EE UU | 12 DE ABRIL DE 2013
El
concepto de automedicación no es exclusivo del Homo sapiens. Se
conocen muchas especies de animales que deciden ingerir ciertas sustancias por
su interés farmacológico y no solo por cuestiones de nutrición. No obstante, es
un fenómeno poco estudiado en la naturaleza. Varios expertos en ecología y
biología evolutiva analizan las causas de este comportamiento en un artículo
publicado ayer en Science, y centrado en el uso de la automedicación
para curar o prevenir enfermedades parasíticas.
Aunque los chimpancés buscan
hierbas medicinales para purgarse de posibles parásitos, no solo se automedican
las especies de animales con una alta capacidad para observar y aprender. De
hecho, muchos lo hacen mediante comportamientos innatos, no aprendidos. En el
artículo, resumido por SINC, los autores exponen varias consecuencias de
la automedicación, que incluso pueden afectar al ser humano de manera
indirecta. En primer lugar, influye en la transmisión y virulencia del
parásito. Por ejemplo, cuando la mariposa monarca deposita sus huevos en
asclepias –plantas herbáceas–, tóxicas para los parásitos, estos aumentan su
virulencia. La respuesta inmune de estos animales –que tiene un costo muy
alto–, puede reducirse o incluso eliminarse por efecto de la automedicación. Es
el caso de las abejas, que al utilizar antimicrobianos en sus nidos han
evolucionado hasta perder ciertos genes inmunológicos. Además, los autores se
atreven a pronosticar que, si se llevan a cabo más estudios, podrá observarse
que los huéspedes han adaptado su comportamiento a sus parásitos, y que la
automedicación está más extendida de lo que se creía.
Farmacias animales
El
estudio de la automedicación también afecta a la producción de comida y
medicamentos por parte del ser humano. Algunas enfermedades animales pueden ser
peores si se interfiere en la capacidad de los animales para medicarse, como
puede pasar con las abejas seleccionadas para producir poca resina en sus
panales –sustancia antimicrobiana que reduce la producción de miel–, y que se
ven expuestas a infecciones. Por último, dado que el Homo sapiens es
también un animal ‘farmacéutico’, y muchas medicinas modernas derivan de
plantas y productos naturales, estudiar la medicación animal puede ayudar a
descubrir nuevos fármacos de utilidad. Desde que en 1978 se describiera este
comportamiento aplicado a la eliminación de parásitos, la lista de animales
‘farmacéuticos’ ha crecido hasta incluir polillas, hormigas, abejas e incluso
la mosca de la fruta Drosophila. Las plantas medicinales pueden
emplearse para curar o prevenir parásitos en el propio animal –como hacen
babuinos y algunas orugas–, pero también se utilizan con la misma intención de
manera social –como haceDrosophila con sus crías, o ciertas
hormigas con sus compañeras–. Las investigaciones sobre esta medicación social
o transgeneracional indican que el estudio de la automedicación no debe
centrarse en el ‘auto’, sino en la eficacia biológica que estos comportamientos
aportan a la población.
Fuente: Tendencias
Científicas
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