Por: James Kanter
CHILE • 11 DE JUNIO DE 2007
Pese a las bondades esgrimidas por los defensores de
la energía nuclear, existe una faceta menos conocida en su generación: requiere
grandes cantidades de agua fría para mantener los reactores operando a
temperaturas seguras. Un grave problema considerando que los ríos y
represas -de los que las centrales dependen- están calientes o empobrecidos por
el aumento de la temperatura del aire, por lo que muchas centrales enfrentan un
dilema: o dejan de producir o violan reglas ambientales. La industria
energética recién comienza a comprender las vulnerabilidades de las sedientas
centrales.
Si las complicaciones resultan ser serias en países
donde las fuentes de agua adentro se hacen cada vez más escasas, donde las
centrales nucleares costeras no son bienvenidas o son irrealizables y donde las
tecnologías alternativas son demasiado caras, podría ser el fin del
florecimiento de esta energía como una fuente limpia. “Tendremos que
solucionar el problema del cambio climático si vamos a tener energía nuclear, y
no al revés”, dice David Lochbaum, ingeniero nuclear de la Unión de
Científicos Comprometidos. “A medida que se calienta el clima, menos eficiente
se hace el manejo de las centrales nucleares”, agrega.
En países como Australia, donde el Gobierno está
considerando implantar la energía nuclear, y Estados Unidos, que obtiene cerca
de un quinto de su electricidad de esta fuente, expertos advierten sobre
peligros similares si se construyen centrales en áreas donde ya hay escasez de
agua. Encontrar suficiente agua “es el aspecto central de todo lo que
hagamos en el futuro”, dice Craig Nesbit, portavoz de Exelon, compañía que
opera el mayor grupo de centrales nucleares en Estados Unidos.
Veranos
cálidos
Para Patrice Lambert de Diesbach, analista de CM-CIC
Securities en París, el problema son los veranos cálidos. “Nos hallamos ante
la máxima cantidad de agua caliente que pueda ser arrojada a los ríos. Por
desgracia, la situación sólo se pondrá peor”, dice. Los grupos
antinucleares sacan provecho. Según Stéphane Lhomme, del grupo francés Sortir
du Nucléaire (Salir de lo Nuclear), “en realidad, la energía nuclear está
empeorando los efectos del calentamiento global. Vegetales y peces son dañados
por el vertido de grandes cantidades de agua caliente en los ríos y por la
evaporación cada vez mayor”.
Científicos del Panel Intergubernamental para el
Cambio Climático (IPCC) advirtieron a los europeos sobre la severa escasez que
se espera en las décadas venideras debido al derretimiento de los glaciares, la
disminución en las precipitaciones nivosas y el aumento de la temperatura y
expertos predicen que la región tal vez enfrente un verano caliente tras meses
de tiempo anormalmente cálido. En Alemania, el gigante energético E.ON se ha
visto forzado por meses a reducir las operaciones en sus centrales a causa del
calor. Apenas unos años atrás, tales desaceleraciones duraban sólo semanas,
dijo Petra Uhlmann, portavoz de E.ON. “Creemos que habrá más olas de calor
los próximos veranos así posiblemente tendremos reducir las operaciones de
nuevo”, dijo. En España, un reactor en Santa María de Garoña fue cerrado
por una semana luego que se registraran altas temperaturas en el río Ebro. En
Gran Bretaña casi todas las centrales están a orillas del mar, eliminando
virtualmente los problemas de calor.
Países como China y la India que están ampliándose
con nuevos generadores nucleares también podrían, en teoría, instalar todas sus
centrales en las costas. Pero cantidades significativas de electricidad se
perderían en la transmisión hacia el interior. En Australia, responsables
políticos encargaron un informe, que concluyó que había pocos sitios costeros
disponibles y que su construcción tierra adentro sería una amenaza a las
reservas de agua en un país golpeado por la sequía. En Estados Unidos, donde al
menos dos tercios de las centrales nucleares están en lagos y ríos, el grupo
Public Citizen (Ciudadano Público) informó sobre un corte el año pasado en una
central en Michigan, y otras en Minnesota, Illinois y Pennsilvania, sufrieron
desaceleraciones a causa del calor. Asimismo, Public Citizen ha advertido que
construir una nueva central en el lago Clinton de unos 20 kilómetros cuadrados,
haría descender su nivel de agua y aumentaría su temperatura, cuando se espera
un empeoramiento de las condiciones de sequía en la zona central del país a
causa del cambio climático. Public Citizen dijo además que el reactor ya
existente en el lago Clinton, descargó agua unos 14 grados Celsius más caliente
que cuando entró en la central, incrementando la temperatura promedio del lago
en unos 8º grados Celsius.
Se
necesitan enormes cantidades de agua para enfriar las centrales
electro-nucleares. Sólo en Francia, cada año se extraen de ríos y
lagos más de 19 mil millones de metros cúbicos de agua para operaciones
nucleares, cerca de la mitad de toda la que es tomada del medio ambiente y
mucho más de la usada por la agroindustria.
Ian Hore-Lacy, portavoz de la Asociación Nuclear Mundial, dijo que las
centrales nucleares requerían las mismas cantidades de agua que las
centrales a carbón o gas natural para producir electricidad. Desde
2003, Francia comenzó a depender más fuertemente de los 14 reactores en la
costa donde el agua es más abundante y generalmente más fría que la de los ríos
en verano. Pero trasladar todas las centrales francesas hacia la costa no es la
respuesta. Los costos serían demasiados elevados y cualquier proyecto de este
tipo encontraría resistencia por parte de los habitantes de la costa y de los
residentes del interior que objetarían las torres eléctricas. Otro problema es
que transmitir corriente sobre largas distancias es ineficiente. International Herald Tribune - The New York Times Syndicate
Fuente: La Nación
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