ARGENTINA | 30 DE DICIEMBRE DE
2013
Durante
años, los etólogos debatieron si era posible que ciertos animales aprendieran
conductas útiles simplemente observando la interacción social de las personas.
Para poder avanzar sobre esta incógnita, científicos del Grupo de Investigación
del Comportamiento en Cánidos del Conicet realizaron un experimento que analizó
las conductas de 120 perros domésticos. El trabajo, publicado esta semana por
la prestigiosa revista científica Plos ONE, comprobó que los perros pueden
interpretar y diferenciar claramente emociones humanas. Y, lo que es más
asombroso aún, logran aprovechar esta información para tomar decisiones útiles,
como por ejemplo elegir el mejor “dador” de comida.
“Demostramos
que cuando los perros pueden percibir varias claves, verbales, visuales y de
posición, logran reconocer y elegir correctamente a la persona que le había
entregado un alimento sabroso y, con eso, causado expresiones de satisfacción”,
le explicó a PERFIL Mariana Bentosela, doctora en Psicología y autora principal
del estudio.
El
objetivo del trabajo fue comprobar si un perro, simplemente mirando en forma
pasiva cómo interactúan dos personas, lograba observar y aprender nuevas
conductas. Para eso, los investigadores armaron un experimento donde una
persona, “el pedigüeño”, le pedía comida a dos “dadores” diferentes separados
unos metros entre sí.
Ante cada dador, el “pedigüeño” reaccionaba en forma
diferente: en uno daba muestras y voces de alegría y comía el “regalo”, y ante
el otro devolvía el alimento, con voces y gestos de disgusto. Luego, el
pedigüeño salía de la habitación y se soltaba al perro para que libremente
eligiera a uno de los dadores.
Imagen tomada del sitio Blog Plos |
“Observamos
que los perros lograban discriminar la reacción de placer o de disgusto del
‘pedigüeño’ y asociarla con el dador que generaba esa actitud. En concreto,
aprendían una conducta positiva y beneficiosa para ellos sin tener que
atravesar el siempre costoso proceso de ensayo y error”, sintetizó Bentosela,
experta en comportamiento animal.
Para realizar el experimento, los autores
presentaron un protocolo de investigación al Comité de Etica de la Facultad de
Veterinaria de la UBA y obtuvieron el consentimiento de los dueños de los
perros.
Capacidades cognitivas
Este
tipo de experimentos sirven para tratar de determinar cuáles son las reales
capacidades cognitivas de los perros. Es algo sobre lo que la ciencia sigue
dividida. Para algunos, poseen una capacidad cognitiva compleja que los haría
capaces de, por ejemplo, identificar diferentes estados mentales de sus
cuidadores. Sin embargo, para otros esa capacidad es apenas una interpretación
humana.
“Al
estudiar el comportamiento de animales domésticos nos cuesta mucho diferenciar
sus conductas de los mecanismos subyacentes que las causan”, contó Bentosela.
“Por ejemplo, cualquiera que tenga una mascota sabe que si su perro hace alguna
trastada, y es descubierto, el animal se mostrará arrepentido: se quedará
inmóvil, con las orejas gachas y la cola entre las piernas, sin mirar al dueño,
expresando culpa”.
Sin embargo, según la investigadora del Conicet, “hace años,
muchos experimentos probaron que esas actitudes pueden explicarse debido a que
el animal detecta claves sutiles en la actitud de su dueño y anticipa un
castigo. Es ese temor el genera la actitud sumisa y no la culpabilidad,
sentimiento que –posiblemente– sea una interpretación antropomórfica que
hacemos las personas al ver esa conducta”.
El
poder de observación de los perros sobre sus dueños es algo que suele ser
pasado por alto. “Aunque no nos damos cuenta, nuestras mascotas nos observan en
forma constante y aprenden de nosotros. Logran discriminar claves y pistas
sutiles, que les damos sin saberlo. Inclusive logran razonamientos largos y por
eso saben que van a ser paseados mucho antes de que agarremos su correa”,
sostuvo la experta. El motivo por el que invierten mucho tiempo observándonos
es simple: “Las personas somos fundamentales para ellos. Les damos comida,
techo, paseos, cuidados y mimos. Los perros saben mucho de nosotros”.
Experiencia en refugios
caninos
Bentosela
y su equipo ya están planificando la continuación del experimento: “Pensamos
que este tipo de procesos cognitivos perrunos requieren de una interacción
larga y compleja con el cuidador, para que realmente sean eficientes a la hora
de ver y leer las pistas de la interacción social de las personas”. Para
comprobar si es realmente así, esperan realizar otras experiencias similares,
pero comparando la habilidad cognitiva de perros que viven en refugios, donde
la interacción con humanos es mucho menor que los domésticos.
“Creemos
que, para lograr discriminar en forma eficiente entre dos personas, los perros
necesitan vivir con ellos experiencias repetidas y relevantes a lo largo del
tiempo. También vamos a tratar de identificar cuáles son las pistas o claves
visuales y sonoras más importantes que usan para aprender a conocer a las
personas.” Entender a fondo este tema podría tener aplicaciones prácticas. “Nos
serviría para entrenar mejor a los perros de compañía o a los que ayudan en la
rehabilitación de las personas con discapacidad.”
Fuente: Perfil.com
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