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Instalaciones de Granjas Carroll en Perote, Veracruz |
Por: Silvia Ribeiro / Alainet
MÉXICO | 14 DE AGOSTO DE
2014
La producción industrial
de carnes y sus derivados se está convirtiendo en un enorme problema de
contaminación ambiental y despojo de tierras y agua. Es también uno de los
mayores factores de cambio climático y el principal destino global de los
cultivos transgénicos. Por si fuera poco, la cría industrial confinada de
animales se caracteriza por la crueldad y debido al hacinamiento y la gran
cantidad de antivirales y antibióticos que se aplican, es un criadero de nuevas
enfermedades animales y humanas, como la gripe aviar y la gripe porcina.

El caso de Granjas
Carroll en México es un ejemplo paradigmático de muchos de los impactos y modos
de operación que caracterizan a esta industria. La empresa fue comprada
parcialmente en 1994, por Smithfield Company, trasnacional estadunidense que
era la mayor productora mundial de carne de cerdo y que al llegar a México
intensificó y aumentó su producción aún más. Smithfield se trasladó a México
huyendo de varias demandas millonarias por la grave contaminación provocada por
sus instalaciones en Estados Unidos. Llegó aquí aprovechando la falta de
regulación y fiscalización que México ofreció, de facto, como ventaja
comparativa en el TLCAN, a las industrias contaminantes de Norteamérica.
La contaminación y las
protestas de los habitantes de pueblos vecinos, afectados por el envenenamiento
de sus suelos, aguas subterráneas y aire no tuvieron aquí consecuencias para
Smithfield. Los gobiernos de Puebla y Veracruz se encargaron de criminalizar y
perseguir a las víctimas que protestaron por la contaminación.
En 2013, la mayor
procesadora de carne de China, Shuanghui, compró Smithfield, en una operación
típica de la actual tendencia global de esta industria: megaempresas
procesadoras de alimentos de Brasil, India y China han ido comprando empresas
de producción, faena y procesamiento de carnes, lácteos y huevos en todo el
mundo. Actualmente, JBS SA, de matriz brasileña, es la mayor productora global
de carne vacuna y luego de la adquisición en 2013 de Seara Brasil, también la
mayor productora global de aves.
JBS está entre los 10 procesadores de
alimentos más grandes del planeta y es líder en capacidad de faenado. Supera en
ingresos anuales a tradicionales gigantes de la industria alimentaria, como
Unilever, Cargill y Danone. JBS tiene capacidad para faenar diariamente 85 mil
cabezas de ganado bovino, 70 mil cerdos y 12 millones de aves, que distribuye
en 150 países. Le siguen en volumen Tyson Foods y Cargill. Esta última tiene un
cuarto del mercado cárnico de Estados Unidos y es la mayor exportadora de carne
en Argentina. En cuarto lugar está Brasil Foods (BRF), producto de la fusión de
las megaempresas Sadia y Perdigão en 2012.

La industria de la carne
no se ha detenido y sigue buscando escalas cada vez mayores. La concentración
se da en dos niveles: a través de fusiones y adquisiciones –creando empresas
cada vez más grandes– e intensificando la producción: aceleran el crecimiento
artificialmente, agrandan los centros de cría, aumentan la cantidad de animales
por superficie y el ritmo de procesamiento.

Las grandes instalaciones
de cría animal industrial eliminan fuentes de ingreso para millones de
campesinos y pequeños ganaderos a escala mundial, al tiempo que reducen las
opciones de los consumidores. Aumentan las ganancias de trasnacionales,
accionistas e inversores, a costa de poner en riesgo la salud, causar
sufrimiento animal, eliminar la diversidad de razas, minar la seguridad y
soberanía alimentarias, contaminar y abusar del agua, entre otros impactos.
Fuente: Rebelión
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