miércoles, 31 de octubre de 2012

España de Caspa y Sangre


Por: Núria Querol I Viñas

ESPAÑA  17 DE SEPTIEMBRE DE 2008
Cada día suceden pequeñas y grandes tragedias en el mundo, con víctimas animales y humanas, aunque la mayoría se ocultan en el silencio, el miedo y las lágrimas. Casi a diario veo miedo y dolor en los ojos de los pacientes, exactamente el mismo miedo y dolor que pueden verse en los ojos de los animales víctimas de la crueldad humana. 
Da igual la condición social, el estatus, los estudios, la inteligencia o la especie...el sufrimiento nos iguala a todos. Y, precisamente, porque sabemos cómo nos sentimos cuando tenemos miedo y sufrimos, ¿acaso nuestra naturaleza no debería empujarnos a aliviar el sufrimiento de los demás? ¿no debería ser la norma el desarrollo y la práctica de la empatía? 
Resulta interesante que uno de los ítems diagnósticos de psicopatía propuestos por Hare sea la escasa empatía, que el DSM IV recoja que uno de los ítems diagnósticos de trastorno sádico de la personalidad sea sentir placer con el sufrimiento de personas o animales, que uno de los ítems del trastorno de conducta en niños sea la crueldad hacia los animales, o que un ítem del trastorno anti-social de la personalidad sea la crueldad hacia los animales. No es casualidad que sean estos algunos de los criterios y no, por ejemplo, tomar mantecados el domingo por la tarde o participar en concursos de lanzamiento de huesos de aceituna.
Me pregunto qué debe suceder para que un pueblo se convierta en una especie de paradigma psicopático donde la tortura, agonía, desmembramiento y muerte de un animal se disfruta y defiende hasta el punto de agredir a los reporteros que acuden a informar objetivamente. 

No es sorprendente, por otra parte, que cuando se invite a los responsables de la fiesta de sangre en Tordesillas a un medio de comunicación, rechacen la invitación...decía el poeta Ezra Poznan de quien no es capaz de arriesgarse por sus ideas que, o bien sus ideas no valen nada, o él no vale nada. Efectivamente. 
Por otra parte, los tordesillanos repiten, como si de un mantra se tratara, la peligrosa palabra "tradición". ¡Qué espabilados estos lugareños tordesillanos que no han querido conservar otras simpáticas tradiciones como el derecho de pernada pero defienden a lanzazos justamente una en que la víctima no puede defenderse! 
Ayer, el toro Valentón murió después de una dolorosa y terrorífica tortura más propia de la mente de un Ted Bundy que de la supuesta mente sana de un integrante de la Junta de Castilla y León o de un (aparentemente apacible) tordesillano, y el mundo vuelve a mirar con horror otro de los embajadores de la España profunda más casposa y despiadada. 


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