ESPAÑA | 24 DE JULIO DE 2014
Un estudio de dos
investigadoras confirma lo que muchos dueños de perros ya sabían: que son
celosos. En su experimento, los animales se molestaban más cuando el dueño
acariciaba un perro de peluche que si se trataba de otro objeto. Según ellas,
su trabajo prueba que los celos no son una construcción social humana, ligada
solo a las relaciones románticas. Han podido desarrollarse como estrategia para
reforzar los vínculos sociales frente a extraños.
Los perros son celosos,
según demuestra un estudio experimental de dos científicas de la Universidad de
California (UCSan Diego), en EE UU. Darwin también opinaba igual, pero los
expertos llevan años debatiendo sobre si esta emoción requiere de una cognición
compleja, algunos han llegado a decir que se trata de una construcción
enteramente social, que no existe en todas las culturas humanas y que no está
‘cableada’ de la misma manera que lo están el miedo y la ira.
El estudio, publicado hoy
en la revista PLOS One por Christine Harris, profesora de investigación
de psicología de la UCSan Diego y la exestudiante honorífica Caroline Prouvost,
es el primer trabajo experimental sobre conductas de celos en perros. Los
resultados apoyan la idea de que los celos en estos animales evolucionaron para
proteger los vínculos sociales frente a intrusos. Harris y Prouvost muestran en
esta investigación que los perros pueden exhibir comportamientos muy celosos y
que cuando el dueño mostraba afecto hacia un perro de peluche que ladraba,
gemía y movía la cola, protestaban empujando o amenazando con morder al
propietario o al rival.
Los animales se
comportaban de esta manera sobre todo cuando el amo acariciaba al perro de
peluche, más que si el humano actuaba de forma afectuosa con un objeto nuevo o
simplemente se entretenía leyendo un libro e ignoraba al perro.
Proteger una relación social
"Nuestro estudio
indica que los perros no solo se involucran en lo que parecen ser conductas
celosas, sino que también tratan de romper la conexión entre su dueño y el
rival aparente. Parece como si estuvieran motivados para proteger una relación
social importante", dice Harris.
Dado que no existían
experimentos previos sobre celos en perros, las científicas adaptaron una
prueba utilizada con bebés humanos de seis meses de edad. Trabajaron con 36
perros en las casas de sus dueños y grabaron cómo los propietarios los
ignoraban en favor de un peluche de perro animado o una calabaza de Halloween.
En ambos casos, los amos fueron instruidos para tratar los objetos como si
fueran perros reales: acariciándolos, hablándoles con dulzura, etc. En el
tercer escenario, se pidió a los propietarios leer en voz alta un libro pop-up
en el que sonaban melodías. Dos evaluadores independientes codificaron luego
los vídeos para buscar una variedad de conductas agresivas, disruptivas y de
necesidad de atención.
Competir por los recursos
Los perros fueron dos
veces más propensos a empujar o gruñir al dueño cuando estaba interaccionando
con el perro de imitación (78%), respecto a cuando acariciaba o hablaba con la
calabaza (42%). Solo un 22% de los animales se molestó cuando el amo estaba
ocupado con el libro. Alrededor del 30% de los perros también trató de
interponerse entre su propietario y el peluche animado. Un 25% hizo amago de
morder al otro ‘perro’, en tanto que solo uno intentó hacer lo mismo con la
calabaza o el libro.
La mayoría de las
investigaciones sobre la conducta celosa –señala Christine Harris– se ha
realizado con parejas humanas, pero los celos también se producen entre
hermanos y compañeros de trabajo. Además, “los primeros signos de celos humanos
se observan en los bebés y niños pequeños, lo que indica que esta conducta
puede haber evolucionado con los hermanos que compiten por los recursos de los
padres porque estamos ‘cableados’ para ello”.
¿Creyeron los perros que
el peluche era un rival real? Harris y Prouvost señalan que sus agresiones
indican que sí. También citan como evidencia adicional que el 86% de los perros
olfateó el trasero del peluche durante el experimento.
Entender los celos es
importante, señalan las investigadoras, debido a que es una emoción con grandes
consecuencias psicológicas y sociales. Por ejemplo, a menudo aparece como la
tercera causa de homicidio no accidental. "Mucha gente ha asumido que los
celos son una construcción social de los seres humanos, o que es una emoción
específica ligada a las relaciones sexuales y románticas –dice Harris–.
Nuestros resultados desafían estas ideas y revelan que también los animales
muestran una fuerte angustia cada vez que un rival usurpa el afecto de su ser
querido”, concluye.
Fuente: Diario Digital de León
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