Por: Astor Ledezma
MÉXICO | 12 DE MAYO DE 2013
Un gran lastre para el
progreso (ya de por sí anquilosado) en materia de cultura, representa el
decreto firmado por el gobernador de Guanajuato Miguel Márquez Márquez, quien
pretende elevar la tauromaquia a rango cultural intangible de su estado.
El arte está definido por
hechos, no por palabras. Se podrán ataviar las corridas de toros con miles de
conceptos rebuscados, explicaciones absurdas y demás información que pretenda
darle un cariz artístico; sin embargo, no se puede cubrir la acción medular, la
tortura y muerte a la que son sometidos los toros en presencia de espectadores
que pagan por ver el derrame de sangre. No hay palabras, conceptos o
tradiciones que justifiquen la matanza de estos animales con meros fines de
esparcimiento.
El obispo de Celaya,
Benjamín Castillo Plascencia, declaró que “no se duelen sobre la vida del
hombre, pero sí de los animales”, refiriéndose a todos aquellos que muestran
rechazo ante tal decreto. El obispo ignora, o tal vez no desea reconocer, que
el individuo que muestra rechazo ante el maltrato animal posee una empatía
superior, que incluso sobrepasa las “barreras” de la especie. Son personas cuya
sensibilidad les permite reconocer (y de cierta manera sentir) el sufrimiento
no sólo de los humanos, sino también de los animales. Es absurdo, entonces,
pretender que se difunda la creencia de que aquellos que defienden a otras
especies “no se duelen sobre la vida del hombre”
A pesar de que la
tendencia demuestra que la sociedad está en contra de este tipo de actividades,
el gobernador de Guanajuato se empeña en arrastrar a su estado cuesta
abajo, con la intención de que sea el referente de una actividad que dista
mucho de ser progresista y que, por el contrario, nos remonta a tiempos
medievales y violentos.
Una pena por Guanajuato.
Fuente: SDP
Noticias
No hay comentarios:
Publicar un comentario