IBIZA | 6 DE ENERO DE 2014
El estruendo bajo el mar
será superior al del impacto de la bomba de Hiroshima desde su hipocentro, a
escasos metros de la cúpula Genbaku. La campaña sísmica que la petrolera
escocesa Cairn Energy, a través de su filial en España Capricorn Spain Limited,
pretende ejecutar a 35 millas de la costa de Ibiza desatará cada 10 segundos
una hecatombe submarina de 249 decibelios con consecuencias impredecibles
para la fauna marina del Golfo de Valencia.
Su campaña no será la
única. Las brocas de acero de otras tres compañías petrolíferas, una británica,
otra española y otra noruega, ya apuntan al lecho marino más próximo a las
costas de Levante y Baleares, dispuestas a detectar la presencia de bolsas de
gas o petróleo que cambien de una vez por todas el cada vez más complicado
panorama energético de España.
La solicitud más reciente
recibida por el Gobierno fue presentada el pasado 22 de octubre por la
británica Spectrum Geo Limited, que pretende explorar en una primera fase el
norte de Menorca y el noroeste de Mallorca, y en una segunda una extensa franja
del sur del archipiélago balear. Mucho más avanzado se encuentra el proyecto de
la noruega Seabird Exploration FZLCC, en fase de evaluación ambiental, y que
está dispuesta a plantar sus plataformas petrolíferas en el norte de Mallorca y
sur de Menorca. Mientras que la tercera afectaría al área más próxima a la
plataforma Casablanca, frente a las costas de Tarragona, promovido por la
española Repsol Investigaciones Petrolíferas S.A. (RIPSA).
Cuando el gobierno de
José Luis Rodríguez Zapatero otorgó en los últimos días de su mandato los
permisos a Cairn Energy, la Generalitat valenciana y el Parlament balear
pidieron su revocación por atentar directamente contra los intereses turísticos
y ambientales de su costa. Tras el cambio de Gobierno, y a pesar de las
promesas del PP en Valencia y Baleares, era el ministro José Manuel Soria el
que rechazaba revocarlas. En una reunión con empresarios turísticos de las
islas Soria declaró: «Las autorizaciones son anteriores a esta legislatura,
pero este Gobierno las tiene que respetar. Si no, estaría prevaricando».
No lo tiene tan claro el
director general de Medio Ambiente de la Comisión Europea (CE), Karl Friedrich
Falkenberg, que aseguró que se mostrará «vigilante» con los movimientos del
Gobierno de España y la petrolera.
Cóctel de productos químicos
Estudios elaborados por
la Universidad Politécnica de Valencia, a instancias del Gobierno valenciano, y
otros del Cabildo de Lanzarote, señalan que la perforación del lecho marino
mediante la rotación de brocas de acero o con punta de diamante necesita crear
una serie de lodos que faciliten la penetración en el sustrato. Se trata de una
poderosa mezcla de minerales y productos químicos ácidos que se bombean pozo
abajo para lubricar la cabeza del taladro, subir a la superficie los fragmentos
desprendidos y taponar el pozo para evitar que escapen el gas o el petróleo.
Toda una mezcla de barros y productos químicos, ricos en metales pesados y
tóxicos como el cadmio, el arsénico, el cobre, el mercurio y el plomo, que es
arrojada al mar tras un proceso de depuración rudimentaria, que es absorbido
por la fauna marina y puede llegar al ser humano tras su ingesta. Los mismos
estudios confirman que la vida marina muere en un radio de 500 metros del pozo
de perforación.
En Baleares las
agrupaciones ecologistas ya temen por la desaparición de las praderas de
posidonia, responsables de la oxigenación del agua, y protegidas por numerosas
figuras medioambientales de ámbito europeo.
Pero mucho antes de que
llegue eso, las catas sonoras ya suponen una grave amenaza para la fauna marina,
tal y como advierten todas las organizaciones ecologistas. La comunidad
científica ha adoptado los 180 decibelios (el ruido de un cohete espacial al
despegar) como el nivel de intensidad acústica a partir del cual se pueden
producir males fisiológicos irreversibles en cetáceos y tortugas marinas.
