EE UU | 3 DE SEPTIEMBRE DE 2013
La contaminación por
mercurio provocada en ciertos lugares hace más de dos mil años por actividades
humanas perdura todavía hoy en día a niveles considerables. Este legado
indeseado que las civilizaciones del pasado nos han dejado es un ejemplo del
que podemos dejarle a la sociedad futura si no se ponen en práctica medidas
eficaces para mitigar la contaminación por mercurio.
Un grupo de investigadores
medioambientales de la Universidad de Harvard en Cambridge, Estados Unidos, ha
presentado evidencias que prueban que será necesario promover reducciones
significativas en las emisiones de mercurio para estabilizar los niveles
actuales del elemento tóxico en el medio ambiente. "Esto es más fácil
decirlo que hacerlo, pero estamos abogando por reducciones agresivas, y mejor
pronto que tarde", dice Helen Amos, coautora del estudio. Ella y sus colaboradores han estado
recolectando datos históricos sobre las emisiones de mercurio hasta el año 2000
antes de nuestra era, y confeccionando nuevos modelos ambientales del ciclo del
mercurio que comprenden las interacciones entre la atmósfera, el mar y la
tierra firme. Su investigación revela que la mayoría del mercurio emitido al
medio ambiente termina en el océano después de unas pocas décadas, y permanece
allí durante siglos o incluso milenios.
En la actualidad, las emisiones
provienen principalmente de centrales eléctricas alimentadas con carbón, y de
la extracción minera de oro de manera más bien artesanal. Arrojado al aire,
cayendo con la lluvia sobre lagos, absorbido por la tierra, o transportado por
ríos, el mercurio tarde o temprano encuentra su camino hacia el mar. En los
ecosistemas acuáticos, los microbios lo convierten en metilmercurio, el
compuesto orgánico que se acumula en peces y que así puede acabar yendo a parar
a nuestros platos. El metilmercurio se ha asociado con daños neurológicos y
cardiovasculares.
Se asume por regla
general que la contaminación por mercurio comenzó con la Revolución Industrial,
pero en realidad, los humanos hemos estado emitiendo mercurio al medio ambiente
desde miles de años atrás. Los antiguos griegos y chinos utilizaban el mercurio
como pigmento; se ha encontrado mercurio en enseres dentro de sepulcros de
alrededor del año 2000 antes de nuestra era, y se cree que los asirios usaron
tanto mercurio como cinabrio (el mineral de color rojo brillante en el que el
mercurio se encuentra de modo natural) desde el año 1900 antes de nuestra era.
En el año 1570 de nuestra era, los colonizadores españoles en América del Sur y
América Central lo utilizaban para extraer plata; 300 años más tarde, el
mercurio de nuevo tuvo un papel importante en la fiebre del oro en California.
Un 60 por ciento del
mercurio que actualmente está depositado en la atmósfera proviene de
actividades humanas del pasado. Sólo el 13 por ciento de las deposiciones
actuales de mercurio tiene un origen natural. El 27 por ciento restante
proviene de las emisiones generadas por actividades humanas actuales.
El medio
ambiente libera y recicla de forma natural una cierta cantidad de mercurio,
extrayéndolo de rocas con cada erupción volcánica. Pero el nuevo modelo
desarrollado en la Universidad de Harvard indica que los humanos hemos sido, y
continuamos siéndolo, los responsables de la mayor parte del mercurio que
actualmente se encuentra en la atmósfera, la tierra y el mar.
En la
investigación también han trabajado Daniel J. Jacob y Elsie M. Sunderland, de
la Universidad de Harvard, así como David G. Streets del Laboratorio Nacional
estadounidense de Argonne en Illinois.
Fuente: Noticias
de Ciencia y Tecnología
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