TIERRA DEL FUEGO | 21 DE OCTUBRE DE 2013
La producción agrícola de
Argentina sufrió enormes cambios con la llegada de los cultivos modificados
genéticamente en 1996. Un país famoso por la calidad de la carne de sus vacas
alimentadas con pasto es hoy una nación productora de soja, maíz y algodón. La producción
de soja se ha triplicado y ha convertido a Argentina en el tercer productor
mundial.
Pero los pesticidas que
impulsan este auge no están bien controlados y son usados de maneras que violan
las leyes. Ahora médicos y científicos temen que las sustancias químicas puedan
estar detrás de un aumento en la incidencia de cáncer, defectos de nacimiento y
otros problemas de salud.
Aixa Cano, una niña
tímida de 5 años que vive en el Chaco, una de las provincias más pobres de
Argentina, nació con verrugas peludas en todo el cuerpo, una enfermedad que su
madre atribuye al agua contaminada con pesticidas. Fabián Tomasi, de 47 años,
nunca usó equipo protector al llenar los tanques de los rociadores de las
sustancias químicas. Hoy padece de polineuropatía, un problema
neurológico que lo tiene raquítico, y al borde de la muerte.
Monsanto minimiza daños
La compañía Monsanto,
una de varias firmas que venden pesticidas a Argentina, dice que está
trabajando con el gobierno y los agricultores argentinos para promover un mejor
uso de los pesticidas. Pero una investigación de la Associated Press comprobó
que los argentinos usan más del doble de los pesticidas que usan los
estadounidenses por hectárea, lo que ha transformado al país en un laboratorio
de lo que puede pasar con los cultivos genéticos.
En el país, los
pesticidas han sido aplicados cuando sopla el viento, lo que baña viviendas y
escuelas de sustancias tóxicas y contamina el agua. Los peones del campo
mezclan las sustancias químicas sin supervisión, en zonas pobladas y sin equipo
protector. La gente almacena agua en contenedores de pesticidas descartados, lo
que pone en peligro la salud de sus familias.
El Ministerio de
Agricultura dice que los crecientes reclamos de reformas provienen de gente que
no entiende bien el impacto de los agroquímicos. Los médicos dicen que las
nuevas normas no bastarían. Piden mejores controles del rociado y que se
investigue si hay alguna relación entre el uso excesivo de agroquímicos y los
problemas de salud, algunos de los cuales casi no se veían antes de que el país
adoptase este nuevo modelo de cultivos.
Hasta el doble de pesticidas por hectárea
La empresa Monsanto
aseguró que las cosechas modificadas genéticamente permitirían una producción
más rápida y barata y con menos uso de sustancias químicas. Eso fue así al
principio, pero el uso de sustancias químicas se multiplicó por ocho desde 1990
en Argentina, a medida que los cultivos se hacían más resistentes a los
pesticidas y a que los agricultores los mezclaron con otras sustancias tóxicas
para tratar de hacer un máximo de tres cosechas al año. Un análisis de la AP indica
que los agricultores argentinos emplean el doble de pesticidas por hectárea que
los estadounidenses.
Cuando son aplicados
mientras sopla el viento, los pesticidas bañan edificios y contaminan el agua
potable. Los peones del campo mezclan sustancias tóxicas sin supervisión, en
zonas pobladas y sin usar equipo protector. La gente almacena agua en
contenedores de pesticidas que son puestos a la venta cuando deberían ser
desechados.
La presidente Cristina Fernández creó por decreto una comisión
presidencial para estudiar el impacto de estas infracciones en la salud de las
comunidades, pero la comisión lleva tres años sin reunirse. A pesar de las
crecientes denuncias, el gobierno nacional no ha tomado medidas contra un sólo
agricultor que usa agroquímicos sin seguir las indicaciones establecidas por
los organismos reguladores.
Impacto en la salud
La incidencia del cáncer
en las regiones donde se cultiva la soja es entre dos y cuatro veces más alta
que el promedio nacional. Las tasas de defectos de nacimiento en una provincia
se cuadruplicaron desde 1996, hace 17 años, cuando se empezó a usar la siembra
directa en boga en Estados Unidos, que emplea semillas modificadas genéticamente
y pesticidas. Un estudio reveló que el 80% de los niños de un vecindario
rodeado de campos en los que se usan métodos de cultivo industriales tienen
pesticidas en la sangre.
Fuente: Ushuaia24
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