Por: Sinembargo.mx
NUEVO LAREDO | 20 DE MARZO DE 2014
El 13 de julio de 2011,
Francia se convirtió en el primer país del mundo en prohibir la aplicación de
la técnica del fracking o “fractura hidraúlica”. El 14 de julio de 2012,
Bulgaria se sumó a esa prohibición, bajo el argumento de que la extracción de petróleo
y gas de esquisito presenta “serios riesgos ambientales” e incluso genera
elementos radioactivos y otros carcinógenos.
La decisión de esos países, que
fue tomada luego de grandes movilizaciones sociales de protesta, se ha
extendido a Irlanda del Norte, Alemania, Rumania, Suiza, España e Italia, que
ya han decretado o tramitan moratorias totales o en algunas de sus regiones
para detener su uso. Lo mismo pasó en Canadá, en la provincia de Quebec, que
suspendió perforaciones en 2011; en el estado de Nueva Gales del Sur, en
Australia; en la región de Karoo, en Sudáfrica, y en la provincia de Río Negro,
en Argentina, entre otras.
Pero es en Estados Unidos, el país que con más
énfasis promueve el fracking, donde el debate y la batalla se ha desatado con
mayor intensidad, sin que hasta ahora ni el gobierno de Barack Obama ni las
grandes empresas petroleras, como ExxonMobil, Chevron y Halliburton, cedan un
milímetro. Estas tres petroleras, por ejemplo, han gastado cientos de millones
de dólares para difundir acciones de propaganda y lobbies en defensa del
fracking. Ninguna parece dispuesta a ceder, pese a que estudios científicos de
diversas universidades y centros de investigación médica alertan sobre los
riesgos de la explotación del gas lutita, principalmente la contaminación de
mantos acuíferos y la generación de más sismos y con mayor intensidad.
El Centro Tyndall de la
Universidad de Manchester, en Reino Unido, fue uno de los primeros en
investigar los impactos de la extracción de gas de esquisto sobre el medio
ambiente. Para ello analizó 260 productos químicos usados en el fracking; de
ese total, 17 fueron considerados tóxicos para organismos acuáticos, 38 tóxicos
agudos, ocho cancerígenos probados y otros seis bajo sospecha de serlo, siete
elementos mutagénicos y cinco que producen efectos sobre la reproducción
humana.
La extracción de gas de esquisto se da a nivel industrial en Oklahoma,
Pensilvania y Texas, en Estados Unidos, y ha acelerado su actividad en la
región de la Cuenca de Burgos en México, misma que comprende el territorio
norte de los estados de Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas. En los últimos
meses, estas entidades de EU y México han reportado un número inusitado de
sismos que, además, son de una intensidad histórica para esas zonas.
Los expertos
de la Universidad de Texas y también de la Universidad Autónoma de Nuevo León
(UANL) han alertado recientemente que una de las causas del aumento de los
temblores es justo la extracción de gas con la técnica del fracking.
Si se
considera que, tras la aprobación de la Reforma Energética en México, llegarán
más empresas a explotar esos campos de gas, el asunto puede ponerse cada vez
peor, prevén. Actualmente, las empresas contratistas de Petróleos Mexicanos
(Pemex) en la Cuenca de Burgos son Repsol, Tecpetrol, Petrobras y Lewis Energy,
que tienen ya 7 mil pozos perforados. Pero, de acuerdo con las previsiones de
Pemex, esos campos dan para abrir hasta 17 mil pozos hacia 2022, con
profundidades mayores a los 4.5 kilómetros.
Las advertencias de expertos en geología
y salud a nivel mundial se han expandido como reguero de pólvora. Pero en
México, los legisladores y el gobierno federal se hacen ojo de hormiga. Ni en
la Cámara de Diputados ni en el Senado de la República hay un reclamo serio por
estos efectos, ni mucho menos una iniciativa que promueva un estudio formal
sobre el tema.
Es verdad que llegarán muchos recursos técnicos e inversiones a
esa región, ¿pero cuál será el costo ambiental para esos estados?, ¿qué daños
provocará el fracking, con su inyección de agua y químicos al medio ambiente?,
¿qué impacto tendrá en la salud de los habitantes a futuro?, ¿cómo dañará está
técnica el deslizamiento de las placas tectónicas?
Mientras otros países han
frenado por completo esa extracción, tras comprobar el riesgo significativo de
contaminación del suelo y el agua, en México vamos de lleno y sin un enfoque
precautorio hacia su uso masivo.
Es la hora que los legisladores que aprobaron
la Reforma Energética y el propio gobierno den una pronta respuesta, antes que
la tragedia ambiental y humana, que ya se ha visto en otros países y dio inicio
en el norte de México, sea irreversible y marque para siempre a millones de
mexicanos.
Fuente: El
Mañana
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