Por: Malvina Bush
MIAMI • 17 DE NOVIEMBRE DE 2007
Es lamentable que algunas
mascotas que no han sido entrenadas desde pequeñas a obedecer, que no saben
quizá cómo comportarse dentro de la casa, tengan que vivir la mayor parte del
tiempo --o quizá todo el tiempo-- encadenadas en el patio. Y mucho más cruel si
esa cadena es corta. No obstante, si a pesar de esa crueldad la mascota recibe
algún cariño, algunas palmaditas, algunas palabras estimulantes de sus dueños
(¡y no crea que no entienden!), y si cuando llegan a casa, la sacan a caminar
por el barrio, entonces ya es suficiente para no considerarse como crueldad
animal. La mascota sabe que es querida, que recibe atención de sus dueños y
puede soportar mejor el aislamiento y el encadenamiento porque sabe y vive para
la recompensa que recibe luego.
Pero hay otras mascotas
más desgraciadas, que viven encadenadas sin esperanza de nada, que sus dueños
la ignoran como si fuera un objeto y no un animal sensible, que siente. ''No hay peor castigo para un animal que
mantenerlo permanentemente encadenado, o con poco contacto afectuoso de sus
dueños... Ese es un animal infeliz'', dice Tammy S. Grimes, fundadora
de Dogs Deserve Better (www.dogsdeservebetter.org), una organización no lucrativa
dedicada a informar sobre la crueldad y los peligros que representa un animal
cruelmente encadenado.
''Imagine que usted
está encadenado a una pared, una cerca, u otra cosa, día tras día, con un año
tras otro. Que vive esperando que alguien venga para jugar. O que lo acaricie
aunque sea un instante... una palmadita... una frase de afecto. Y nadie lo hace.
Ansía correr, estirar las patas, pero todo
lo que puede hacer es dar pasos de un lado a otro, en el pequeño espacio
limitado por la cadena. A veces la misma cadena se enreda en algo y sus
movimientos quedan aún más limitados, esperando que sus dueños le presten
atención y lo desenreden. Sufre los días de mucho frío y aguanta el calor
fuerte del verano. Ladra para saludar y llamar la atención, pero con el tiempo
ya deja de hacerlo. Este cuadro es muy real y muchos lo hemos presenciado
usualmente en el patio de algún vecino'', dice Tammy.
Encadenar a una mascota no
sólo es inhumano y una forma de crueldad, sino que además tiene el potencial de
presentar problemas para los niños del barrio, sobre todo cuando se trata de un
perro que vive encadenado y que no ha sido entrenado para socializar. Un animal
así puede volverse muy territorial con su espacio y cualquier niño pequeño, que
no esté siendo atendido por un adulto y que inocentemente entre en ese espacio
puede ser atacado antes de que intervengan los adultos. Pregúntese: ¿es culpa
del perro, de un animal que existe sin respeto ni amor, sin ejercicio o
contacto humano, aislado socialmente? ¿O es en gran parte negligencia y abuso
de su dueño?
Decida usted.
Fuente: El Nuevo Herald
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