Nada de lo que se dijo se
cumplió. Ni se cuidó a los toros del maltrato, ni la sociedad tlacotalpeña y
turistas le hicieron caso al preocupado ambientalista y secretario de Medio
Ambiente, Víctor Alvarado Martínez, quien vestido como el vaquero Woody de la
película Toy Story declaró: “La tradición del embalse evoluciona, se ha creado
una panga ex profeso para los toros…”, “se multará con 25 mil pesos a quien
maltrate a un toro” dijo en la mañana con sombrero en la cabeza, antes del
primer embalse.
Para que los reporteros
lo vieran y saliera sonriente para la foto, el secretario estuvo dando vueltas
en círculos, en el mismo lugar, durante veinte minutos para reparar unos
volantes: “Ayúdenos a cuidar a los toros, ¿ya leyeron el reglamento?, tomen,
les regalo uno” dijo presumiendo su enorme sonrisa y su ropa de vaquero elegantísima.
En el mismo sentido, el alcalde de Tlacotalpan Homero Gamboa, quien vestía una
playera con un corazón en la espalda en que demostraba su gran amor por los
toros que decía ‘Yo cuido al toro’ declaró:"Tenemos que evolucionar, no
podemos seguir igual”.
Sin embargo, en la fiesta
casi todo fue una desorganización. Primero, porque el mismo pueblo desconocía
la nueva dinámica del embalse. Unos decían que empezaba a las nueve, otros a
las diez, otros a las once y otros a las doce. Segundo, porque los tránsitos y
policías en vez de ayudar, sólo respondían cuando les preguntabas por una
calle: “No sé, nosotros sólo venimos de apoyo”. Tercero, la panga tardó más de
media hora en atrancar para darle paso a los toros, quienes salían de un corral
al otro lado del pueblo tlacotalpeño.
Además, un toro bravo se les escapó del corral y se les metió al río. En cuanto a arriarlos a la panga y ya no al río, el método fue el mismo, pegarles con unos palos que en la punta parecían dar toques eléctricos. La panga tuvo que hacer dos viajes, primero llevó tres y luego otros tres.
Además, un toro bravo se les escapó del corral y se les metió al río. En cuanto a arriarlos a la panga y ya no al río, el método fue el mismo, pegarles con unos palos que en la punta parecían dar toques eléctricos. La panga tuvo que hacer dos viajes, primero llevó tres y luego otros tres.
De acuerdo con uno de los
lancheros, que navegaba un bote llamado La Perla, en estas fiestas se gastan 20
mil pesos. Cada res según su peso viene saliendo entre dos mil quinientos y
tres mil pesos. “Esta vez según ya no los compraron, sólo los rentaron por
lo que protestaron, antes el
ayuntamiento se los quedaba, pero ahora los van a regresar así.”
Les avientan cerveza y hasta… orines
Mientras uno de los
toros, el que se había escapado, se tiraba al río y unos hombres con sombrero
trataban de regresarlo a tierra, los otros tres llegaban en la panga hacia una
turba enardecida que decía ¡Ahí viene el toro! Al salir el primero, no faltó el
que le aventó el primer vaso de cerveza. La turba, con una gallardía
impresionante, le lanzaban al animal vituperios, cerveza, escupitajos al toro
amordazado en patas y cuello por “la brigada de cuidado al toro” que andaba a
caballo. Entre la multitud que portaba gorras para el sol y gorritas de
cuernos, la gente que vendía comida, señoras con sus hijos en brazos, el primer
toro salió disparado. El primero en correr fue el subsecretario de turismo,
Guillermo Herrera Mendoza, quien primero se acercó valientemente cuando el toro
estaba encerrado. Pero cuando lo soltaron, huyó escondiéndose entre la gente.
Después soltaron el
segundo y luego el tercero. Todo era una repetición. Gente gritando ¡Ahí viene
el toro!, personas aventándoles cerveza y orines en vasos, señores con sombrero
montándolos y personas que les jalaban la cola con excelsa gallardía cuando los
toros estaban amarrados. Hay quiénes disfrutaban el espectáculo de la crueldad
desde atrás de una reja o desde una grada. Hay quienes no sólo sorteaban ser
cornado por algún toro, sino que se cuidaban del excremento de caballo que
perfumaba las calles de Tlacotalpan.
Funcionarios sonrientes
Guillermo Herrera Mendoza
y el secretario de Turismo Harry Grapa además de sortear la mierda de caballo
como en saltitos, observaban la fiesta y se reían de la gente. Vestidos con sus
guayaberas conversaban y lanzaban chistes entre ellos. Después se le sumó el
alcalde tlacotalpeño, Homero. En eso llegó la segunda panga con otros tres
toros y se acercaron a ver. Pero antes, el alcalde pidió tres sombreros, dos
para sus amigos “Memo y Harry”, y uno para él.
Cuando un achichincle
trajo los tres sombreros blancos, Harry no quiso el suyo, hizo señas de que
quería otro. Minutos después le trajeron uno negro. Cuando se lo puso sonrió
elegantemente como si se tratara de un Espinoza Paz. Cuando bajó el primer
toro, Guillermo Herrera Mendoza se volvió acercar a la panga, el alcalde le
dijo en un tono paternal a su achichincle: No me lo dejen solo, porfa. Fue el
segundo toro que puso a todos en un embrollo. Antes de que éste saliera, un
tlacotalpeño le sugirió al secretario de Turismo: -¡Harry acércate!... -No, ni
madres- le respondió, temeroso.
