídos de la naturaleza o criados para
comerciarlas, las especies utilizadas en peletería son tratadas cruelmente y
mueren del mismo modo.
En
los criaderos
Independientemente de que estos establecimientos
sirven para el blanqueo de animales de la naturaleza, la vida de los que allí
se crían está totalmente reñida con los patrones de conducta de los animales. Las
hembras pasan varios años procreando en pequeñas jaulas de metal. Los cachorros
son separados y criados para el sacrificio. Debido al confinamiento reñido con
su naturaleza silvestre, se golpean contra las paredes, se lastiman y suelen
hacer canibalismo entre miembros de la camada. Algunas especies son criadas en
lugares sombríos, ya que el sol perjudica la piel y aquellas semi-acuáticas
como los visones tienen agua tan sólo en recipientes pequeños como bebederos. Los
métodos más comunes de sacrificio son el gas, la fractura de cuello o la
electrocución. Para esto último, se coloca un polo alrededor del hocico y el
otro en el ano. Algunos especimenes, según PETA News, suelen no inhalar
suficiente gas y reviven cuando están siendo despellejados.
La
crueldad en la caza
El 50% de los animales utilizados en peletería de
países industrializados proviene de la naturaleza. En esta instancia, la trampa
cepo de mandíbulas de acero, ha sido el método más empleado en todo el mundo
desde que se inventara 370 años atrás. 63 países del mundo han prohibido su uso
por considerarlo de extrema crueldad y por no posibilitar una caza selectiva.
Argentina nunca prohibió el uso de la trampa cepo.
Cuando el cepo se cierra sobre el animal la agonía
puede durar desde largas horas hasta varios días y aún semanas, depende de la
necesidad del cazador por recoger sus presas. Con los huesos fracturados o sus
músculos desgarrados, los animales inmovilizados son víctimas del dolor, la
sed, el hambre y el ataque de otros animales. A veces un animal que tiene una o
dos de sus extremidades apresadas consigue escapar a costa de masticarlas. Esto
suele ser el caso de hembras que tienen crías para alimentar en su madriguera. El
animal que está vivo a la llegada del cazador, es ultimado a golpes o asfixiado
parándose sobre la zona de pulmones con un pie y con el otro aplastando la
garganta. Al cazador no se le ocurriría dispararle un tiro de gracia ya que eso
implicaría perjudicar la piel. Las nutrias, castores y otros especímenes
semiacuáticos mueren ahogados, atrapados en el cepo colocado bajo el agua.
Buscando
soluciones humanitarias
He trabajado contra el uso de pieles desde joven,
cuando vivía en los Estados Unidos, y me inscribí en una sociedad protectora
que luchaba contra la trampa cepo para osos. Cuando después de 7 años llegué a
la Argentina, en 1973, no abandoné esa lucha, y pocos años más tarde me
presenté en la Dirección Nacional de Fauna y Flora para abordar esa temática.
Estudié mucho y cuando en la década del noventa hubo
una convocatoria de la Unión Europea para que el Organismo Internacional de
Normatización ISO pudiera evaluar y certificar las condiciones de estas trampas
con un criterio humanitario con miras a una Asamblea general que se llevaría a
cabo con la presencia de delegados de 11 países, entre los que se encontraba
Argentina. ADDA se unió a esa Comisión que funcionaba en IRAM, formada por
Directores de Fauna, Veterinarios, entes defensores de los animales como la
Sociedad Argentina Protectora de los Animales–ADDA y además tramperos,
cazadores, industriales de las pieles y fabricantes de trampas, grupos que
proponían una alternativa a la trampa cepo tradicional.
Cuando fue el tiempo de la reunión internacional
evaluatoria en Canadá, nuestro país tuvo que enviar representantes. Se
eligieron tres personas entre las cuales estaba y se votó al presidente de la
delegación, cargo que recayó en mi persona. Accedí a ser parte de la delegación
Argentina, pero decliné la presidencia que transferí a un veterinario. Los
puntos principales a debatir eran: comprobar de qué modo trabajaba cada país en
este tema, unificar modalidades y criterios, evaluar la supuesta trampa
mejorada que proponía el grupo de los cazadores y fabricantes de pieles y
además conseguir que el nuevo artefacto llevara el nombre de Trampa
Humanitaria. Ya en Canadá, se trabajó mucho en evaluaciones y posibilidades. La
trampa anunciada por el grupo pro comercio de pieles no sirvió, ya que el
mejoramiento consistía en un recubrimiento de los dientes del cepo que
igualmente fracturaba los huesos de los animales. No fue aprobada, pero dado
que no se había podido prohibir el comercio de pieles porque la Comisión de
Libre Comercio siempre acechaba para impedir esa prohibición, al menos
conseguimos que se prohibiera el título de Trampa Humanitaria para el artefacto
presentado. Resultado: la trampa cepo de mandíbulas de acero, sigue en vigencia
y es la más utilizada para la caza de animales. Las nutrias, los castores, los
zorros y otros caen en ellas y padecen hasta morir.
He contado esta pequeña y triste historia porque
está visto que en un mundo liderado por el comercio, quienes realmente podemos
ayudar a los animales somos los ciudadanos que recordamos algo verdaderamente
sencillo: No hay crueldad si no hay quien la compre. No hay mejor reemplazo
para las trampas de los cazadores y para las jaulas de los criaderos que la
voluntad sencilla de los ciudadanos que extienden su empatía hacia los animales
diciendo NO A LOS ABRIGOS, ADORNOS Y ARTÍCULOS DE PIEL.
* Martha Gutiérrez es periodista
y residenta de ADDA - Asociación para la Defensa de los Derechos del Animal. adda@fibertel.com.ar.www.adda.org.ar.
Fuente: El
Clarín
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