Por: María José Navarro
ESPAÑA • 12 DE NOVIEMBRE DE 2008
Recientes estudios realizados por ecólogos
dieron como resultado que los animales tienen un mecanismo interno para la
regulación del crecimiento de la población. Ninguna especie se reproduce sin
medida ni meta. La cantidad de nacimientos no se limita desde fuera, sino a
través de una medida interna. En consecuencia, la caza por este motivo no sólo
es inútil, sino que es totalmente innecesaria.
El ser humano no tiene por ello
que asumir el papel de un falso salteador de caminos para reemplazar a los
"enemigos naturales de los animales". Él solo estorba la armonía
interna de la naturaleza, destroza los lazos sociales de los animales, destruye
sus lugares de descanso y zonas de alimentación y desencadena migraciones de
gran consideración que se encuentran fuera de su ritmo natural. En el caso de
los jabalís los cazadores apuntan primero a la hembra, que tiene en la manada
un papel de líder, y la matan.
Al cazador le tiene sin cuidado que con ello no
sólo se interrumpa sino que se destruya la estructura social de los animales.
En el caso de las liebres, el cazador saluda con una carga de perdigones que no
sólo traspasan la piel de la víctima, sino que se filtran por todo el sistema
nervioso que se encuentra debajo de ella. Las liebres se retuercen despavoridas
de dolor, gritando a menudo como niños pequeños. Entonces se acerca el
orgulloso cazador y la golpea hasta matarla. Así se podría seguir relatando
como lo hacen con los corzos, gamos, perdices, pajarillos, etc.
La palabra
caza, tan terrible como es, se presenta como un eufemismo. En realidad se trata
del gusto de matar, pues la caza, tal y como la defienden los cazadores, no
controla la población de animales, ésta se ha regulado sola desde tiempos
inmemoriales. "La caza es siempre una forma de ir a la guerra", dijo
el famoso poeta alemán Goethe y "Del asesinato a los animales al asesinato
de los hombres, hay sólo un pequeño paso", dijo el escritor ruso León
Tolstoi. Y en la actualidad cada vez más personas notan que es así.
Fuente: La Opinión de
Tenerife
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