Por: Luis Lauro Carrillo
“La
grandeza de una Nación y su progreso moral
se puede juzgar por la forma en que son tratados sus animales”
Mahatma Gandhi.
se puede juzgar por la forma en que son tratados sus animales”
Mahatma Gandhi.
MÉXICO | 17 DE MAYO DE 2013
La
protección de los animales se ha convertido en una preocupación social,
cultural y ambiental ampliamente expandida, cuya vinculación actual ha llevado
a los gobiernos a cuestionarse sobre la vigencia de los regímenes jurídicos, y
en consecuencia, asumir marcos" normativos a la altura de las exigencias
éticas.
Viene a cuento lo anterior por la reciente decisión del Congreso de
Tamaulipas de rechazar la prohibición de las corridas de toros, por
considerarlas un “patrimonio cultural”, mediante la aprobación del dictamen que
declaró improcedente la iniciativa para reformar las Leyes de Espectáculos
Taurinos y Protección Animal, propuesta por los legisladores del PVEM.
Conviene
señalar que los “constructores locales de la ley” además fundamentaron la
negativa con otro argumento tan superficial, endeble e irracional, en el
sentido de que no se puede prohibir corridas de toros en Tamaulipas, porque en
la mayoría de los 32 estados de la republica no han legislado en esa materia. Es
importante destacar que la cultura no es asunto secundario, ni puede constituir
un privilegio del que disfruten solamente algunos tamaulipecos, sino que ella
debería extenderse a todos, sin embargo la cultura taurina en la entidad es
limitada y estamental que no debiera gozar de la especial atención del Estado.
Ahora
bien el patrimonio cultural no debería implicar desconocimiento del derecho a
un ambiente sano, dentro del cual no solo queda comprendido el aspecto
bio-físico de las lesiones y perjuicios que sufren los animales del
espectáculo, sino el trato digno y respetuoso a los mismos con el propósito de
evitar la crueldad en contra de éstos, conceptos que los diputados se pasaron
por el arco del triunfo.
Por tanto el maltrato a los animales genera una
vulneración sistemática de los Derechos Humanos Ambientales, lo cual no está
condicionado al reconocimiento de la titularidad de derechos a los animales,
sino con la generación de impactos ambientales y culturales vinculados con la
difusión de valores de crueldad, odio y daños injustificados en contra del
ambiente. De tal suerte las normas estatales que actualmente permiten los
espectáculos taurinos y la pelea de gallos, persiguen todo lo contrario, es
decir, atentar contra el medio ambiente de manera injustificada, sometiendo a
estos animales, que forman parte de la fauna de la naturaleza, a toda clase de
tratos crueles, con el único fin de entretenimiento y diversión para satisfacer
un interés particular morboso.
Por
consiguiente un Estado social que se precie ser de Derecho, a través de la
legislatura no debería desconocer el interés general, de ahí que debe primar la
solidaridad no solamente entre personas, sino entre estos y el medio ambiente.
Congreso de Tamaulipas |
De
igual modo considerar a la tauromaquia como “arte” resulta incongruente y
carente de fundamentos éticos y científicos, pues el arte es un proceso de
creación y construcción que da vida a una obra estética, quitar la vida a un
animal como en el caso de las corridas de toros es sadismo, es un espectáculo
salvaje. Empero cabe preguntar ¿es ético matar un indefenso animal para “crear”
arte? No, porque estas tradiciones solo aportan más violencia y que no deben preservarse,
estando obligado el Estado a través de la legislación a eliminarlas. Las
corridas de toros van en contra de la dignidad humana, evidenciando a quienes
participan en ellas, incluidos los diputados tamaulipecos como seres egoístas,
ajenos al sufrimiento y a la sensibilidad hacia los animales.
Por
otro lado la dignidad humana no se configura cuando el hombre o animal humano
disfruta, goza con el maltrato que él mismo u otros le ocasionan a un animal no
humano y cuando ese maltrato presupone para su disfrute la crueldad, que
significa inhumanidad, fiereza de ánimo. En ese tenor esos actores parten del
presupuesto de que el concepto de violencia tiene una visión que toma como
paradigma el entorno de la existencia únicamente de la especie humana excluyendo
la relación con otros seres vivos.
Por consiguiente, la matanza de de toros en
espectáculos taurinos son una muestra violenta y perturbadora de algunas
acciones humanas, que no deben ser secundadas ni mucho menos protegidas por el
Estado. Los animales tienen derechos y negar que sufran y reírse de este
sufrimiento es, como se le quiera ver, otra prueba de la deshumanización. El
ser humano no puede ni debe celebrar el dolor infligido a seres vivos, ni tiene
sentido negar que tal insensibilidad se traslade luego y con fuerza a la furia
contra seres humanos. Por lo que en el siglo XXI no se puede ni debería ejercer
la violencia contra ningún ser vivo, ni siquiera con el argumento de la
tradición o patrimonio cultural, que por cierto la tortura no es cultura en
términos de cultivo intelectual de conocimientos.
En definitiva los
diputados de Tamaulipas con su actuación ignoraron que la constitución mexicana
no sólo protege los derechos fundamentales de los seres humanos, sino que se
trata de una Constitución “ecológica”, que propugnar la defensa del medio
ambiente, en donde está incluida la fauna” y en ella los toros. La decisión fue
basada más por ignorancia y razones políticas que humanitarias. lucarrso@hotmail.com
Twitter: @luiscarrs
Fuente:
Diario
La Verdad
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