ESPAÑA | 3 DE JULIO DE 2014
Un estudio científico en
EEUU culpa a varias explotaciones de fracking de causar más de 2.000
terremotos en Oklahoma. Este estado destaca entre los que más operaciones
tienen de fractura hidráulica o fracking en todo el país y ha experimentado un
espectacular aumento de los seísmos en los últimos cinco años. Los geólogos han
bautizado a la serie de terremotos como el “enjambre de Jones” por el
nombre de la pequeña localidad cercana a la capital del estado donde, desde
2008, se han registrado 2.547 terremotos de magnitud tres o superior,
casi uno por cada uno de sus 2.692 habitantes, según recalca la revista Science,
que ha publicado hoy el estudio.
Hasta ahora ha sido
difícil asegurar hasta qué punto las explotaciones de gas y petróleo que usan
la fracturación hidráulica, o fracking, provocan seísmos, resalta el estudio.
Este también parecía el caso del enjambre de Jones, pues el pueblo está
a más de 20 kilómetros del pozo de fracking más cercano. Pero los nuevos datos
muestran cómo la inyección de agua sobrante en el subsuelo que realizan las
explotaciones de fracking generan una creciente presión subterránea que,
en el caso de Jones, “probablemente” está causando el pronunciado
aumento de terremotos.
Desde 2008, la zona ha
pasado de experimentar una media de dos terremotos de magnitud tres o mayor al
año a sufrir 145 en lo que va de 2014, todo un récord desde que hay registros.
Dicho de otra manera, desde 2008 la zona ha multiplicado por 40 su número de
seísmos, según el trabajo en Science.
Oklahoma registró en 2011 el que, hasta ahora,
es el mayor seísmo relacionado con la inyección de fluidos en el terreno: un
temblor de intensidad 5,7 que destruyó
14 casas y una autopista dejando dos heridos. España también es uno de los
focos de atención ante este problema. Un tipo de inyección en el subsuelo
similar, pero con gas en lugar de agua, el almacén Castor, ha provocado una
serie de terremotos en el área de Vinaroz, en Castellón. La explotación está
paralizada, su concesionaria quiere desistir y es posible que el estado tenga
que pagar una compensación millonaria a las empresas promotoras, lo que ha
intensificado la polémica en torno a este tipo de explotaciones, en parte
porque ni Gobierno ni empresas supieron comunicar a tiempo lo que cualquier
experto sabe desde hace décadas, que este tipo de explotaciones puede provocar
pequeños seísmos, la inmensa mayoría sin peligro.
El trabajo actual se
centra en los llamados pozos de inyección que van asociados al fracking. Esta
técnica consiste en la inyección de agua, arena y productos químicos a presión
para romper la roca en el subsuelo y liberar el gas o el crudo que está
impregnado en ella y que no sale si no se le empuja. En las explotaciones de
petróleo, una vez la mezcla sale a la superficie es necesario separar los
hidrocarburos del agua. Después, parte de los desechos se dejan en balsas para
que se evaporen y otra parte va a esos pozos mencionados que inyectan el agua
en capas profundas del subsuelo, una técnica común en las explotaciones de
EEUU.
El pozo "Garganta Profunda"
El trabajo en Science,
en el que ha participado el Servicio Geológico de EEUU (USGS), una agencia
del Gobierno, es el primero que combina
datos sísmicos con un modelo que calcula la presión ocasionada por la inyección
de agua sobrante. Los resultados muestran que los terremotos de Jones
coinciden con una creciente oleada de presión en el subsuelo achacable a cuatro
de los mayores pozos de inyección del estado, a pesar de estar a unos 20
kilómetros. Estos pozos de inyección a gran escala llegan a necesitar 1.000
barriles de agua por cada uno de petróleo que se obtiene, según el estudio. Los
cuatro pozos en cuestión han sido
bautizados con nombres como “Flower Power” y “Deep Throat” (Garganta Profunda).
La empresa propietaria,
New Dominion, ha dicho que el estudio se basa en “asunciones falsas”, según Science,
pero se ha negado a responder preguntas. Los autores abogan por aumentar los
controles sobre este tipo de explotaciones. “En los pozos que inyectan agua a
mayor escala sería deseable que hubiese un mayor control para determinar la
presión del fluido y cómo se expande por el subsuelo”, explica a Materia
Barbara Bekins, hidróloga del USGS. Es importante tener en cuenta que este
problema no parece ser la norma, sino la excepción. En el estado de Oklahoma
hay unos 10.000 pozos de inyección, resalta Bekins, y, por ahora, solo esos
cuatro que funcionan con un mayor volumen de agua han resultado ser
problemáticos, según el análisis.
Evaluaciones más estrictas
“Este estudio es
importante porque cuantifica algo que ya se sabía”, opina José Martínez Díaz,
geólogo de la Universidad Complutense de Madrid
(UCM) y experto en peligrosidad sísmica. “La relación entre las
inyecciones y los microterremotos era conocida, pero hasta ahora no se sabía
hasta qué magnitud llegaban esos terremotos”, comenta. “El problema”, añade,
“llega cuando hay una falla activa, que es lo que ha pasado en Oklahoma y en
Valencia con Castor”.
El trabajo alerta de que se trata de un fenómeno
gradual y que si se ven afectadas fallas mayores son posibles terremotos de
magnitudes más elevadas que podrían afectar incluso a la ciudad de Oklahoma,
con una población de unos 600.000 habitantes. “Este es un tema
equiparable al cáncer, sabemos mucho, pero es mucho más lo que desconocemos,
por eso es muy difícil predecir qué sucederá hasta que las explotaciones ya
estén en marcha”, reconoce Luis González de Vallejo, catedrático de ingeniería
geológica de la UCM. En su opinión, las evaluaciones necesarias antes de abrir
una explotación de fracking deberían ser más estrictas a la luz de estudios como
este y, sobre todo, dice, “ser encargadas a un organismo independiente, y no a
la empresa que quiere la concesión como hasta ahora”.
Desde la asociación de
empresas de fracking en España, Shale Gas España, señalan que la “reinyección
no es una técnica que se vaya a utilizar en los proyectos de exploración de gas
no convencional en España porque en nuestro país no existen este tipo de
depósitos asociados a la producción de hidrocarburos”.
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