SYDNEY | 12 DE JUNIO DE 2013
Durante un estudio
realizado por el Instituto de Salud y Medio Ambiente IHER de Australia,
interesado en la seguridad de los alimentos, junto a un equipo en Estados
Unidos, científicos dieron de comer soya y maíz transgénicos a un grupo de
cerdos en granjas de producción comercial y comprobaron un aumento de
enfermedades gástricas severas y un elevado peso del útero en las hembras. Se
seleccionó un grupo aleatorio de cerdos, con igual cantidad de machos y
hembras, y se los alimentó con soya y el maíz genéticamente modificado. A su
vez a otro grupo se le dio alimentación normal. Los resultados no mostraron
diferencias en la ganancia de peso, la mortalidad y las mediciones de sangre de
rutina.
Lo que se detectó fue una
mayor tasa de inflamación severa del estómago, equivalente a un 32% frente a un
12%. Incluso la inflamación fue más dañina en los machos. A su vez en las
hembras, los úteros de los cerdos con alimentación transgénica eran 25% más
pesados. La doctora Judy Carman, profesora afiliada a la Universidad Flinders,
Adelaide, Australia, comunicó que "encontramos estos resultados en
condiciones reales en las explotaciones agrícolas, no en un laboratorio, pero
con el beneficio añadido de controles científicos estrictos que no están
normalmente presentes en las granjas”. "En segundo lugar, se utilizaron
cerdos. Los cerdos con estos problemas de salud terminan en nuestro suministro
de alimentos. Nos los comemos”, agrega la especialista. Con una clara advertencia
por los potenciales peligros para la salud humana, la doctora Carman dice que
se estudiaron cerdos. "Los cerdos tienen un sistema digestivo similar a
las personas, por lo que tenemos que investigar si las personas también están
recibiendo los problemas digestivos de comer los cultivos transgénicos”,
advirtió la doctora Carman.
Fuente de la Imagen: JudyCarman.org
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Falta de regulaciones
El equipo de estudio
liderado por Carman explicó que los efectos adversos se encontraron cuando
alimentaron a los animales con una mezcla de cultivos transgénicos que
contienen tres tipos de genes, además de las proteínas transgénicas que estos
genes producen. Para Carman es extraño que “ningún (sistema) regulador de
alimentos en todo el mundo solicitó una evaluación de la seguridad de los
posibles efectos tóxicos de estas mezclas. Los reguladores simplemente asumen
que no pueden suceder”.
Los resultados
“proporcionan pruebas claras de que los reguladores deben evaluar la seguridad
de los cultivos transgénicos que contienen mezclas de genes transgénicos,
independientemente de si se producen esos genes en la planta de GM o en una
mezcla de plantas modificadas genéticamente que se consumen en la misma comida,
incluso si los reguladores ya han evaluado plantas transgénicas que contienen
genes transgénicos individuales en la mezcla”, señala el estudio.
No es el primer caso
El mismo problema fue
reportado en Estados Unidos en la revista de la agricultura Effektivt
Landbrug del 13 de abril de 2012 por el productor Borup Perderson, según
cita el Instituto de Ciencias y
Sustentabilidad en la Sociedad. Perderson describió que sus cerdos
sufrieron de síntomas que incluyen diarrea crónica, defectos de nacimiento,
problemas reproductivos, disminución del apetito, hinchazón, úlceras de
estómago, debilidad y lechones más pequeños, con la reducción de tamaño de las camadas. Para Perderson fue también un problema de rentabilidad de la
explotación, con un menor número de animales sanos, y crecientes costos de los medicamentos.
Un agricultor con sede en
Iowa, Howard Vlieger, uno de los coordinadores del estudio, dijo: "durante
el tiempo que los cultivos transgénicos han sido el suministro de alimentación,
hemos visto el aumento de los problemas digestivos y reproductivos en animales.
Ahora está científicamente documentado”, de acuerdo a lo citado por la doctora
Carman. "En mi experiencia, los agricultores han encontrado mayores costos
de producción y de uso de antibióticos en la alimentación durante la escalada
de los cultivos transgénicos. En algunas operaciones, la pérdida por la muerte
del ganado es alto, y hay problemas inexplicables, incluyendo abortos
espontáneos, malformaciones de los animales recién nacidos, y una apatía
general y la falta de satisfacción en los animales”, dijo Vlieger. El ganadero
explicó que en algunos casos, los animales que comen los cultivos transgénicos
son muy agresivos. “Esto no es sorprendente, dada la magnitud de la irritación
del estómago y la inflamación ya documentada”. “No he visto ningún beneficio
financiero para los agricultores que alimentan los cultivos transgénicos a sus
animales”, destacó Vlieger.
La investigación se
realizó en dos continentes y fue publicado en la revista Journal de los
sistemas orgánicos. En cada animal el estudio de su alimentación duró más de
cinco meses, lo que corresponde a la vida útil comercial normal de un cerdo. El
equipo de Judy Carman, incluyó a Howard R Vlieger, Larry J Ver Steeg, Verlyn E
Sneller, Garth W Robinson, Catherine A Clinch-Jones, Julie me Haynes, y John W
Edwards. En un estudio anterior realizado por otro grupo de científicos, esta
vez en un laboratorio, también sufrieron enfermedades. Se detectó que las ratas
al ser alimentadas con transgénicos, al llegar a la mitad de su vida sufren
malformaciones. Diversos grupos científicos instan a las autoridades tomar
medidas por los potenciales efectos dañinos a largo plazo en el ser humano.
Fuente: La
Gran Época
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