Por: Olga Castro-Perea
ESPAÑA • 9 DE JULIO DE 2007
La perspectiva de una nueva era
de energía nuclear se perfila sobre el planeta como consecuencia de las
características de este tipo de energía: reduce las emisiones de dióxido de
carbono a la atmósfera y supuestamente sería capaz de atender la demanda
creciente de energía eléctrica, que se espera aumente un 50% en los próximos 25
años a nivel mundial. Sin embargo, un estudio llevado a cabo en el Reino Unido
por el Oxford Research Group, una organización independiente especializada en
promover medidas sostenibles de gestión de nuestra sociedad global, señala que
un renacimiento de este tipo de suministro energético sobrepasaría la capacidad
de provisionamiento de la industria nuclear, además de la capacidad de la
International Atomic Energy Agency (IAEA) de la ONU para
controlar y proteger a la sociedad civil y a las propias centrales nucleares de
los peligros que implican.
Grave riesgo.
Por tanto, aunque estas
centrales nucleares llegaran a reducir de manera significativa las emisiones de
dióxido de carbono a la atmósfera terrestre, su proliferación sería altamente
peligrosa, no sólo por los riesgos potenciales para el medio ambiente y la
salud pública, sino también porque precisarían de un aumento en la producción
del uranio. Las centrales nucleares albergan, en el interior de sus reactores,
minerales con algún elemento fisil (es decir, susceptible de fisionarse),
normalmente uranio o, en algunos casos, también plutonio (generado a partir de
la activación del uranio). El principal uso del uranio es en la actualidad la
obtención de combustible para estos reactores nucleares, que hoy producen el
17% de la electricidad obtenida en el mundo. Pero el uranio también tiene un
peligro acuciante: su proliferación proporcionaría material para el desarrollo
de nuevas armas nucleares, advierten los expertos.
Mito eléctrico
Además, el informe, que ha sido
publicado bajo el título: Too Hot to
Handle? The Future of Civil Nuclear Power, señala que este resurgimiento
planeado por la industria para proporcionar una energía “limpia” es un
auténtico mito carente de realismo. Según las cifras del informe, a pesar del
incremento esperado de la demanda eléctrica para los próximos 25 años, sólo se
están construyendo actualmente 25 nuevas plantas, hay planeadas 76 más, y otras
162 propuestas en el mundo, aunque la mayor parte de estas últimas no llegarán
nunca a abrirse.
Hoy día existen en el planeta
429 reactores operativos, muchos de los cuales están a punto de ser cerrados
por fin de su vida operativa, por lo que necesitarían ser sustituidos. Y la
realidad es que, según señala el estudio, para que la energía nuclear pudiera
hacer una contribución significativa a la reducción global de las emisiones
dióxido de carbono en las próximas dos generaciones, la industria debiera ser
capaz de construir un total de 3.000 reactores nuevos (alrededor de uno por
semana en los próximos 60 años). La tasa de construcciones alcanzada hasta el
momento sólo ha llegado a los 3,4 reactores nuevos al año. Los precios por otro
lado se dispararían: las nuevas centrales nucleares de China y Rusia han
propiciado ya un aumento del 45%, alcanzando los 200 euros el kilo en los tres
últimos meses, en comparación con los 17 euros que costaba a principios de
2003, cuando la energía atómica no estaba “de moda”.
Gestión imposible
Aún sin llegar a alcanzar las
tasas teóricas de apertura de nuevos reactores que señala el informe, éste
advierte de que la proliferación nuclear será ya inevitable a lo largo de la
próxima década. Según lo planeado actualmente, siete nuevos países tendrán
energía nuclear en ese periodo de tiempo, mientras que otros nueve (del Mediano
Oriente, incluidos Arabia Saudí y Siria) han mostrado interés por este tipo de
energía. Además, la demanda eléctrica futura provendrá de los países más pobres
del mundo, que se espera aumenten en 3,5 mil millones de personas en los
próximos 60 años. Países como Bangladesh, el Congo, Indonesia, Nigeria o
Paquistán, que actualmente no cuentan con centrales nucleares, acabarán
construyendo las suyas. Según la IAEA, en los próximos 30 ó 40 años, al
menos 30 países tendrán nuevo acceso a los materiales fisiles, a partir de sus
propios programas de energía nuclear, que pudieran emplearse igualmente para la
fabricación de armas nucleares, con físicos e ingenieros competentes que
trabajarían para diseñarlas y fabricarlas.
La cuestión radicaría en si, a
lo largo del siglo XXI, el mundo será capaz de gestionar los peligros
relacionados con la energía nuclear civil. Será la sociedad la que deba decidir
si estos riesgos, en el contexto que se avecinan, pueden asumirse como aceptables.
Fuente: Tendencias
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