Por: Ricardo Rondón
PERÚ • 11 DE OCTUBRE DE 2007
Octubre, mes morado. Miles de peruanos llenos de
fervor salen a las calles, algunos con hábitos y cirios en mano, para rendir
homenaje al Cristo de Pachacamilla en una de las manifestaciones religiosas mas
multitudinarias del mundo. Lima se convierte en la capital del turrón Doña Pepa, del picarón y de
los sabrosos anticuchos. Cadenetas complementan el fervor de los católicos en
los distritos donde va la procesión.
Sin embargo, me pregunto,
cómo fechas tan religiosas y emblemáticas pueden estar asociadas a una de las
manifestaciones mas crueles y violentas que el hombre haya podido crear (con el
único afán de obtener estatus): las corridas de toros. Filudas banderillas,
sables y puñales asegurarán la muerte de animales que no podrán impedir su
fatal destino y mucho menos expresar su dolor frente a las punzantes estocadas
del matador.
"Feria de El Señor de
los Milagros" es la llamada 'fiesta' donde el mejor matador en traje de
luces competirá por el codiciado "Escapulario del Oro". Tamaña barbaridad se lleva a cabo en nombre de Dios mientras algunos
'lords' llegan en lujosos autos mostrando sus mejores atuendos y finas joyas. Estos
sujetos beben vino, gritan: "Olé" desde sus privilegiados palcos y
luego de exacerbar sus ánimos, azuzar sus instintos y alimentar sus deseos
homicidas, deciden bajar el dedo en las arenas de Acho para que el torero de
muerte a un debilitado y agotado animal. ¡Todo un circo romano!
Uno de los argumentos que más utilizan los amantes
de esta desgraciada y añeja costumbre manifiestan que la agresividad del
"toro de lidia" se ha obtenido a través de una selección artificial
genética inducida por el hombre. El ganadero pretende conseguir con esto que el
animal sea especialmente salvaje y cuando se sienta en peligro ataque a su
agresor sin huir. A eso los fanáticos le llaman nobleza y linaje del toro.
Claro está que ninguno de los argumentos que exponen los amantes de la
tauromaquia podría justificar la tortura y el sufrimiento del animal. El toro es un mamífero
superior con un sistema nervioso muy similar al nuestro, por ello es
perfectamente capaz de sentir el pánico, la agresión, el dolor y daño físico al
que se le somete. Si existe un mínimo de sinceridad en tan dignos y célebres
señorones, recomendaríamos que empiecen por admitir que hay una inevitable
sensación macabra al momento de acudir y comprar sus abonos y entradas para
compartir el escabroso placer de relamerse y excitarse con sangre ajena.
Es lamentable observar la
gran concurrencia que tienen las corridas en Acho, las mismas que incluyen
mujeres y niños. Esta "fiesta taurina" no es otra cosa que un gran
negocio que mueve fuertes capitales y, como para no creerlo, está calificada en
nuestro país como espectáculo cultural (increíblemente está exonerada de
impuestos). En otras palabras, usted o yo,
que no hemos matado a nadie, estamos obligados a pagar impuestos por cada
actividad que realicemos, sin embargo, esta matanza indiscriminada que motiva y
promueve la violencia en nuestro país no tiene sanción alguna.
Nuevamente nos encontramos con
la eterna lucha del abusador y el abusado puesta de manifiesto en su máximo
esplendor, el eterno dominio del poderoso sobre el desprotegido. Hay de todo en
la viña del Señor, desde señoronas de negra conciencia que buscan ganarse el
cielo haciendo obras de beneficencia, hasta falsos creyentes que piden milagros
mientras celebran el sacrificio innecesario de un animal. No conforme con ello
se dan el lujo de exigir se mutile una oreja o rabo para entregarla como trofeo
al verdugo. ¿Hasta cuándo debemos soportar esta miseria humana? ¿Hay necesidad
de mezclar la fe con el sadismo de esta feria taurina? Pareciera que muchos
están interesados en mostrarnos al mundo como un país salvaje y atrasado. No
cabe duda que en tierra de ciegos el tuerto es rey. Aprendamos a decir basta
ante la injusticia y no guardemos silencio que eso nos hace cómplices. Quiero
seguir pensando que a pesar de todo otro mundo es posible.
entretenimiento@interlatincorp.com
Fuente: Perú.com
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