MEXICO | 2 DE ENERO DE 2013
Aunque la Administración de Felipe Calderón mantuvo
un discurso de compromiso con los esfuerzos para frenar el calentamiento
global, las emisiones nacionales de gases de efecto invernadero (GEI) se mantuvieron
al alza entre 2006 y 2012, de acuerdo con estimaciones del Instituto Nacional
de Ecología y Cambio Climático (INECC). En la Quinta Comunicación Nacional ante
la Convención Marco de las Naciones Unidas Sobre el Cambio Climático, el
organismo reporta que el volumen de dichas emisiones pasó de 709 millones de
toneladas de bióxido de carbono equivalente a inicios del sexenio a 748
millones en 2010 y calcula que ascenderían a 772 millones para este año,
conforme a la tendencia de crecimiento o línea base. Las emisiones de GEI en
México, indica, aumentan a un ritmo de 1.5% anual.
No obstante, el INECC resalta que las acciones de
mitigación emprendidas habrían permitido para este año una reducción de hasta
52 millones de toneladas en las emisiones de GEI respecto a la línea base. El
informe destaca que la participación del sector energía en las emisiones
totales se incrementó de 56.9 a 67.3% entre 1990 y 2010, mientras que la de los
procesos industriales pasó de 5.4 a 8.2 y la de los desechos de 2.9 a 5.9. En
tanto, la del cambio de uso de suelo y la silvicultura se redujo de 18.2 a 6.3%
y la de la agricultura de 16.5 a 12.3. Sólo el transporte aporta el 22.2% de
las emisiones y la generación de electricidad el 21.8.
Según el reporte, la participación de los
petrolíferos en el consumo total de combustibles en el País se elevó de
60.5 a 61.6% entre 2000 y 2010, mientras que la de las fuentes
renovables de energía disminuyó de 9.4 a 7.5. En el caso de los procesos industriales,
señala el INECC, las actividades con mayor aportación a las emisiones de GEI
son la producción de cemento, el uso de caliza y dolomita y la fabricación de
hierro y acero, que en conjunto dan cuenta de más de tres cuartas partes del
total.
En el periodo 1990-2010, las emisiones de bióxido de
carbono en la categoría de procesos industriales tuvieron un cambio
significativo, que se reflejó en (la participación porcentual) de las
diferentes subcategorías”, apunta el informe. “Por ejemplo,(...) aumentó la
capacidad y el volumen de producción de cemento en México como consecuencia de
una mayor demanda nacional y el crecimiento de las exportaciones. De igual
manera, el crecimiento de la edificación y la construcción de infraestructura
en el País acarreó el aumento de la producción y consumo de piedra caliza y
dolomita”.
Por otro lado, indica, aunque las emisiones por
cambio de uso del suelo y explotación forestal se redujeron significativamente
entre 1991 y 2000, se mantuvieron relativamente estables en la década
posterior. “Las subcategorías que más emitieron fueron la conversión de bosques
y otras coberturas vegetales a usos de suelo agrícola, seguidas por el cambio
de carbono en suelos minerales, aparejado con los cambios en la biomasa de
bosques y otros reservorios. Cabe destacar que el proceso de abandono paulatino
de tierras agrícolas es un sumidero importante en el balance neto”, detalla. En la categoría de desechos el principal gas de
efecto invernadero emitido es el metano producto de la descomposición
anaeróbica de materia orgánica contenida en los residuos. Las actividades que
registraron mayor incremento en las emisiones de bióxido de carbono equivalente
entre 1990 y 2010 fueron las de eliminación de desechos sólidos, con 232 por
ciento; incineración de residuos, con 135, y tratamiento de aguas residuales,
con 126.
Señalan
vulnerabilidad ante evento climático
En la última década se han multiplicado las
evidencias de la alta vulnerabilidad de México frente a las anomalías
meteorológicas, advierte un reporte del Instituto Nacional de Ecología y Cambio
Climático (INECC). Las inundaciones en Tabasco entre 2007 y 2011 y la sequía en
el norte del país durante 2010 y 2011, indica la Quinta Comunicación Nacional
ante la Convención Marco de las Naciones Unidas Sobre el Cambio Climático, son
muestra clara de esa vulnerabilidad frente condiciones extremas. “Sin embargo,
para el país los peligros meteorológicos y climáticos no se reducen a sequías o
inundaciones, pues las ondas de calor o las tormentas intensas han tenido
también grandes costos económicos, sociales y ambientales”, apunta. El cambio climático puede haber influido en los
desastres de las décadas recientes, pero, subraya, éstos han sido consecuencia
en mayor medida por el aumento de la vulnerabilidad por diversos factores,
incluyendo los demográficos, los relacionados con condiciones económicas y las
políticas públicas de planeación y prevención.
Fuente:
Periódico
AM
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