YUCATÁN | 13 DE ABRIL DE 2013
Yucatán enfrenta una
severa crisis de deforestación debida a la tala y la quema ilegal de vegetación
de tipo selvático, así como de árboles de lenta recuperación. Además de
representar pérdidas irreparables en materia ecológica, la quema sin
autorización oficial eleva el riesgo de incendios que podrían salirse de
control, en detrimento del ecosistema y de los predios que sí mantienen un
estricto cuidado de su riqueza forestal. Reflejo claro de esta deforestación
acelerada de la flora nativa de Yucatán son las decenas de incendios semanales
generados por la mano del hombre, sin que las autoridades intervengan para
frenar dichas acciones criminales.
Como ejemplo figura el municipio de Tizimin,
donde se han presentado recientemente deforestaciones de selva, quema de
árboles, además de observarse vegetación derribada. Estas acciones se llevan a
cabo sin contar con ningún permiso por parte de las autoridades federales,
estatales o municipales, lo cual pone en riesgo de incendio a los terrenos
aledaños a las zonas impactadas. Se tiene conocimiento de que la superficie de
selva que fue vorazmente talada por su propietario es de aproximadamente 700
hectáreas, de acuerdo a cifras proporcionadas por la delegación de la Semarnat
en el estado de Yucatán. Adicional a este monumental ecocidio y como si no
fueran suficientes los daños hacia el medio ambiente provocados con el derribo
de la selva, semanas después se le prendió fuego al producto del desmonte.
Además
de privar a la zona de los miles de árboles que reconvierten los contaminantes
del aire en oxígeno respirable, se envenena la ya contaminada atmósfera con
cantidades enormes de dióxido de carbono, metano, óxido nitroso y monóxido de
carbono, producto de la combustión de la madera talada. Además del daño
irreparable causado a la flora por esta acción humana deliberada, los daños a
la fauna silvestre que se alojaba en el área deforestada son también
incalculables. Aunado a estas graves afectaciones para el ecosistema de
Tizimin, también disminuye la recarga de mantos acuíferos, debido a la erosión
y la pérdida por evaporación, al eliminarse el manto natural de vegetación en
los suelos impactados por la tala y los incendios provocados con fines de
desmonte.
Pese a que en los alrededores hay por lo menos cinco poblados muy
pequeños en cuanto a territorio y número de habitantes, sí suman varios miles
de personas las que han visto y respirado una atmósfera enrarecida y que afecta
sus vías respiratorias debido a la generación de los gases contaminantes del
aire ya mencionados. Entre los poblados más afectados debido a su cercanía con
la zona deforestada figuran Santa Rosa, Santa Pilar, Dzonot Ake, Santa María,
Samaria y Dzonot Carretero.
Especies de flora y fauna afectadas
Entre las pérdidas de las
especies de flora directamente afectadas por las acciones ilegales de tala y
quema llevadas a cabo por propietarios sin conciencia ecológica alguna, figuran
las siguientes: Zapote, jabín, tzalam, pucté, chechén, granadillo, tinto,
palmas, ceibas, cedros y bojón, entre otras especies nativas y las cuales se
identifican aquí por los nombres vulgares con que son conocidas dichas especies
en esta región del sureste del país.
En tanto, las especies de fauna silvestre
a las que les destruyeron por completo su ecosistema son, entre otras, el
coatí, el mapache, la zorra roja, el mono araña, los armadillos, los conejos,
venados cola blanca, tigrillos, zorrillos, además de reptiles varios entre los
que figuran diversas especies de víboras, la tortuga terrestre e iguanas. Figuran
además un sinnúmero de especies de aves que perdieron no sólo nidos sino
también el entorno del que se alimentan, debido a las afectaciones al suelo y
follaje en donde habitan también múltiples variedades de insectos que forman
parte de su cadena alimenticia.
Fuente: Diario Milenio
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