CUERNAVACA | 4 DE JULIO DE 2013
"Donde está la persona que asegura haber visto
como Mauricio, dueño de los perros salvajes, arrastró el cadáver de Gerardo
Cortés Medina para tirarlo metros abajo del tanque de agua, tras ataque de su
jauría, que levante la mano..." Así llegó preguntando Gumercindo Sánchez Lagunas, agente del
Ministerio Público, a las personas que un día antes se habían manifestado en la
Procuraduría de Justicia en el Estado de Morelos (PGJEM), exigiendo resultados
de peritaje en dicho caso. Nadie le respondió, y él, aprovechando la presencia
de los medios, respondió: "Ya ven, hay muchas suposiciones al
respecto".
Para familiares, amigos y
vecinos del hoy occiso, que fuera encargado de la Unidad de Información
Pública, el caso se ha enrarecido desde el punto de vista que, ciertamente,
dijeron, hay muchas versiones. Desde el ataque de los perros, de posibles
adversarios políticos, hasta lo pasional, lo cierto es que el cuerpo del hoy
finado presentaba mordeduras en distintas partes del cuerpo, así como haber
sido devorado en algunas partes al tiempo transcurrido, pero de lo que nadie
quita el dedo del renglón es que, tras el ataque, fue cargado, no arrastrado al
sitio donde se encontró.
Don Joaquín Cortés, padre
del difunto, relató paso a paso lo vivido, en tanto transcurría el tiempo y no
lo encontraban hasta que lo localizaron. Una vez más, que salió de su domicilio
en short, playera y tenis para ir a correr, en su horario de costumbre, las
siete de la noche, que aún no obscurece. Caída la noche, pensaron que después
de correr se había ido con sus amigos, empero amaneció y verificaron que las
puertas estaban sin seguro; es decir, no llegó.
Al día siguiente lo buscaron
por todo el cerro y nada, aunque, se atrevió a decir don Joaquín, "a los
lejos escuchamos su voz que nos respondía". Para ello le hicieron llamadas
a su teléfono celular y no contestaba, hasta que caída la tarde uno de sus amigos
dijo aquí está. Cabe señalar que, en este punto, la comuna cita que hubo una
llamada anónima que señalaba que abajo del tanque de agua había un cadáver.
Don Joaquín, gentil a la
entrevista, no oculta su tristeza, pero por igual coraje y dolor por la pérdida
de su hijo Gerardo. Coincide en señalar, al igual que mucha gente, que su hijo
sí fue atacado por los perros, empero el cadáver, o quizá el cuerpo aun con
vida, fue llevado metros debajo de donde ocurrieron los hechos. Porque si
hubiera sido derribado por los perros, el cuerpo ahí hubiera quedado, ya que
antes del sitio donde se encontró existen tramos que hacen imposible se hubiera
rodado el cuerpo.
Cualquiera que sea el
caso la investigación, habrá de seguir, aunque aquí otras personas más señalan
que la familia hubiera no permitido, sino exigido la necropsia, ya que así no
cesarán las hipótesis e incluso comentarios de mal gusto, que es lo que por
igual tiene molesta a la familia del difunto, como el primo del occiso, que se
violentó con la Prensa y corrió del lugar. Con esto último, menos se puede
ayudar a una familia y un pueblo que clama justicia...
Fuente: El Sol de Cuernavaca
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