ALEMANIA | 31 DE MAYO DE 2013
“No hemos conseguido avanzar
por años. Es contraproducente luchar contra molinos de vientos”. Con esa explicación,
Ursula Lüttmer-Ouazane, vocera de Monsanto Alemania, justificó la decisión del
mayor productor de semillas transgénicas del mundo de renunciar a sus intentos
de introducir plantas modificadas genéticamente al mercado europeo. “No vamos a
hacer ningún trabajo de lobby más para el cultivo en Europa”, añadió el
portavoz de Monsanto Europa, Brandon Mitcheneer, en entrevista con el periódico
alemán Tageszeitung. “Tampoco planeamos solicitar permisos para nuevos
cultivos”, agregó.
Monsanto debió enfrentar en Europa una escasa demanda por
parte de los agricultores. ”Hemos
comprendido que por el momento no existe una gran aceptación”, confirmó
Lüttmer-Ouazane. La compañía promete a sus compradores ventajas millonarias a
través de un incremento de la productividad y un menor gasto para la protección
de las plantas a través de técnicas genéticas y de semillas resistentes a
determinadas enfermedades.
A favor y en contra
El Ministerio de
Agricultura alemán optó por recordar su postura contraria a los productos
transgénicos. “Las promesas milagrosas de la industria de modificación genética
no se han cumplido ni para la agricultura en Europa ni para la agricultura en
los países en desarrollo o emergentes", indicó una portavoz del
ministerio.
Desde hace años existe un gran movimiento de protesta contra las
semillas modificadas genéticamente en Alemania. El Gobierno prohibió en 2009 el
cultivo del maíz transgénico MON810 de Monsanto, así como de la papa Amflora,
de BASF. Competidores del gigante estadounidense, como Bayer CropScience, la
citada BASF y Syngenta, decidieron también abandonar sus negocios de plantas
transgénicas en Alemania. Los defensores del medioambiente temen que se
produzcan riesgos incalculables para el entorno si se ponen en circulación
semillas modificadas genéticamente. Sin embargo, la diputada del partido
Liberal (FDP) Christel Happach-Kasan cree que la decisión será una “pérdida
para Alemania” en el ámbito de la ciencia, del mercado laboral y del valor
añadido.
Fuente: Deutsche
Welle en Español
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