ARGENTINA • 26 DE SEPTIEMBRE DE 2006
Un nuevo estudio de la
Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) acaba de revelar los puntos críticos
que rodean al fenómeno de la agresión canina a los chicos. Según un
relevamiento realizado en Corrientes, el problema del ataque canino estaría
vinculado con la tendencia a ubicar al animal como un par y al hecho de no
ponerle límites. Al menos eso es lo que registraron entre alumnos de escuelas
primarias de esa ciudad un grupo de docentes de la Facultad de Ciencias Veterinarias,
cuando relevaron el comportamiento que experimentaban los menores con sus
mascotas. "Los chicos en su gran mayoría humanizan a sus perros
integrándolos a cada actividad familiar como uno más y es justamente ahí donde
se origina el quiebre de jerarquía social que el perro debe mantener para
comprender su condición de mascota obediente y no agresiva", explicó
Patricia Koscinczuk, la docente que viene sondeando a los alumnos correntinos
desde hace tres años.
La médica veterinaria inició
esta tarea educadora junto con la profesora Susana Le Brech para que la
sociedad comprenda lo que significa cuidar responsablemente a sus mascotas y
evitar así las agresiones, que en el país rondan las 60 mil al año, según datos
del ministerio de Salud de la Nación sin tener en cuenta el número de
mordeduras que no se denuncian. "Hay actitudes muy comunes que se deben
desterrar para que el perro no confunda su posición jerárquica dentro de la
familia y se vuelva agresivo", subrayó Koscinczuk en diálogo con la publicación
institucional El Universitario.
Según esta especialista,
"el perro no debe vivir dentro de la casa, ni dormir en la cama con los
dueños o los chicos. Tampoco está bien que el perro coma en el mismo lugar que
el propietario, ni en el mismo momento que lo hace el resto de la
familia". Al parecer, la veterinaria está convencida que "el animal
interpreta éstas acciones de otra manera y cree que esa acción le da una
jerarquía mayor que sus dueños y atacando demuestra su poder sobre el
resto", resaltó tras haber comprobado decenas de comportamientos caninos.
En este sentido, la teoría de Koscinczuk apunta al establecimiento de una
relación verticalista. "Se debe subordinar al animal al grupo familiar.
Esto significa darle de comer por último después que los miembros de la familia
lo hicieron. Porque donde duerme el jefe no duerme el subordinado", agregó
la especialista.
Por otro lado, para evitar agresiones en la vía
pública los perros deben llevar collar y correa en todos los casos. Según la
médica, el collar no debe ser algo "agresivo" para el perro y tiene
que significar para el animal juego y paseo. De ésta forma, circula sin
posibilidades de morder y no genera pánico en las terceras personas.
"Sucede que los canes -en especial los de gran porte- que pasean por la
vía pública sin bozal generan mucho miedo en las personas. Y el perro en vez de
interpretar las endorfinas que libera el cuerpo humano ante el temor como miedo
las traduce como ataque, por lo que también sale en defensa propia",
aseguró la profesora de la UNNE.
En otro orden, Koscinczuk
desmitificó la creencia popular que hay perros más agresivos que otros.
"No existen razas más agresivas. La genética interviene tan solo en un 20
o 30% de los casos, el resto es lo que hace el humano entendiendo mal los
principios de comunicación con el animal", despejó ante esta suposición.
"Pasa que si te muerde un Doberman o un Rottwailer puede llegar a
desgarrar un brazo literalmente. En cambio si te ataca un caniche y la lesión
puede ser menor y por lo tanto queda en el anonimato", explicó la docente
universitaria. De hecho, "las razas pequeñas son tanto o más agresivas que
las de mayor porte, ya que en general los mayores problemas de agresividad se
dan con los perros más chiquitos porque son los que más espacio ganan en la
casa y primero pasan a la cama, por lo que se vuelven irascibles muy
fácilmente", remarcó.
Por último, la veterinaria
apuntó a la necesidad de no separar al cachorro de su madre antes de los 2
meses de vida "porque en ese período él llega a comprender esta
comunicación y es cuando la perra sanciona a sus cachorros". En este
sentido, una de las puntas para evitar agresiones pasaría entonces por la
educación y una tenencia responsable de una mascota. "El animal necesita
vivir en familia subordinado a sus integrantes y no en el mismo nivel porque el
perro se adjudica jerarquías que no le corresponden y lo vuelven agresivo en su
afán de demostrar su grado", confió la especialista.
Fuente:
Universia
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