Un trueno congelado es tu cabeza
que coronan dos rayos afligidos,
dos rayos silenciosos, detenidos
por la muerte que puebla tu fiereza.
Derribada cayó tu fortaleza,
tus bravos huesos míralos vencidos,
los mares de tu sangre convertidos
en un inmóvil llanto sin braveza.
La muerte ya la ves: un simple ruido,
una mano tenaz, febril, helada
sobre el amante corazón rendido.
Y mira qué inclemente y sosegada
juntó tu brava sangre y el olvido,
en ti implantando el reino de la nada.
Rafael Morales
Poeta Español
(1919 - 2005)
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