Cuando el toro salió
disparado éste se cayó al río. Los hombres lo sacaron jalándolo desde el
cuello. Al llegar a tierra, turistas y pobladores le echaron aserrín que traían
en un muñeco cocido. Cuando el toro se soltó, entonces sí, toda la gente salió
disparada, algunos de los achichincles de Harry y Memo, se cayeron al río. Un
señor octagenario fue embestido para dar una vuelta en el aire para caer de
nuca y espalda en el concreto. La gente se burló en vez de consternarse.
Mientras llegaban los paramédicos soltaron el último toro, pues ninguna
tragedia puede más que la fiesta.
Guillermo Herrera Mendoza
sonreía para la foto mientras el octagenario se quejaba del dolor. Hasta
guiñaba el ojo ahí a un lado de él. El que desapareció en el incidente fue el
secretario de Turismo Harry Grappa, corrió por su vida, se esfumó como cuando
alguien va a preguntarle algo turbio. Además de él, el otro gran desaparecido
fue el secretario del medio ambiente, Víctor Alvarado, quien vestido como ese
vaquero de caricatura, nunca se le vio protegiendo un toro ni exigiendo a los
policías que detuvieran a alguna de las decenas de personas que valientemente
maltrataron a alguno de los seis toros.
“Reglamento” ineficaz
La organización por el
Respeto y la Protección Animal (ARPA) grupo Xalapa, denunció que el
ayuntamiento de Tlacotalpan no cumplió al pie de la letra el reglamento
elaborado por la misma institución para proteger a los toros de la tortura a la
que son sometidos tras el embalse y la pamplonada. A través de su perfil
Facebook grupo ARPA, exhibe unas fotografías que muestran el terror que
sufrieron algunos toros cuando tras el embalse, no lograron saltar a tierra
firme y cayeron al agua donde fueron arrastrados y semiahogados.
Otra imágen muestra el
terror de otro toro cuando cae y es arrastrado para que se levante y pueda
seguir corriendo. “Los toros si llegaron en la lancha elaborada para pasarlos
al otro lado, pero dos cayeron al rió al llegar al muelle, sin embargo abajo
todo fue de terror para ellos“, dicen indignados.
Agregaron que la
organización defensora de animales, tomará las debidas acciones legales contra
el ayuntamiento de Tlacotalpan, que se había comprometido a velar por el buen
trato para los toros que se embalsan y luego se sueltan en la calle principal
para la diversión de los amantes de la pamplonada. Los activistas de ARPA y
otros, se encuentra en el citado municipio, documentando el trato que les están
dando a los toros en el marco de las festividades de la Candelaria que
iniciaron desde el día 31.
Autoridades “no vieron maltrato”
El director general de
Administración de Emergencias de Protección Civil del Estado, Ricardo Maza
Limón, minimizó las agresiones que sufrieron los seis toros el día sábado en
las fiestas de la Candelaria, y que autoridades habían prometido que vigilarían
para que estas no ocurrieran. “Es que nadie le clavó un puñal. Creo que
maltrataron más a los que se les pusieron enfrente. No hubo quien los agrediera
de forma punible, fea, que le quemara con un cigarro o le enterrara un puñal o
esas tonteras que luego hacen” dijo en tono de burla.
En cuanto al saldo de las
fiestas, Ricardo Maza aseguró que hasta el momento sólo tienen reporte de tres
riñas, cinco golpes de calor, y 4 lastimados por pisotones de caballo. “Tenemos
tres riñas, hasta el momento, sin reporte de lesiones. Sólo tenemos uno que le
dio directamente el toro al tórax. Tenemos hasta el momento cinco por golpes de
calor, pisotones, lo que sí te puedo decir es que yo sólo he visto aquí pura
fiesta, baile y riñas”, agregó.
En cuanto a los golpes de
calor, Ricardo Maza sacó sus dotes de físico y declaró que en esta temporada
son comunes. "No es porque queramos que nos ocurran pero la falta de
oxigenación constante y la velocidad del viento hace que se aglomere la gente y
da paso al sofocamiento". El encargado fue entrevistado en la celebración
de eucaristía que fue presidida por el obispo Luis Felipe Gallardo Martín del
Campo en el Santuario de la Candelaria, donde afuera se pudo observar que los
elementos de Protección Civil eran superados por la gente que se mareaba, sobre
todo porque las camionetas y el cuerpo estaban del otro lado donde sucedían los
desmayos. En cuanto a eso Ricardo Maza se justificó: Está todo bien señalizado,
tenemos cuatro cuatrimotos y estamos monitoreando de un lado a otro, y hasta el
momento sólo tenemos el reporte de cuatro personas. Incluso una reportera tuvo
que llevar a una de sus compañeras a su casa, en una tienda de abarrotes, al
ver que nadie de Protección Civil llegó a auxiliarlas.
Fuentes: e-veracruz
El Piñero de la Cuenca
e-consulta
El Piñero de la Cuenca
e-consulta
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