Escrito Por: Roberto Pacheco Méndez
Aburrido ya de las gracias de mi perro Boby, un pastor de 3 años, decidí jugar con él de una manera diferente.
Lo dejé con hambre y con mucha sed por un día entero. Luego quise
saber qué le pasaba si en vez de agua, le ponía en su bebedero leche de
magnesio. El estúpido se lo tomo todito.
Me miraba esperando que le diera algo
de comer, pero opté por encerrarlo para que no me jodiera. Lo puse en la oscura
bodega de herramientas y te juro que si no es porque en la noche escuche un
aullido, no hubiese recordado que el pobre estaba metido ahí. Como ya era muy tarde, lo
dejé que se durmiera.
Ya en la mañana, lo fui a buscar y había diarrea por
todos lados. Me imagino que hizo efecto el magnesio y la verdad, se notaba
muy débil y algo alterado por la luz que le daba directo en los ojos.
Pero
yo me levanté con más ganas de joderlo, así que le jalé el rabo, le hinqué los
testículos y lo punzaba con un tenedor. Realmente me pareció divertido. Algo en
él y en mí había cambiado. Ya no era más mi mascota.
Se estaba defendiendo y me comenzó a atacar. Sentí susto, pero sabía que estaba débil por la diarrea y las heridas del tenedor. Un poco más y me desgarra una pierna; afortunadamente, le había alcanzado a untar vaselina en los ojos antes del ataque y no me vio muy bien.
Agarré un fierro y lo puncé, al desgraciado no le importó y no huyó,
siguió intentando herirme, como si la venganza lo motivara, pero al fin y al
cabo es un animal y yo podía adivinar cada movimiento que el hacía.
No me
percaté de las heridas de Boby, ya que su pelo negro tapaba de alguna manera el
rojo de su sangre... no fue hasta que salió un chorro de sangre por su boca.
Él
estaba agotado, su lengua lo delataba, no la podía esconder. Me dio lástima el
infeliz; pero qué le podía hacer, ya estaba muy herido y aún así quería atacar.
No tuve más remedio que parar su sufrimiento. Lo atravesé con el fierro y ahí
quedó lo que era Boby.
* * * * * *
Antes de que pienses que
soy un mal nacido hijo de la grandísima puta, cambiemos a Boby por un Toro.
Entonces, qué sería yo....¿un maestro? ¿un artista?...
Un ser vivo es un ser
vivo, sea un perro o sea un toro.
Siente y sufre.
No nos dejemos engañar por
los psicópatas que promocionan los eventos taurinos.
No juguemos con el dolor
ajeno y digamos NO a la tauromaquia.
Difunde esta idea, promociona un mundo sin
violencia, ayudemos a los que no tienen voz...
'Nacen para eso' me dijo
alguien un día. Yo digo que para eso es mejor no nacer.
Recibido vía correo electrónico
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