FLORIDA | 12 DE JULIO DE 2013
El que fuera una vez un
estuario exuberante, la laguna Indian River, es ahora una trampa mortal
enigmática. Discurriendo por el 40% de la costa atlántica de Florida, las aguas
salobres de la laguna albergan un misterioso asesino. Desde hace un año, 51
delfines, 111 manatíes y hasta 300 pelícanos han perecido en sus aguas. Los
biólogos sacan los cadáveres del agua cada dos semanas, informa la revista
‘Wired’.
Los delfines muertos en
su mayoría “parecían sacos de piel y huesos”, los pelícanos hambrientos cayeron
del cielo, cubriendo la costa con sus cuerpos flacos. Pero los manatíes
hallados parecen notablemente normales. “Los manatíes están en buena condición
corporal, sin signos de enfermedades o traumas”, aseguró Martine DeWit, un
veterinario local. Al parecer, los manatíes se están muriendo por golpes y
ahogamiento. “Tenemos la esperanza de que podamos encontrar una respuesta,
porque hasta que lo hagamos, no sabremos cómo podemos ayudar a evitar tales
cosas en el futuro”, dijo Jan Landsberg, científico investigador de la Comisión
de Pesca y Conservación de Vida Silvestre de Florida.
Catástrofe ecológica
Laguna Indian River (Imagen de Wired)
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A pesar de que los
científicos estadounidenses no pueden decir con precisión qué es lo que está
acabando con la vida de estos animales, desde hace décadas la laguna Indian
River, ubicada cerca del famoso cabo Cañaveral, ha ido convirtiéndose en una
piscina de drenaje para las fugas de tanques sépticos, arroyos contaminados y
aguas pluviales ricas en fertilizantes. El problema es que no hay mareas para
empujar el agua contaminada al océano, por lo que toda suerte de agentes
nocivos se acumulan en la laguna.
El ocaso de la laguna
Indian River, sugieren los científicos, comenzó hace unos años cuando una
prolongada sequía afectó la región. La evaporación normal combinada con la
escasez de lluvias aumentó la salinidad del agua, que se convirtió en más
salada que el agua del océano. Luego, en el invierno del 2010, una ola de frío
mató a las macroalgas que normalmente viven cerca de la superficie de la
laguna. Sus restos inundaron el agua salina saturada de nutrientes, creando un
caldo tóxico. Alrededor del 60% de los pastos de la laguna han muerto, entre
ellos la mayoría de las praderas en el río Banana cerca del cabo Cañaveral,
donde han sido encontrados buena parte de los cadáveres. “Toda la laguna está
cambiando”, resume Megan Stolen, bióloga del Instituto Hubbs de la
Investigación de los Mares.
Fuente: Conexión
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