URUGUAY | 9 DE ABRIL DE 2013
Centenares de especies de
aves migratorias están cambiando sus hábitos y vuelan cada vez menos, sin
alejarse ya demasiado de las áreas donde el clima se ha vuelto más cálido. Los
etólogos buscan determinar las consecuencias que ello tendrá para millones de
animales que cada año cumplen ciclos relacionados directamente con su
reproducción. Los investigadores creen que además del cambio climático, algunas
acciones del ser humano que han alterado los entornos naturales, están
influyendo en la decisión de las aves en un accionar que desconocen si mejorará
la situación de los animales, al no tener que enfrentar las quilométricas
peregrinaciones, o les resultarán mortales al producir alteraciones en sus
ciclos y hábitos alimenticios.
Los investigadores observaron
con sorpresa que una de las aves emblemáticas por su ciclo anual de migración
–las cigüeñas blancas- ya no abandonan como antes las cumbres de las chimeneas
en Europa, al finalizar el verano, para emprender su peregrinación rumbo al
sur, al África. Por millones los animales se quedan cada vez más en Europa y no
solamente por uno o dos grados más de temperatura: se da el caso de centenares
detectadas que una vez llegadas al África, descubren que los lares donde
moraban han sido devastados por la sequía, los incendios, y las hambrunas, y
emprenden el regreso al norte, donde pocas llegan.
Las “cigüeñas negras” han
dejado de migrar a países como Malí o Níger, y prefieren mantenerse por miles
en Extremadura y Andalucía, a mitad de camino rumbo al sur. Las grullas de
Alemania hacen otro tanto, y ya no cruzan el Mediterráneo, sino que se asolean
en tierras del sur español, donde compiten por el habitat con otras especies
autóctonas. Los investigadores no se atreven aún a pronunciarse sobre lo que
ocurrirá con las especies, y si los cambios podrán significar que algunas
queden diezmadas e incluso entren en peligro de extinción.
Fuente: LaRed21
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