El próximo 24 de enero
finaliza el periodo de alegaciones al estudio de impacto ambiental de la
petrolera Cairn Energy, momento a partir del cual un barco de 100 metros de
eslora comenzará a disparar casi de forma continuada aire comprimido hacia el
lecho marino del Golfo de Valencia desde una profundidad de entre seis y siete
metros. Sus ondas se transmitirán por la capa de agua y parte del subsuelo
penetrando en la roca, y su reflejo sonoro regresará hacia unos hidrófonos
colocados en ocho cables (streamers) de ocho kilómetros de longitud cada uno, y
que son también remolcados por la embarcación.
A bordo se realiza un
chequeo rápido de los datos para posteriormente elaborar unos «perfiles de
reflexión» de cada una de las partes investigadas. La petrolera cree poder
encontrar bolsas de petróleo entre los 600 y los 1.400 metros de profundidad,
en una zona en la que todas las catas realizadas con anterioridad por otras
compañías han fracasado.
De hecho, Cairn Energy
anunció el pasado 23 de diciembre al ministro Soria su fracaso en las primeras
catas realizadas en aguas marroquíes, al noroeste de Lanzarote.
Críticas de los
conservacionistas
Un informe de Ecologistas
en Acción basado en los efectos producidos por las prospecciones sonoras
realizadas en otras partes del globo describe entre sus efectos la desaparición
de la pesca durante 19 meses (Golfo de San Jorge, Argentina), provocada en
parte por daños irreversibles en huevos y larvas de la mayoría de especies; así
como la aparición de cadáveres de cetáceos desorientados en las playas.
En abril de 2012 cerca de
3.000 delfines aparecieron muertos en las playas de Lambayeque (Perú). Un
estudio forense realizado por la Organización Científica para la Conservación
de Animales Acuáticos (ORCA) y recogida por el diario La República reveló que
los animales padecían síndrome de descompresión aguda evidenciada por fracturas
en los huesos perióticos y hemorragia en el oído medio, enfisema pulmonar
diseminado y burbujas de aire en órganos como el hígado, riñón y vasos
sanguíneos.
Carlos Yaipén, director
de ciencias de esta ONG, comentó al respecto que «no todos los animales que
están dentro del alcalde de la burbuja marina lanzada por la embarcaciones
petroleras resultan afectadas, sino solo los que se encuentran en la misma
frecuencia de audición del rango acústico», lo que puede provocar «pérdida de
equilibrio, desorientación, hemorragias internas, destrucción del oído interno,
destrucción mandibular, descompresión respiratoria, burbujas de aire en órganos
y sistema circulatorio, y derrames cerebrales».
La zona de prospección
petrolífera, 2.420 kilómetros cuadrados entre Valencia e Ibiza, coincide además
con la principal ruta de migración de cetáceos del Mediterráneo occidental,
vital para la supervivencia de las poblaciones del delfín común, delfín
listado, calderón común, calderón gris, cachalote y rorcual común (en peligro
de extinción). Cualquier perturbación acústica interfiere en funciones como la
alimentación o cría. Investigadores han documentado el desplazamiento masivo de
rorcuales desencadenado por el ruido de una prospección geofísica a 285
kilómetros de distancia del área de estudio.
La compañía petrolífera
Cairn Energy ha confirmado la contratación de Observadores de Mamíferos Marinos
que trabajarán en el buque sísmico y harán uso las 24 horas del día de sistemas
que ayuden a detectar la presencia de cualquier mamífero marino en el área de
estudio. «Antes de comenzar la adquisición sísmica se llevará a cabo un
procedimiento de arranque suave en el que el sonido se emite a menor intensidad
al principio y se va aumentando hasta alcanzar la intensidad necesaria para la
actividad sísmica, lo que permite a los mamíferos marinos alejarse del área de
estudio antes de comenzar la actividad», señalan desde Cairn Energy.
La
compañía pretende realizar la campaña sísmica en otoño-invierno, precisamente
cuando el rorcual común se refugia en el Mediterráneo.
Fuente: El Mundo
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