domingo, 19 de mayo de 2013

Ajenos al sufrimiento animal



Por: Luis Lauro Carrillo
“La grandeza de una Nación y su progreso moral
se puede juzgar por la forma en que son tratados sus animales”
Mahatma Gandhi.
MÉXICO |  17 DE MAYO DE 2013
La protección de los animales se ha convertido en una preocupación social, cultural y ambiental ampliamente expandida, cuya vinculación actual ha llevado a los gobiernos a cuestionarse sobre la vigencia de los regímenes jurídicos, y en consecuencia, asumir marcos" normativos a la altura de las exigencias éticas. 
Viene a cuento lo anterior por la reciente decisión del Congreso de Tamaulipas de rechazar la prohibición de las corridas de toros, por considerarlas un “patrimonio cultural”, mediante la aprobación del dictamen que declaró improcedente la iniciativa para reformar las Leyes de Espectáculos Taurinos y Protección Animal, propuesta por los legisladores del PVEM. 
Conviene señalar que los “constructores locales de la ley” además fundamentaron la negativa con otro argumento tan superficial, endeble e irracional, en el sentido de que no se puede prohibir corridas de toros en Tamaulipas, porque en la mayoría de los 32 estados de la republica no han legislado en esa materia. Es importante destacar que la cultura no es asunto secundario, ni puede constituir un privilegio del que disfruten solamente algunos tamaulipecos, sino que ella debería extenderse a todos, sin embargo la cultura taurina en la entidad es limitada y estamental que no debiera gozar de la especial atención del Estado. 
Ahora bien el patrimonio cultural no debería implicar desconocimiento del derecho a un ambiente sano, dentro del cual no solo queda comprendido el aspecto bio-físico de las lesiones y perjuicios que sufren los animales del espectáculo, sino el trato digno y respetuoso a los mismos con el propósito de evitar la crueldad en contra de éstos, conceptos que los diputados se pasaron por el arco del triunfo
Por tanto el maltrato a los animales genera una vulneración sistemática de los Derechos Humanos Ambientales, lo cual no está condicionado al reconocimiento de la titularidad de derechos a los animales, sino con la generación de impactos ambientales y culturales vinculados con la difusión de valores de crueldad, odio y daños injustificados en contra del ambiente. De tal suerte las normas estatales que actualmente permiten los espectáculos taurinos y la pelea de gallos, persiguen todo lo contrario, es decir, atentar contra el medio ambiente de manera injustificada, sometiendo a estos animales, que forman parte de la fauna de la naturaleza, a toda clase de tratos crueles, con el único fin de entretenimiento y diversión para satisfacer un interés particular morboso.
Por consiguiente un Estado social que se precie ser de Derecho, a través de la legislatura no debería desconocer el interés general, de ahí que debe primar la solidaridad no solamente entre personas, sino entre estos y el medio ambiente. 
Congreso de Tamaulipas
De igual modo considerar a la tauromaquia como “arte” resulta incongruente y carente de fundamentos éticos y científicos, pues el arte es un proceso de creación y construcción que da vida a una obra estética, quitar la vida a un animal como en el caso de las corridas de toros es sadismo, es un espectáculo salvaje. Empero cabe preguntar ¿es ético matar un indefenso animal para “crear” arte? No, porque estas tradiciones solo aportan más violencia y que no deben preservarse, estando obligado el Estado a través de la legislación a eliminarlas. Las corridas de toros van en contra de la dignidad humana, evidenciando a quienes participan en ellas, incluidos los diputados tamaulipecos como seres egoístas, ajenos al sufrimiento y a la sensibilidad hacia los animales.
Por otro lado la dignidad humana no se configura cuando el hombre o animal humano disfruta, goza con el maltrato que él mismo u otros le ocasionan a un animal no humano y cuando ese maltrato presupone para su disfrute la crueldad, que significa inhumanidad, fiereza de ánimo. En ese tenor esos actores parten del presupuesto de que el concepto de violencia tiene una visión que toma como paradigma el entorno de la existencia únicamente de la especie humana excluyendo la relación con otros seres vivos. 
Por consiguiente, la matanza de de toros en espectáculos taurinos son una muestra violenta y perturbadora de algunas acciones humanas, que no deben ser secundadas ni mucho menos protegidas por el Estado. Los animales tienen derechos y negar que sufran y reírse de este sufrimiento es, como se le quiera ver, otra prueba de la deshumanización. El ser humano no puede ni debe celebrar el dolor infligido a seres vivos, ni tiene sentido negar que tal insensibilidad se traslade luego y con fuerza a la furia contra seres humanos. Por lo que en el siglo XXI no se puede ni debería ejercer la violencia contra ningún ser vivo, ni siquiera con el argumento de la tradición o patrimonio cultural, que por cierto la tortura no es cultura en términos de cultivo intelectual de conocimientos.  
En definitiva los diputados de Tamaulipas con su actuación ignoraron que la constitución mexicana no sólo protege los derechos fundamentales de los seres humanos, sino que se trata de una Constitución “ecológica”, que propugnar la defensa del medio ambiente, en donde está incluida la fauna” y en ella los toros. La decisión fue basada más por ignorancia y razones políticas que humanitarias. lucarrso@hotmail.com Twitter: @luiscarrs

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