CIUDAD
DEL VATICANO | 23 DE ENERO
DE 2013
El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, negó cualquier
culpa de la Santa Sede en el tráfico ilegal de marfil que produce la matanza de
elefantes en África, pues la Iglesia católica condena todo maltrato a los
animales. En una larga nota, el sacerdote jesuita salió al paso de la
investigación publicada por la revista National
Geographic bajo el título “Culto al marfil” (Ivory Worship), que
acusó al gobierno central de la Iglesia católica de alentar la fabricación de
objetos religiosos con ese material.
“Nunca he escuchado o leído ni siquiera una palabra que
animase el uso del marfil para los objetos devocionales. Mucho menos existe
alguna organización promovida o animada por las autoridades de la Iglesia
católica para comerciar o importar marfil”, replicó Lombardi. “Y en la Ciudad
del Vaticano –es decir en el pequeñísimo Estado desde el cual es gobernada la
Iglesia católica- no existe algún negocio que venda objetos en marfil a los
fieles o a los peregrinos”, refirió.
El portavoz precisó que si existe un sacerdote en
Filipinas que parece tener responsabilidad en el comercio ilegal de los dientes
de elefante, eso no involucra en lo absoluto la responsabilidad del Vaticano,
el cual no sabe nada y no tiene nada que ver con él. Aclaró también que el
negocio Savelli, cercano a la Plaza de San Pedro y que ofrece algunos objetos
religiosos en marfil, pertenece a privados y no a una institución vaticana.
Empero
reconoció que tal vez existan casos de comercio ilícito del precioso material
utilizado en alguna parte del mundo para imágenes religiosas cristianas, usadas
por católicos. “Si estos casos son identificados, deben ser condenados
claramente por las autoridades competentes –civiles y religiosas- pero no
existe ningún motivo para atribuir al Vaticano responsabilidades que no tiene”,
apuntó.
Según Federico Lombardi la posición de la Iglesia y
su enseñanza sobre la violencia injustificada hacia los animales es clara y
presupone una condena moral general de las acciones humanas que llevan daño al
ambiente, a la flora y a la fauna. Especificó que los animales merecen un
tratamiento respetuoso, no pueden ser asesinados y ser obligados a sufrir
arbitrariamente. Además, sostuvo que el catolicismo promueve el respeto a
la legalidad y la responsabilidad de los gobernantes de hacer buenas leyes para
combatir los crímenes, además de empeñarse en hacerlas respetar. “La acción más
importante y más urgente sea aquella de sensibilizar a las comunidades
cristianas en los países interesados por los fenómenos más graves, para que
actúen en colaboración activa con todas las personas responsables y los otros
miembros de la comunidad civil en la que viven”, estableció.
Fuente:
Excelsior
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